INTRODUCCIÓN
Ven, lector, siéntate a mi lado,
Voy a contarte una historia de un no muy lejano pasado.
Más allá de las rosas y las dalias, de los cerezos y la sinceridad...
Más allá de todo ello... nació la reina de la oscuridad.
Hubo una vez una chica que amaba cantar, bailar y pasear
Y a la que su madre adoraba ver y contemplar.
Sus padres viajaban mucho, y a ella siempre la llevaban.
Y, al llegar, a casa, ellos la luna siempre miraban.
La chica amaba la luna, la atesoraba, le fascinaba.
En sus ropas la bordaba, negra, gris, hermosa.
Las personas empezaron a bromear llamándola Reina de la luna.
Y ella les sonreía, alegre, sintiendo que la llenaban de cumplidos y hermosura.
Pero llegó la catástrofe, y con ella la luna empezó a marchitarse.
Una manta negra, podrida, hizo que su mundo empezara a agitarse.
Sus padres, con amor y cariño, de todo siempre la protegieron.
Tuvo suerte, pues mucha gente... a sus padres ya nunca más vieron.
Y, aunque la manta negra se marchó, dejó tras de sí un rastro triste, vacío
Que a todos contaminó, llenando las calles de un silencio sombrío.
La gente se alejó, lloraba y triste se sintió, no había excepción.
Ni siquiera los ricos serían capaces de huir de aquella maldición.
Y la chica, impotente, su vida se intentó quitar
Pero no pudo, así que como cada noche, la chica junto a la ventana se sentó a mirar.
Pero aquella vez... la luna ya no apareció.
La chica sola todo lo demás perdió
Y cada vez más pequeña... y más... y más... se hizo.
La chica ya nunca sonreía, ni bailaba, ni reía.
Así que la chica, triste y sola, sintió como su corazón se rompería.
Tuvo que aprender a vivir sin ninguna emoción.
Buscaba y buscaba como volver sentir, buscando una razón para vivir
Aunque, en el fondo, sabía que nunca más podría sonreír.
Ni siquiera la luna podía ya consolarla.
Se marchitaba mirándola y la oscuridad su cuerpo dañaba.
La gente la señalaba, entre burlas y risas,
Y, sin ninguna compasión, la llamaban la reina del dolor.
La chica trató de luchar, su triste corazón intentó curar
Aunque pronto se dio cuenta de que no podía ganar.
Una noche, al salir, sintió que ya no podía seguir
Y, al llegar a un bosque, en un árbol cerró los ojos... y se dejo ir.
Esperó la muerte, pero esta no llegó.
En su lugar, una suave voz la llamó.
Esa voz la trajo de nuevo a la vida
Y cuando abrió los ojos, supo que todo cambiaría.
La chica sintió la vida volver a su cuerpo
Y pensó que la aguardaría una vida sin sentimientos.
Pero cuando por fin abrió los ojos y vio su rostro
Supo que su corazón ya nunca más estaría roto.
La chica lo amó con toda su alma,
Y pasó los meses a su lado, sintiéndose por fin en calma.
Y el chico siempre la miraba con si fuera
Lo más importante que había tenido en su vida entera.
Pero el chico y ella tenían una maldición.
Amarse... sería para ambos una perdición.
Trataron de escapar de su oscuro destino
Pero la malvada Reyna ya aguardaba en su camino.
Y, aunque él trató de protegerla,
Sabía que era cuestión de tiempo que la Reyna consiguiera verla.
Un una noche sin sol y sin luna la reina malvada moriría.
Y los dos chicos por fin felices serían
la descendencia de ellos al fin a salvo estaría... pero nada volvería a ser igual.
Un accidente trágico a la familia envolvería y los dos chicos ya nunca más despertarían.
La niña ya no recordaría quién era,
Pero un chico estaría condenado a amarla durante su vida entera.
Y el chico, sin poder hacer nada, la vio desaparecer
Durante años la buscó, hasta finalmente desfallecer.
La encontraría, se dijo a sí mismo, lo haría
Y el día que la encontrara... todo cambiaría.