La Doble Vida De Noa

La Cena.

—¿Pero quién trajo esto? —cuestionó Noa  destapando el vestido de su funda.

Caminó con el vestido hasta un espejo de cuerpo completo junto al armario, se miró con el puesto por encima de la ropa, la prenda era sencilla pero preciosa de color azul marino a sus rodillas.

—Y tengo los zapatos perfectos —dijo animada la morena  estuvo toda la mañana pensando en qué usar esa noche, incluso llegó a creer que tendría que pedir permiso y salir por un vestido.

Dejó el vestido y los zapatos a un lado el celular volvió a sonar, Noa al encender la pantalla frunció el ceño era Cristal quien de una manera poco cortes le reprochó el que no le pagaron completo el vip del fin de semana pasado.

—Noa ¿Estás?

—Si Lilly, pasa. —Dijo haciendo su celular a un lado ignorando el montón de textos que no pararon de llegar.

La nombrada entró cerrando la puerta trás ella.

—¿Te gustó el vestido? —preguntó la castaña a la expectativa de la respuesta de la morena—, está precioso y pensé que vendrá bien con tu tono de piel.

—Esta muy bonito Lilly, pero ¿De verdad crees que sea necesario que lo use?

—Claro que si —dijo acercándose  a Noa para tomar asiento a su lado—, ¿Por qué lo preguntas?

—Es que solo soy la niñera, puedo vestir normal y...

—No nena —habló Lilly moviendo a ambos lados su pulgar—, Noa tal vez tú no sepas de esto pero yo si, por eso te traje ese vestido linda, tú imagen es importante estás no son personas como tú, o como yo. Son gente importante.

—¿Osea que tú y yo no somos importantes? —replicó la morena divertida.

Lilly rodó los ojos —tú sabes a qué me refiero Noa.

La nombrada rió ante las muecas de Lily solo bromeaba con ella.

—Tranquila solo estoy jugando, se que trabajo para pura gente estirada que se fija en lo que usas.

—Si, así es algo parecido —dijo Lilly poniéndose de pie—, bueno te dejo tengo cosas que hacer.

•••

Lo que creyó era una cena, terminó siendo algo más grande que eso. Sintió que alguien tiró de la falda de su vestido era Luna que se mostró tímida ante tantas personas  se inclinó a la altura de la niña para mirarle al rostro.

—¿Ocurre algo nena? —preguntó en un tono dulce a la niña.

—No me gustan los ruidos  esas personas hacen mucho ruido y también son muchas; Noa llévame a mi habitación, ya no quiero estar aquí.

—¿Ya no quieres ver a tu abuelito? —preguntó tratando de hacer a la niña cambiar de opinión—, seguro que tu abuelo quiere oírte tocar, además yo no te dejaré sola  en ningún momento.

—¿Lo prometes?

—Te lo prometo —respondió Noa bajando las escaleras despacio con la niña. Al pie de estas  se encontró con Alexander, intentó desviar la mirada pero aquel hombre era imposible de ignorar.

—Ya estás aquí Lunita tu abuelo y tus tías no paran de preguntarme por ti.

Alexander dió una vuelta a la niña, al hacerla girar la falda de su vestido rosa pastel se elevó un poco al igual que unos largos caireles castaño miel.

—Papi me mareas —dijo la niña entre risas—, ya papi.

—Pareces una hermosa princesa, te llevaré con tu abuelo.

Alexander tomó a  Luna de la mano irónicamente de su padre si se dejaba, el rubio posó su vista en la morena de vestido azul marino.

—¿Usted la vistió? —preguntó Alexander con curiosidad.

Asintió cómo respuesta a su jefe —También la peiné, hice algo sencillo porque a Luna no le gusta mucho que la toquen. —Rió nerviosa la niñera.

Bajó la cabeza abmirando el delicado peinado en la larga cabellera castaña de su hija, en efecto a Luna no le gustaba el contacto físico, aunque por otra parte no dejo de sorprenderle la actitud de su pequeña con esa mujer.

—Ven Luna, acompáñame hay algunos familiares que desean verte —tomó a la niña de la mano—, en un momento la traigo Noa. —dijo marchandose entre los invitados.

—Me llamó por mi nombre —dijo con emoción la morena en un hilo de voz, en su fuero interno Noa tenía un sentimiento que a estás alturas considero extraño, ajeno a ella, hace mucho un hombre no la hacía sentir así—. No pienses tonterías y piensa personas así solo se fijan en personas de su mismo círculo. —Dijo para auto convencerse.

—A ti te andaba buscando niñera —dijo una rubia de vestido negro con un hombro escotado—, se supone que aquí se te paga a una niñera, no te veo trabajando, ¿Dónde está la niña? —inquirió hastiada Kate.

—La niña está con su padre —replicó Noa con la misma altivez que usó Kate—, el señor Alexander me dijo que en un momento la traería...

—Para ti es el señor Von Parker. —Corrigió la rubia.

—Ok, el señor Von Parker está con la niña dijo que en un momento la traía.

—Esta bien no la dejes sola, si a esa niña le ocurre algo, o por culpa de ella se arruina la noche, tú harás tus maletas entendido.

Luego de su amenaza Kate se retiró dejando a Noa con la palabra en la boca.

«Respira profundo Noa, ignora a esa mujer» dijo la morena frustrada con la actitud de esa víbora. Caminó a un lugar más alejado de la estancia llegó al jardín el frío del otoño erizó un poco su piel.

—Buenas noches señorita. —Saludó un hombre atractivo de rasgos asiáticos.

—Buenas noches. —Respondió Noa.

La morena reconoció al hombre frente a ella, era imposible confundirlo ese era el mismo hombre del club, el que dejó la propina en su traje.

—¡Takeru! —se escuchó una voz masculina.

—Frans —saludó el japonés al castaño que bajaba las escaleras —, invitaron a mi padre pero como él se fue vine en su lugar.

—Genial amigo, luego de irnos de aquí podríamos ir a tu sabes dónde. —Dijo Francisco guiñando el ojo en su rostro se dibujó una sonrisa ladina.

—No es mala idea amigo. —Respondió Takeru con la misma sonrisa lasciva de Fransisco.

Ambos hombres se adentraron al interior de la mansión, Takeru dió un último vistazo a la morena que siguió inmóvil en las escaleras.

Una vez sola Noa dió un largo suspiro, sus nervios la tenían más erizada que el frío de esa noche solo rogó no ser descubierta por nadie.




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