La Elegida (en Edición)

Capitulo 64

Sus ojos me observaban sorprendidos por lo que acababa de decir, mi respiración se aceleró, un silencio incómodo era presente, la tensión comenzaba a crecer.

-¿Qué has dicho?- murmuró consternada.

La observé aterrada, palabras sin sentido atacaban sin piedad mi interior, oraciones sin terminar, incomprensibles.

-Yo- murmure- recordé a mi madre, lo siento- mentí disculpandome rápidamente.

Algo en sus ojos se opaco al escuchar aquéllas palabras, podía observar como su mirada cambiada radicalmente, expresando dolor.

-Entiendo- sonrió- cierra tus ojos, cariño- ordenó suavemente.

Asenti mientras sentía un leve ardor sobre el area afectada. Comenzaba a sentir pequeñas punzadas tan frías como el hielo, mi dientes tieritaban a causa de aquel frio incontrolable que atacaba sin piedad mis extremidades, a tal punto de no sentir mis piernas.

Leves suspiros se escapaban de mis labios, los nervios eran presentes en mi interior mientras no comprendía que sucedía.

-Alice- susurró llamando mi atención- puedes abrir tus ojos- respondió dulcemente.

Oh madre, ¿Porque me haces sentir de ésta manera?

Aquel dolor qué se instalaba en mis entrañas, cada mentira era un sin fin de emociones desgarradoras.

Fingir ser quien no eres ante cientos de personas, mentir para sobrevivir.

Las mentiras...

Mentir para protegerte, para sobrevivir ante todo lo malo que habita a nuestro alrededor. Mentiras que lentamente carcomen tu alma, deteriorando tus emociones; incitandote en un sin fin de ilusiones falsas, lamentables.

Cada persona vive en realidades distintas, mentiras diferentes, ilusiones falsas...

En cambio a mí.. Aquéllas mentiras causaban un vacio en mi interior, obligándome a sufrir las consecuencias de éstas, mentiras que poco a poco saldrán a la luz y lamentablemente nada acabaría bien.

Porqué todo aquéllo que mal cosechas se te devuelve de igual manera, incluso peor. 

Las mentiras siempre salen a la luz y aquéllo bien lo sabía, mentiras destructivas, masivamente deterioradas. 

¿Sirve de algo mentir? 

Aquélla pregunta indecisa, comenzaba a llevarme ante la incertidumbre de su respuesta.

Respuestas vacías ante corazones vacíos..

Envolviendote en ésta para luego desecharte ante la más lamentable realidad, como si aquél dolor no fuera suficiente, sufriendo las consecuencias de tus malas acciones.

Mis ojos se abrieron lentamente, intentando dispersar aquéllos pensamientos qué se encontraban en mí creando un sentimiento amargo.

-¿Cómo?- pregunté sorprendida observando como mi pierna se encontraba completamente sana sin ningún rastro de aquélla herida.

-Magia- respondió riendo a causa de mi sorpresa.

Sonreí sin previo aviso al escuchar la dulce melodía de su risa, iluminando mi alma.

Sus ojos me observaban expectantes a mi reacción, había algo en éstos qué llamaba mi atención.

Mi pecho se compimio al observar en sus ojos tristeza, expresaban disculpas, dolor; aquéllo había causado algo nuevo en mí, asustandome.

No quiero quererte, madre.

No debo sufrir, no por ti.

-Creo que deberías irte- murmure consternada ante su mirada.

Ésta asintió rápidamente, mientras se dirigía hacía la puerta. Un leve vacio se instalaba en mi pecho al verla marchar..

-Cassandra- alze la voz haciendo que volteara hacía mi dirección.- Gracias- sonreí observando como sus ojos se iluminaban.

*****

-Puedes hacerlo, solo debes concentrarte, canaliza la energía negativa que habita en tu interior; sólo déjate llevar, no prestes atención en nada que este a tu alrededor, sólo en ti- respondió alzando la voz, y así lo hice. Mis ojos se cerraron lentamente, un suspiro se escapo de mis labios mientras cada uno de mis pensamientos se desconectaban de la realidad.

-Recuerda él porque estás aquí, deja de luchar contra tu oscuridad, apoderate de ésta, únete a ella, vuelvanse una pieza- murmuró en la lejanía, mi corazón comenzaba a perder velocidad, mi pulso se adormecia, comenzaba a perder oxígeno.

Voces eran presentes a mi alrededor, lamentos, sollozos, gritos aterrados; aquéllo comenzaba a apoderarse de mí, podía sentir como cada extremidad de mi cuerpo se encontraba fría, pequeños pedazos de hielo incrustrandose en mi pecho, cegandome ante el dolor que sucumbia en mi interior, envolviendome en una desesperación inminente.

Comenzaba a sentirlo...

Sombras se esparcian a mi alrededor, creando figuras inhumanas, completamente aterradoras. La desesperación, el dolor, inclusive el odio comenzaba a mezclarse entre sí creando una sensación amarga en mi interior, envolviendome entre toda la oscuridad qué emanaba mi cuerpo.

Recuerdon inconclusos atacaban sin piedad alguna mi interior, sintiendo emociones jamás vividas, el odio golpeando mi corazón, murmurando qué éste solamente sería el comienzo, consumiendo mi ingenuidad.

Tú eres la oscuridad, princesa.

Eres la maldad jamás provocada.

Tú.. Eres el mismísimo infierno.




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