Quería dormir un poco más era domingo no trabajaría hoy pero necesitaba dormir un rato, abrazó un panda de felpa que desde que era niña le acompañaba; recordaba lo sucedido la noche anterior, inconsciente acarició sus labios con la yema de sus dedos recordando como se sintió su tacto sus labios eran suaves y calidos.
Suspiró abrazando con más fuerza al peluche apegandolo más a su pecho —¡Estás enamorada como estúpida! —se reprendió—, Noa no puedes ser tan idiota y enamorarte de ese tipo. —Se incorporó sentandose en posición de indú con sus piernas cruzadas.
—Tienes aún la oportunidad de renunciar.
Hundió su cara en el oso de peluche ahogando un grito de frustración, las imágenes de lo acontecido en la noche anterior simplemente no salía de su cabeza.
———
Escuchó unos pasos, miraba con cautela retrocediendo unos pasos, siguió caminando ignorando al posible acosador.
Ella entraba al camerino, usualmente se habría quitado su antifaz y retirado el resto del maquillaje, pero prefirió esperar un poco más.
—Eres un chico malo —dijo ella con voz traviesa—, pero como me agradas no dije nada y te deje seguirme. —Dijo la morena acercándose a Alexander tocando su mentón con la punta de su dedo.
Intuyó que ese alguien entraría, por un instante sintió su corazón acelerarse ante la sensación de ser descubierta.
—¿Agradar? —musitó Alexander confuso tomando con delicadeza el dedo que Azul tenía en su barbilla.
Ella asintio cómo respuesta —aquí no vienen los clientes.
Hizo a un lado al rubio caminó hasta el tocador, debía mantenerse serena y disfrazar un poco para no ser descubierta, por fuera seguía el juego pero en su fuero interno temblaba asustada ante el pánico de ser descubierta.
—¿Y qué haces aquí darling? —cuestionó girando la silla para acto seguido cruzar las piernas.
¿Qué hace allí? Esa es una pregunta que él tampoco dejaba de hacerse —vine a verte. —Respondió Alexander casi en automático.
—Pues ya me viste guapo —dijo ella con una risita coqueta—, ¿Deseas algo más Alexander?
Abrió los ojos al máximo esa mujer sabía su nombre ¿Cómo sabía esa mujer su nombre?
—¿Como sabes mi nombre? —empero Alexander volviendo a su seriedad habitual.
«¡¿Noa porque carajos tenías que llamarlo por su nombre?! Aquí no eres Noa, eres Azul» se auto reprendió la morena, que de inmediato pensó en algo para remediar la situación por su metida de pata.
—Pues fácil Alex —se volvió a poner de pie, se acercó a su rostro hasta unir sus labios en un corto beso travieso—, presto más atención de la que tú crees darling escuché tu nombre cuando viniste aquella noche por el show vip.
—Así que era eso entonces. —Dijo el rubio más calmado.
—Si —respondió con la mano en su pecho—, ¿O creíste que era una acosadora? —dijo ella divertida ante la expresión del rubio.
—Es posible. —Habló Alexander siguiéndole el juego a la burlesca bailarina.
—Yo creo que el acosador eres tú —refutó Noa—, no creas que no te he visto casi en primera fila mirándome.
—¿Ah sí? —inquirió Alexander arqueando una ceja.
—Si. —Recalcó la bailarina riendo.
—Los acosadores no hacen esto.
Ahora fue Alexander quien besaba a la bailarina, a diferencia de Azul el beso de Alexander fue atrevido tomó a Azul por la cintura.
Azul no se hizo esperar, ella enredó sus brazos alrededor del cuello de Alexander, la tensión aumentó entre ellos «es cómo en mi sueño Noa, es mucho mejor que en mi sueño», sabía que jugaba con fuego pero por esa única vez mandó todo al demonio y se dejó llevar.
El rubio paso de sus labios a su cuello, llegó a su oído dando suaves caricias que de inmediato erizaron la trigueña piel de la muchacha.
—Ya tú sabes mi nombre, es justo que yo también sepa el tuyo. —Susurró Alexander para luego volver al cuello de ella.
—Ya sabes mi nombre Alex para ti soy solo Azul —respondió ella tomando al rubio de las mejillas—, dudo que mi verdadero nombre haga una diferencia.
—Ya que no me dirás tu nombre al menos te quitarás ese antifaz.
Ella negó aumentando la desilusión de Alexander.
—Creo que es momento de que te retires Alex. —dijo ella alejándose del rubio.
—¿Por qué? —dijo tomándole de la muñeca—, si no quieres darme tu nombre yo...
—No es eso darling ya estuviste mucho tiempo aquí —se arrepintió por haberse dejado llevar—, ya sabes no puedes estar aquí. —Dijo ella volviendo a su actitud relajada y juguetona.
—Entiendo —fué su única respuesta —¿Cuando podré volver a verte? —se arriesgo a preguntar.
—Yo te lo haré saber.
Sin agregar más salió del vestidor dejando sola a la bailarina.
Una vez sola la bailarina corrió a la puerta para ponerle cerrojo, recostó la espalda a la puerta se quitó el antifaz para luego arrojarlo, se dejó caer hasta quedar sentada en el piso, estrujó sus lacios cabellos negros hasta despeinarse —Noa no debiste llegar a tanto con ese hombre, pudo descubrirte, no tienes excusas tu permitiste que llegara a tanto, así que no tienes a quien culpar de tus estupideces.
Editado: 17.03.2024