La Elegida La ResurrecciÓn

«CAPÍTULO 1: SUEÑOS..»

 

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Es invierno, está tan frío y tosco. Siento como pequeños copos de nieve se adhieren en mi piel sintiendo leves escalofríos, me encuentro descalza y tengo un vestido negro que solo llega hasta mis rodillas. La nieve es tan blanca y hermosa, puedo sentir el viento susurrándome al oído frases inentendibles. Sin saber porque, empiezo a correr, al principio solo eran pequeños trotes, pero ahora es una carrera contra el tiempo, como si el no correr me traería los designios de la muerte; siento una enorme necesidad de ir a un lugar en específico y como si mi cuerpo supiera algo que mi mente me está negando, busco ese sitio. Mis pies se incrustan entre la nieve y aunque siento que se están entumeciendo por el frío y el cansancio que está haciendo presencia, no me importa, no puedo dejar de correr porque debo estar en ese sitio, mi corazón me lo pide con cada latido acelerado que puedo sentir y con cada fibra de mi piel. Tránsito en medio de un bosque que nunca antes había visto, pero que me resulta muy familiar, tan familiar que, si acaso llegara a perderme en el camino por un momento de distracción, lo encontraría casi de inmediato. He dejado de correr y me he dado cuenta que mis instintos o lo que sea que me trajo a lo que parece ser un jardín y déjenme decirles que es el jardín más hermoso que he visto en mi vida; en este crecen hermosas rosas como si estuvieran en plena temporada primaveral y si no fuera porque yo misma estoy sintiendo la nieve tocar mi pálida piel, diría que es primavera. Las hermosas rosas desbordan esa aroma tan usual y características de ellas, tomo una de rosa que se encuentra en el suelo mezclada entre la nieve y puedo apreciar que la pequeña flor ya perdió sus días de belleza y vitalidad, porque sus pétalos están un tanto marchitos, es una lástima que…

Mis pensamientos quedan interrumpidos por una voz, que extrañamente me ha dejado paralizada, porque se que esa voz la escuchado antes, pero que por un demonio no lo puedo recordar; al salir de mi estupor, busco el origen de donde me parece que vinieron las ondas audibles y detrás de unos pinos, se encontraba una mujer de una belleza innegable, me había quedado observándola como si su imagen fuera un precioso tesoro que nunca más tendría. Luego una niña muy parecida a la mujer se le acercó y la llamó mamá, ella le dio una sonrisa de lo más cálida e inmediatamente la pequeña empezó a tocar las hermosas rosas y en su estado de distracción se pinchó el dedo por accidente con la espina de la flor y tres pequeñas gotas de sangre cayeron a la nieve manchándola del atrayente color carmesí, en ese instante sentí un ardor en mi dedo como si yo también me lo hubiera pinchado, me lo froté  y este estaba un tanto rojizo.

—Hija estás bien. Le dijo la mujer.

—sí madre. Le contestó la pequeña mientras su madre le ataba un pequeño trapo de seda en su dedo para este no siguiera sangrando, en el acto, le ha dejado un pequeño beso en las mejillas de la niña, que me hizo experimentar un sentimiento de nostalgia como si yo de verdad necesitara los besos de esa extraña y envidiara a ese pequeña porque ella los tenía y yo no. La pequeña le hace una petición a su madre que hace que mi corazón por un momento se hinche de alegría.

—Mamá ¿podrías cantarme esa hermosa melodía?, por favor.

—Por supuesto pequeña, pero dime algo. ¿Por qué mi princesa se encuentra triste?

—Madre es que he tenido una pesadilla.

—Hermosa le contarías a tu madre de ese sueño horrible, que ha logrado lastimar a mi ángel.

—Madre, lo que sucede es que en…en esa pesadilla yo ya era una mujer y todos huían de mí, yo te vi morir. Vi como una mujer te clavaba una daga en el corazón y tú caías al piso sin vida, por más que le rogué que no lo hiciera, ella sonrió y te arranco el corazón. En ese instante sentía tanto odio, que quería matar a todos; quería matarla a ella. Madre yo no quiero perderte. La niña titubeó al decir la última palabra y se le quebró la voz y se le salieron algunas lágrimas, las mismas que ahora están manchando mis mejillas porque extrañamente yo puedo sentir el miedo que está sintiendo la pequeña.

Observé a la madre, ella escuchaba el relato de su hija atentamente y por un momento pude vislumbrar que la mujer perdió la alegría que sus iris expresaban, como si ella supera algo que la niña ignoraba. La madre prontamente intento reconfortar a la pequeña y hacerla olvidar de ese mal sueño.

—Mi pequeña princesa, nunca me perderás solo fue un horrible sueño. Yo siempre estaré contigo, nuestras almas están unidas por la fuerza más grande el cual es nuestro amor.

''SIEMPRE ESTARÉ CONTIGO'' no sé porque esas últimas palabras se quedaron grabadas en mi mente, pero si podía sentir que esa frase no eran más que una promesa vacía, una linda ilusión. Porque por más extraño que parezca yo sentía que la mujer no estaría con hija y que esa pesadilla que tuvo la pequeña de verdad se cumpliría.

La bella mujer empezó a cantarle a la niña la tan anhelada melodía que esta quería, ahora entiendo los deseos de la chiquilla; su madre tenía una voz realmente hermosa y por un momento sentí que yo pertenecía a este lugar y solo allí al lado de ella podía tener mi felicidad, mi paz. Pero como todo tiene que ser tan efímero, empecé a sentir una enorme ira acompañada de un gran vacío, las lágrimas caían y caían, yo solo las quitaba de forma brusca y resentida. Puse mis manos en mis oídos para evitar escuchar el canto de la dama, que solo me estaba generando un gran dolor y desesperación por querer estar acurrucada entre sus brazos. Mis gritos empezaron a hacer presencia y por más que sollozaba su voz seguía impregnada en mi cabeza, todo se tornó tan borroso, un feo espejismo que jamás existió. La niña y la mujer desaparecieron y yo solo veía oscuridad. En mi pecho sentía punzadas como pequeñas espinas, que se atravesaban en mi estómago haciéndome retorcer de dolor, cuando me di cuenta, estaba arrodillada en el piso con las manos alrededor de mi vientre. Allí comprendí que todo lo que había vivido no era más que el resultado de un maldito sueño.




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