Jhin no podía ver más allá de las llamas y esperó acertar en su objetivo. En otras ocasiones, al conjurar fuego, sentía el calor y temía quemarse, solo que esta vez no parecía quemar, al menos a ella misma, ya que el olor a carne quemada lo invadía todo. Nunca antes había hecho aparecer una llamarada tan inmensa y empezó a creer en lo que le dijo Phillia, sobre encontrarse en la situación para aprender más rápido.
Tal y como esperaba, las llamas abrasaron las dos secciones y ninguna cabeza más brotó del cuerpo de la hidra. Las otras siete gritaron de dolor en una sinfonía aterradora a la vez que se retorcían. Jhin logró escuchar como Theron la felicitaba gritando y riendo, a la vez la soltaba y corría hacia la bestia. Phillia la sujetó del brazo y también dijo algo, solo que Jhin no la entendió.
Justo después, cuando creía que iba a desvanecerse, un calor acogedor envolvió a Jhin y, sin comprender cómo, supo que podía continuar luchando y todas las dolencias desaparecieron. Phillia le acababa de curar y también le lanzó un conjuro motivador para que pudiera seguir cumpliendo el plan, justo antes de dejarse caer sobre sus rodillas.
Sintiéndose capaz de todo, Jhin se unió a Theron y a Wander que intentaban confundir a las enfurecidas cabezas para conseguir cortar alguna más. Cuando estaba cerca de la escena de batalla, Jhin gritó para llamar la atención de la bestia. Solo dos cabezas se giraron para mirarla, aunque sería suficiente para lo que tenía intención de hacer. Juntando sus manos en su pecho, Jhin creó de la nada una llama que empezaría a girar con energía sobre sí misma y se la lanzaría con furia a una de las dos cabezas. La bola de fuego impactó entre los ojos de una de las cabezas y la criatura dio varios pasos hacia atrás.
Theron y Wander vieron la oportunidad y cada uno cortó dos cuellos, bien sincronizados, para que estuvieran uno al lado del otro. En cuanto tocaron el suelo las dos nuevas cabezas seccionadas, otra llamarada similar a la exterior fue más que suficiente para cauterizar las heridas y lograr así que no crecieran más. Jhin no fue capaz de saber si ese valor era suyo o fruto de la magia blanca, pero nunca antes se había sentido tan poderosa.
Terminar con las cinco cabezas restantes resultó como un juego de niños. La hidra estaba muy confundida a raíz de la cantidad abrumadora de ataques que recibía. Jhin, a pesar de que en otras ocasiones ya habría perdido el conocimiento, en ese instante se sentía llena de vida y poder. Las cabezas de la bestia se chocaban entre sí sin saber a quién tenían que atacar o como defenderse las constantes bolas de fuego, hachazos o espadazos.
Cortaron primero dos cabezas, después una, debido a que Wander falló al rebanar la que seleccionó como objetivo, y, por último, las dos restantes. Para asegurarse de que la criatura no se volvería a levantar calcinó todo el cuerpo en un fuego eterno para evitar más sorpresas hasta que le tambalearon las piernas y le costó mantener sus brazos en alto.
Theron celebró la victoria con un grito gutural y corrió para abrazar a Jhin. La fuerza del cazador de bestias por poco no la partió en dos.
—Sabía que lo lograrías —le susurró al oído antes de soltarla.
Phillia, que se unió a ellos caminando despacio, les felicitó y puso una mano sobre el brazo de Jhin en señal de aprobación. Wander no dijo nada, se quedó inmóvil mirando el cadáver de la bestia. Al rato, se acercó a ellos.
—Bien hecho, Jhin —dijo—. Deberíamos investigar de dónde ha venido.
Jhin miró a Wander y vio al mismo soldado calathreno impasible de siempre. Seria y agotada, ahora que el hechizo de Phillia había finalizado su efecto, hizo un gesto sutil de negación con la cabeza. Theron se presentó voluntario para cuidar de ella mientras Phillia y Wander buscaban pistas sobre el origen de la hidra.
—Gracias —le agradeció a Theron cuando se aseguró de que se quedaban solos.
—No tienes porqué darlas. Sabía que estabas cansada y que necesitarías un momen…
—No lo digo por eso.
Jhin se sonrojó y se giró para mirar a Theron. Quién iba a decirle que esa sensación iría asociada al mismo cazador al que tomaba por bruto y descerebrado.
—Has creído en mí —reveló al fin Jhin—. Nadie lo había hecho antes… Ni Wander, ni Phillia, ni mi maestro, ni mi padrastro…
Theron sonrió y se acercó a ella para que se sintiera segura. Lo hizo despacio, con movimientos delicados y sentó a su lado sin emitir apenas ni un sonido.
—Si te sirve de consuelo… Nadie ha creído en mí jamás —explicó Theron mirando fijamente al suelo—. Gracias por recordarme el nombre de la sacerdotisa, por cierto… Iba a quedar como un imbécil.
Jhin y Theron rieron a carcajadas, aunque duró poco tiempo. Tras un breve silencio, Jhin cogió un palo cercano y se puso a dibujar en la nieve. Sin pensarlo, dibujó lo que parecía un castillo y después un monigote con un sombrero.
—Parece que todos dan por hecho que por ser una Rymka puedo hacer cualquier cosa, pero sigo siendo yo… Nada más.
—Te subestimas —contrapuso Theron sin dejar de sonreír—, pero, ¿quién no lo hace? Date tiempo y ganarás confianza en ti misma.
—¿Quién me iba a decir que el cazador de bestias vulgar, bruto y malhablado iba a darme consejos? —Jhin le guiñó un ojo a Theron, el cual levantó una ceja.
—Mientras no se lo cuentes a esos dos no correrás ningún peligro —bromeó Theron propinándole un codazo inocente que casi tira a Jhin sobre la nieve.
—Prometido.
—Todo el mundo va a generar expectativas sobre ti —Continuó hablando Theron volviendo a un tono serio—. Acabarás aprendiendo que conviene aprender a ignorar lo que digan y conocer tu propia fuerza. Créeme, sé bien de lo que hablo.
Theron sacó de su bolsa su petaca y le pegó un buen trago antes de ofrecerle a Jhin, la cual se negó rotundamente. Todavía con el palo en la mano, dibujo otro monigote con una espada y un hacha y después tachó el castillo. Siempre se sintió fuera de lugar en la corte de Cintheria y en ese instante no era muy diferente. Wander era un soldado experimentado, frío, calculador y muy diestro con sus armas; Phillia era una sacerdotisa y maga blanca muy experimentada con un temple digno de admiración; y Theron era muy valiente y fuerte y, a pesar de que no lo parecía, experimentado y eficaz. Ella, en cambio, se sentía como una cría en un mundo enorme que esperaba que hiciera cosas grandiosas.
Editado: 13.12.2024