POV: LEONARDO
—¡Ha pasado todo un maldito mes! —grito furioso.
—Sí, pero no hay rastros de ella —se encoge de hombros. —. ¿Qué quieres que hagan? Intenté ayudarte pero no encontré nada.
—Esto no puede estar pasando —paso mi mano por mi cabeza frustrado. —. Esto no me puede estar pasando —gruño.
—Debemos ser pacientes, la encontraremos —dice, tratando de animarme.
—¿Pacientes por un mes más? —reprocho. —. ¡CARAJO!
—Así no resolverás nada —mueve su mano dándose la vuelta y abandona el despacho.
No la he podido sacar de mi cabeza, su rostro la última vez que nos vimos no abandona mi cabeza y me tortura día a día, la decepción y el dolor en su mirada, el odio en sus ojos, ¿cómo borrar eso de mi mente? Imposible.
Salgo de mi despacho tirando de la puerta un portazo, bajo apresurado acomodando mi saco, salgo de la casa y me meto a la camioneta inmediatamente.
—Pensé que ya no ibas —comenta mi amigo.
—Negocios son negocios y no es que tuviera algo que hacer más que volverme loco —digo con molestia.
Cierro los ojos y apoyo mi codo a la ventanilla mientras espero llegar, no sé como sacármela de la cabeza, lo he intentado y nada me da resultado, simplemente se clavó en mi sistema desde ese día.
Casi en media hora llegamos al lugar, bajamos y nos adentramos al casino, nos sentamos en el primer sofá libre que visualizamos y esperamos pacientemente a los clientes.
—¿Quieres algo de beber? —pregunta mi compañero y niego. —. ¿Hace cuanto no tomas?
—Franco ya —exclamo molesto. —. Ya te dije que sólo quiero limpiar mi conciencia y no deberle nada.
—Claro —murmura bajito acomodándose a mi lado.
Entre la multitud visualizo la silueta de un vestido rojo, subí mis ojos buscando ver su cabellera, su cabello es de un tono dorado y me parece conocido.
—Buenas tardes —desvío mis ojos sobre la mujer y la pongo en los dos hombres que tengo en frente.
—Buenas tardes señores —me paro junto a Franco y le extiendo mi mano. —. ¿Cómo ha sido el viaje? —pregunto con amabilidad.
—Muy bien, gracias.
Con una sonrisa los invito a sentarse y hablar de negocios.
—No me gusta hacer publico nada de lo que hago, nuestros tratos quedan entre nosotros —aclaro.
Apoyo mi brazo al reposa manos del sofá y vuelvo a mirar al fondo encontrándome con la misma cabellera y vestido rojo. La mujer voltea y con una copa de vino en manos observa alrededor curiosa.
"Alessia"
Sus ojos se encuentran con los míos y me mira atónita, pero luego sonríe. ¿Qué hace aquí? Alessia en Rusia, no sé ni por qué me sorprendo, esa mujer es una caja de sorpresas la verdad.
—Ya regreso —le hago una seña a Franco y me paro para ir a su encuentro.
—Leonardo —dice mirándome con detenimiento.
—El mismo —afirmo.
—Es una sorpresa para mí encontrarte aquí, ¿negocios?— Indaga jugando con su copa de vino.
—Lo mismo de siempre, ¿tú? —entro ambas manos en los bolsillos de mi pantalón.
—Se puede decir que lo mismo.
Su sonrisa coqueta ligada con su engañadora mirada inocente me deja claro que es la misma mujer que dejé atrás hace cuatro años, sólo que ahora se veía más madura.
—¿Y que has hecho? —pregunta llevando su copa a sus labios de forma coqueta. —. ¿Cómo te ha ido?
—Bien, ¿y a ti? —pregunto de forma educada.
—Nada mal, ¿Qué te parece si retomamos tiempo? Hay mucho de que hablar —sabía que lago así venía en camino y aunque me alegraba de verla no la quería en mi vida. —. Anda, tomemos algo —me toma de la mano y me guía hasta la barra.
—No has cambiado nada —digo apoyándome de lado a la barra y de frente a ella.
—Tú tampoco —me sonríe.
Tomamos por un rato y hablamos de algunas cosas triviales, y como el pasado no podía faltar también hablamos de algunas cosas del pasado.
—Leonardo —escucho la voz de franco detrás de mí y volteo a verlo.
—¿Qué sucede? —pregunto volteándome completamente hacia él.
Él se ríe sarcástico negando con la cabeza y luego me da una mirada de pocos amigos antes de agregar.
—¿Qué sucede? Me acabas de dejar solo con tus socios para estar con tu amiguita —alza sus manos y hace comillas al decir "amiguita"
Ruedo los ojos haciendo una mueca con los labios.
—No es para tanto, sabes que hacer.
—No sabía que me tenías tanta confianza —arquea una ceja mirándome divertido.
—Ya quisieras —volteo para volverme a Alessia. —. Fue un placer verte, pero ya me retiro.
—¿Tan deprisa? —ladeo la cabeza. —. Está bien, estemos en contacto —propone.
Asiento con la cabeza y saco de mi bolsillo mi cartera para entregarle mi tarjeta. Inclino mi mano y toco su hombro suavemente despidiéndome.
—Está más hermosa —comenta Franco caminando a la par de mí a lo que simplemente le murmuro un "ujum"
—Sólo un ujum —reprocha mirándome mal.
Me detengo para mirarlo con molestia, pero él todo se lo toma a chiste y no es fácil enojarlo, algo con lo que he aprendido a lidiar por todos nuestros años de amistad.
—¿Qué más esperas que diga?
Rasca detrás de su cabeza apartando la mirada nervioso.
—No sé, sólo creo que Carina te hizo algo —murmura en voz baja y me mira de reojo, le preocupa sus palabras porque sabe que no me gusta jugar.
La mención de Carina era lo que menos quería escuchar, yo que pensé que ya la había sacado de mi cabeza por un rato, pero mi querido amigo se encarga de mencionarla cada vez que puede,y aunque lo detesto por eso sé que tiene razón, no siempre, pero la tiene.
—Deja de decir tonterías —le ordeno, muevo la cabeza hacia el frente y continúo caminando para llegar a la camioneta.
—Al menos no refutaste —me lo esperaba, siempre encuentra algo que decir.
—Cállate —mando abriendo la puerta de la camioneta.
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Editado: 28.05.2024