Florencia, Italia. Octubre, 2005
Norman hacía inhumanos esfuerzos por conservar la estabilidad y por ese mismo camino la cordura, algo que dudaba muy seriamente fuese posible. Aunque su estómago estaba vacío, el pobre sujeto seguía haciendo arcadas y un sudor frío perlaba su frente, pero al escuchar que una voz lejana decía su nombre, intentó enfocar.
Aunque aquello era muy discutible, Gino lo dejó en paz, caminó hacia un aparador, sacó una botella y sirvió una generosa cantidad en un vaso y volvió junto a Norman extendiéndoselo.
Norman cerró los ojos y todas las imágenes de lo que acababa de ver invadieron su cabeza y casi se pone a vomitar de nuevo.
Finalmente había aceptado, y una vez que el líquido quemó su garganta y llegó a su estómago, éste pareció tranquilizarse, y fue cuando Norman notó dónde estaba.
Aunque Janos había estado casi en las mismas condiciones que Norman cuando todo aquel desastre había comenzado, desde que habían llegado y viendo que Gino no iba a escucharlo, comenzó un veloz repaso tanto de lo escaso de sus recuerdos, como de lo que acababa de suceder, y algunas cosas comenzaron a tomar forma, pero aún había vacíos descomunales que necesitaban ser llenados. Sin embargo, al escuchar a Norman pedir unas explicaciones que él ciertamente no estaba en capacidad de dar, miró a Gino y éste suspiró con resignación, pero antes de que pudiese decir nada lo hizo Janos.
Norman casi se hizo para atrás, mientras que Gino se llevaba la mano al bolsillo, pues el tono de Janos era muchas cosas y amable no era una de ellas, aparte de que la frase no sonó a petición, sino a orden, lo que lo hizo recordar, con algo de retraso, quién era aquel sujeto. No era que no lo recordase en realidad, pues lo había reconocido de forma inmediata, sino que Gino reaccionaba bien ante las emergencias y podía volverse muy irritante con las mismas.
Gino se frotó la frente, gesto que se le hizo a Janos familiar y sabía que se lo había visto con frecuencia a alguien, solo que no sabía a quién.
Gino había hecho su fortuna en base a lo que eran llamados crímenes de cuello blanco, pues era un hábil falsificador, pero también había aprendido que invertir su dinero en valores legales era más seguro, de modo que era un sujeto inteligente y ordenado. Por lo anterior, decidió que era un hecho que ya estuviese en muchos problemas con las personas equivocadas, pero aquel individuo podía ser su seguro, así que ordenó sus ideas y dio inicio a su exposición.
Gino pensó que por lo que sabía de aquel sujeto, esas serían malas noticias, de modo que sería pésimo para su salud seguir por ese camino. Así que en primer término, le explicó lo que eran.
Janos cerró los ojos por un momento, pues una imagen había penetrado su mente.
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Editado: 16.03.2022