La dolorosa vida de Izuke.
CAPÍTULO 1
Bueno.... Se preguntarán el por qué estoy en el cuerpo de Ángel. Pero creo que primero deben saber quién soy yo.
-Hace 3557 años-
Mi nombre es Izuke, tengo 16 años, y aunque parezca que soy feliz... No lo estoy.
Mi vida no ha sido nada fácil. Mis padres me abandonaron en un callejón oscuro y nunca volví a saber de ellos. Afortunadamente, un vagabundo salvó mi vida y me cuidó como si fuera su propio hijo. Su nombre era "Saito" y era un hombre muy bueno. Siempre sonreía sin importar lo que pasaba. A pesar de recibir burlas, miradas de asco y pasar hambre y frío, él nunca dejó de sonreír.
Una cierta frase que me dijo cuando tenía 10 años quedó plasmada en mi memoria. Él me dijo: "Sin importar lo mal que lo estés pasando, nunca dejes de sonreír. Aunque la vida nos trate de la peor forma posible, nunca dejes de sonreír, pues con una sonrisa en tu rostro, puedes alegrar a las personas que te rodean. Puedes hacerlas sentir felicidad sin que ellos sepan el por qué se sienten felices". Cuando dijo eso, me acarició la cabeza y dijo: "Nunca dejes de sonreír, Izuke".
Al principio me pareció una tontería, pero con el paso del tiempo me di cuenta de que las personas que pasaban a lado de él, sonreían por alguna razón.
Vivíamos en un callejón, no teníamos nada, pero estábamos juntos y felices... Hasta que ese trágico día llegó.
Cuando tenía 15 años, mataron a Saito.
Estábamos comiendo unas sobras que un buen hombre nos dio, cuando escuchamos a una joven gritar: "¡¡Ayuda!!
Saito salió corriendo del callejón y lo seguí.
Dos hombres intentaban secuestrar a una chica de unos 16 o 18 años. Intentaban meterla en una camioneta.
Saito intentó ayudarla, pero... le dispararon en el estómago... A pesar de estar herido, Saito siguió de pie y golpeó a los hombres. La chica aprovechó y se fue corriendo.
Uno de los hombres le disparó en el pecho y Saito cayó al suelo.
Los dos hombres se subieron rápidamente a la camioneta y se fueron.
Yo no hice nada... Solo me quedé viendo.
Rápidamente me dirigí a Saito e intenté levantarlo. "¡¡Padre!!" Fue lo que grité con lágrimas en los ojos.
Saito me acarició la mejilla y me dijo unas palabras que nunca olvidaré.
"Izuke... Que nunca te importe lo que piensen de ti. Sin... Sin importar que te vean con asco, que te traten mal... Sin importar por lo que estés pasando... Nunca... Nunca dejes de ser feliz y sonríe... Adiós, hijo".
Cerró los ojos, y por primera vez, dejó de sonreír.
Desde ese día prometí nunca dejar de sonreír sin importar lo que esté pasando.
Ha pasado un año desde que Saito murió. Tengo 16 años, y aunque parezca un niño, no lo soy.
La vida de alguien que vive en las calles no es fácil. Sufrimos de hambre, frío y soledad, pero al parecer, existen personas sin corazón que nos tratan como seres asquerosos y nos odian, a pesar de saber por lo que pasamos.
En este momento estoy siendo golpeado por tres hombres en el suelo... A pesar de que estoy siendo golpeado, nunca dejo de sonreír.
—¡Te dije que te fueras de aquí, vago!
—¡La calle apesta por tu culpa!
—¡Y deja de sonreír!
Uno de ellos me levanta.
—¡Qué dejes de son...!
Los tres dejan de moverse.
—¿Eh?
Veo que detrás de ellos hay una esfera blanca flotando.
—¿Qué está pasando...? ¿Qué es eso?
Me acerco a la esfera blanca.
—¿Cómo está flotando?
La toco y mi dedo la atraviesa. Se siente muy suave, pero raro al mismo tiempo.
—Qué raro se siente.
Siento como si me estuvieran jalando el dedo y la esfera blanca empieza a crecer.
—¡¿Eh?!
Me cubre el brazo por completo.
—¡¿Qué está pasando?!
Me cubre por completo y no puedo ver nada.
—¡¿Qué es esto?!
La esfera blanca desaparece de la nada y caigo al suelo después de ser liberado. Aparezco en un bosque.
—Ouch... ¿Qué me pa...?
Frente a mí hay un enorme e impresionante muro lleno de símbolos extraños que no puedo entender.
—¿Qué es eso?
—Se llama: "Muro celestial".
Volteo y veo a un hombre alto, con el cabello blanco, usa un traje negro y es muy guapo.
—¿Quién eres?- Pregunto confundido.
—Mi nombre es Sinfer Churs, y soy tu nuevo amo.
—¿Amo?
Editado: 12.09.2020