¡Hey! Buenas a todos UwU
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Solo vengo a decir que ¡Espero les guste el capitulo!
Preparen sus teorias~
Sin mas que decir, ¡Disfrutenlo!
Nos leemos pronto <3
Lis_Dives
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Aun recordaba el cómo había conocido a Alian. Fue durante la celebración donde se conmemoraba la fundación del Imperio que nuestros caminos se cruzaron. Aquel día yo iba camino a visitar a Rei después de unas largas vacaciones tomadas en el reino de Idrahil. A mitad de camino decidí parar en la capital, para ser más exactos, en las tiendas de los primeros distritos. Compraría algún regalo para mis hermanos que no habían podido viajar como yo.
Estaba comprando un broche de un profundo color azul, un broche de zafiro que pensaba regalar a mi menor hermana. Lo alce hacia la luz, queriendo apreciar más su belleza. Para cuando baje la mirada, me tope con un azul más hermoso que el mismo zafiro.
Alian estaba frente a mí, observando el broche que tenía.
Minutos después, avergonzada, se disculpó por estar viendo el broche que sostenía. La disculpa me resulto innecesaria, ella no estaba haciendo nada malo. En esos momentos, tratando de calmarla, me quite la máscara que cubría mis ojos. Había decidido ir de incognito por la prisa que tenia de ver a Rei, así que no quería toparme con alguna noble Imperial a conversar.
Su rostro dulce se volvió sombrío. Sin decir palabra, salió corriendo, dejándome sola en la tienda confundida.
Mas tarde la volvería a ver en el banquete Imperial dado por el emperador, al lado de su hermano. Ted Blinch me la termino presentando y ella explicándome el porqué de su huida. Resultaba ser que su querido hermano le conto que yo era una dama que no aceptaba ninguna clase de errores, que, a la más mínima, yo explotaba y adiós a la pobre víctima.
Compresivamente acepte sus disculpas. Los días pasaron y accidentalmente nos topábamos en cualquier sitio. Inevitablemente nos volvimos cercanas; nuestra cercanía se incrementó aún más cuando presencie el como otras jóvenes nobles la denigraban por sus raíces plebeyos.
Fue entonces que decidí acogerla como mi protegida.
¿Las consecuencias? Eran muy claras. ¿Quién pensaría que todo esto pasaría por la excesiva confianza que le daba a mi mejor amiga? Confiaba en ella, y termine encerrada en un sucio calabozo, esperando mi ejecución para cuando las campanas sonaran el mediodía.
Observe mi alrededor. Las paredes llenas de moho verde y el olor nauseabundo de carne podrida se estaban convirtiendo en lo último que vería en vida antes de ser ejecutada. Quería llorar; estaba sola, sin mi familia. No había podido despedirme de mis hermanos. Confiada en que el mínimo castigo sería el exilio, prometí volver a verlos y despedirme de ellos con muchos besos.
“Lo siento, lo siento chicos”
Chirrrr...
La entrada a los calabozos chirrió, avisando la llegada de alguna persona. Intente ver quien era entre tanta oscuridad, pero lo único que lograba ver era dos sombras bajar las escaleras, tal vez soldados que venían a dar una ronda de revisión.
Volví a mirar a la pared resignada.
Nadie iría a visitarme en mis ultimas horas de vida, era inútil.
Ecos empezaron a escucharse. Las pisadas resonaban entre las paredes, volviéndose poco a poco estruendosas, cada vez más cercanas, hasta que se detuvieron, frente a mi celda.
—Buenos días, Mizuki.
La dulce voz me resultó familiar.
—¿Cómo estás? ¿Te sientes bien?
Era muy familiar.
Me di media vuelta para confirmar mis suposiciones.
—Alian...
Su nombre salió inconscientemente de mis labios.
Frente a la celda, con un hermoso y delicado vestido blanco que le proporcionaba aquella imagen suave e inocente, estaba Alian Blinch. Su sutil y fresca imagen era una brisa fresca entre los nobles que, instintivamente, poseían aquellos aires de glamour y elegancia.
No iba a negarlo, entendía que era hermosa. Todas las nobles jóvenes al ver como Alian atraía la mirada con su simple estilo intentaron imitarla, fallando. Ella era la representación actual de la belleza femenina, tanto en la realeza como en los plebeyos.
Si, era linda, sin embargo, también era aquella que me había arrebatado a mi prometido, aun siendo yo su mejor amiga.
No pude evitar fruncir el ceño y responderle con obvia molestia.
—¿Qué? ¿Cómo estoy? ¡¿Cómo crees que estoy?!
Un largo silencio se internó. Un llanto silencioso termino por alterar al guardia que la custodiaba, rompiendo el ambiente.
—Te...te ves muy ma...mal
Entrecortadamente, su voz se rompía en llanto.
—¡Mizuki! ¿Quién te hizo esto?
—¿Quién lo hizo?
Me reí sintiendo como un trago amargo pasaba por mi garganta, recordando todo lo sucedido.
—¿Por quién crees que paso todo esto? —respondí intentando alcanzar los barrotes de la celda, siendo retenida por las cortas cadenas que me ataban las muñecas y tobillos—. Tu... ¡Tu! ¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué? ¡Contéstame, Alian! ¿Por qué sedujiste a mi prometido? ¿Por qué de entre todos, lo elegiste a él? ¡¿No te vasto con quitarle el prometido a la princesa Freesia?!