Lancé otro golpe a la cabeza de mi contrincante. Retrocedí un paso y me puse de nuevo de posición de defensa. Aun sabiendo que la pelea ya acabó. El hombre cayó inconsciente a la lona. Mi respiración es pesada y lenta. Esta pelea duró más de lo que esperaba. O me estoy volviendo débil o el hombre era fuerte. Para ser sincero, espero que sea lo segundo.
Bajé del ring y me saqué los guantes y el protector dental. En un principio dijimos que sería una pelea a puño limpio pero, los señores del establecimiento, nos pidieron que, por favor, usemos protección. Que mal se oyó eso.
-Buena pelea-me dijo Jared mientras le entregaba la indumentaria.
-Gracias-dije asintiendo levemente- Es muy bueno
-Tenía talento de sobra para ser el mejor
-¿Drogas? ¿Alcohol? ¿Mujeres?
-Su hija-soltó con una mirada ensombrecida-Murió hace dos años. Fui al funeral... Estaba destruido. Al igual que su esposa.
Tomé mis cosas y salí del lugar despidiéndome de Jared con la mano. Decidí caminar hasta mi casa. No está muy lejos. Ya era de noche y la luna estaba brillante en el cielo. Lamentable es que no se puedan ver las estrellas.
-La vida es tan difícil de dar...pero tan fácil de quitar ¿No?-pregunté a la nada.
En medio del camino mi celular comenzó a vibrar en el bolsillo de mi mochila. No le di importancia. Pero las llamadas seguían entrado en mi celular.
-¿Alo?-dije después de aceptar la llamada.
-Jose, ¿Dónde estás?-dice Aldro al otro lado de la línea.
-En la tierra, donde más
-Qué lugar en específico de la tierra-bufó- Que te estamos esperando todos en frente del colegio
-¿Y?
-¡¿Como que y?!
-No sé porque tendría que estar hay
-¡Quedamos en encontrarnos aquí para después ir a comer!
-Ustedes me invitaron, pero yo no acepté...déjenme hablar para la próxima
Corté la llamada antes de que me comenzara a gritar. No es que los odie, pero la última vez que salí con ellos la mayoría terminaron ebrios. Los que quedamos sobrios tuvimos que llevar a cada ebrio a su casa. Al final, lo que empezó como una salida para relajarse, acabó causando más estrés, por lo menos para mí.
Entré en mi casa y cerré con llave la puerta. No espero la visita de nadie, ni quiero recibirla. Lo único que quiero es dormir. Recién me están empezando a doler los golpes que recibí. Nada nuevo. El mismo dolor soportable que pasará.
Tomé "La ciudad y los perros" de encima de mi cómoda y me eché en mi cama. Quiero acabar esta novela esta noche. Es un objetivo que me he propuesto desde...que recibí el primer golpe.
Siempre que leo la noción del tiempo se me pierde y termino trasnochando en algunas ocasiones. Aún recuerdo que me dormí en clase de psicología por eso. El profesor me despertó con un fuerte golpe de la regla de madera en la carpeta a mi derecha. Desperté de un salto y golpeé la carpeta con igual fuerza.
-¿Que paso?-pregunté todavía adormilado.
-Se quedó dormido, Martínez-me dijo el profesor con una mirada divertida-¿Ha estado muy ocupado toda la noche?
Se oyeron risas de fondo.
-No-respondí-Solo me quedé leyendo
Y hay acabó la conversación. Podría haberle seguido el juego y decir algo como..."Estaba haciendo manualidades, profesor" o algo así de idiota.
Las hojas fueron a disminuir lentamente hasta que no hubo ninguna más que leer. Cerré el libro y suspiré mirando al techo. El poeta, Serrano Cava, El esclavo...ninguno existe ya. El libro se terminó y no hay secuela. Es triste pero no te deja insatisfecho que un libro termine si te gustó.
Cada libro es como una persona. Puede comenzar de una manera horrible o tonta pero su final te puede dejar perplejo, incluso emocionado. El beneficio de la duda es un derecho mundial. Si esto no pasara, el mundo sería aburrido a más no poder. Y seguramente me hubiera suicidado a los 13.
Bostecé sonoramente y me estiré sobre la cama. Mis manos tocaron la cabecera y mis pies se salieron del colchón. Hace cuanto tengo esta cama... Mi celular vibró.
Lo saqué esperando un WhatsApp de Aldro mandándome a la mierda o de algún otro. Sin embargo lo que encontré fue un "Hola, estas despierto?"