Levzheir-Riùrik. Septiembre, 2006
Cuando Itlar recibió el primer mensaje de Istvan, se hallaban en Francia. Aquel no era un lugar especialmente apreciado por ningún Yaroslávich, y por Lucien menos que por ninguno, pero como decía Iziaslav, Lucien tenía algo por lo que muchos dirigentes habrían matado, porque él era capaz de deslindar sus odios personales de cualquier situación que por cualquier motivo le interesase, y siendo que Francia había sido una potencia militar y política que había estado en el centro de todos los conflictos del pasado, Lucien era el que más iba a aquel país.
No obstante, en aquel momento no se encontraba ahí por ningún problema político en curso, o en gestación, sino que ese día y después de la comida, repentinamente se había puesto de pie y había emprendido la carrera. Por supuesto Itlar, Janos y hasta Gino, fueron tras él. Cuando llegaron al lugar donde había estado aparcada la camioneta donde viajaban Iziaslav y los chicos, Lucien cerró los ojos y así se mantuvo por mucho rato mientras los otros se miraban con aprensión.
Pero no les dio tiempo a preguntar o a conjeturar nada, pues volvió a correr. Aunque Lucien había estado acertado, haría el rastreo en sentido inverso. Llegaron al bistro donde el grupo había comido, y, aunque entraron, lógicamente no encontraron nada, pero como Lucien estaba seguro de lo que estaba sintiendo, se acercó a una pequeña barra que estaba hacia el fondo del local y desplegó todo su encanto, algo que en realidad no necesitaba, porque hasta Gino habría podido obtener la información sin esfuerzo. Sin embargo, Lucien obtuvo no solo un relato verbal, sino que saqueó sin consideración alguna los recuerdos de los presentes, y si en algún momento hubiese dudado de lo que había sentido, al ver a Iziaslav en los recuerdos de todos, su corazón comenzó a latir desbocado. Su padre estaba vivo y él movería cada piedra de aquel odioso lugar hasta encontrarlo.
A pesar de ello, y tal vez por la emoción, siguió en sentido inverso llegando a Normandía, y, aunque la recorrieron de punta a punta, si bien estaba el rastro, quien no estaba era aquel al que buscaban. Finalmente emprendieron el camino de vuelta llegando de nuevo al punto de partida con un Lucien en estado furiosa frustración.
Si bien Lucien tenía un poder que muchos no entendían, lo que no podía era comunicarse como lo hacían los levjaners. Itlar por su parte, que ya estaba al tanto de lo sucedido en la embajada, pues cuando estaban en Normandía, él pensó igual que Janos y se lo participó a Istvan, éste le dijo lo que había sucedido, pero le ordenó no decir nada hasta que tuviesen algo concreto que informar. Hasta allí todo estaba bien, pero ahora no podía negarse a obedecer una orden de Lucien, de modo que se comunicó nuevamente con Istvan y recibió la autorización para informar lo que sabían hasta el momento.
De más está decir que Lucien montó en cólera y estuvo a punto de irse a romperle el cuello a Istvan, pero como en esta ocasión escuchó hasta el final, al enterarse que Iziaslav había resultado herido, puso al servicio de su causa toda la percepción de la que era poseedor, y un momento después emprendían la marcha de nuevo.
Como Kyv había dado muchas vueltas antes de abandonar Francia, y, aunque Lucien a diferencia de tanto de Pietro como de Yves, pudo seguir el rastro con mayor precisión, no perdió tanto tiempo. Sin embargo, cuando llegó a Luxemburgo, y siendo que Yves le llevaba ventaja, ya lo había encontrado y había dado aviso, de manera que cuando Lucien llegó a donde se había dado el enfrentamiento, Itlar le transmitió el mensaje y emprendieron la veloz carrera hacia Levzheir.
Todos sabían que el distanciamiento entre Lucien e Iyul era debido a la malcriadez del primero, pero como también conocían el mal carácter de éste, siempre se preocupaban cuando en aquellos años y por cualquier motivo, se habían enfrentado, pues no sabían cómo podía reaccionar la criatura. Fue por esto que cuando Lucien entró a la sala de juntas y se fue derecho hacia Iyul, varias barreras se levantaron haciéndolo chocar y caer.
Posiblemente en otras circunstancias, la buena intención de los levjaners les habría costado caro, pero como en ese, a Lucien solo interesaba una cosa, se puso de pie y se acercó a Iyul.
Él se giró con intenciones nada caritativas, buscando a Istvan, pero en ese momento venían entrando los LL con…
Sin bien el grito salió de todas las gargantas de sus hijos y nietos, Lucien fue el único que acertó a moverse y un segundo después estaba en brazos de su emocionado padre. No obstante, en esta ocasión ni Iyul ni Dylan estaban dispuestos a concederle ningún tiempo largo o corto, sino que intentaron apartarlo, pero al final terminaron los tres pegados a Iziaslav. Los más jóvenes se portaron con más mesura y les concedieron a los hijos el tiempo suficiente para expresar su alegría, pero al final Michel, y como cabía esperar, fue el que expresó su disgusto.
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Editado: 16.03.2022