Rashta miró el joyero con una expresión apagada.
Una vez estuvo repleto de joyas que el Emperador le había dado, pero ahora podía ver el fondo de la caja.
Rashta se cubrió la cara con las manos y suspiró.
'Todo es culpa del Vizconde Roteschu.'
¿Había pasado más de un mes desde que se convirtió en concubina?
Todavía quedaban algunos regalos de Sovieshu y nobles extranjeros.
Escuchó que la familia imperial pagaba un subsidio para mantener su nivel de vida, pero todavía no había llegado a sus manos.
Todas sus joyas fueron a parar a las manos del Vizconde Roteschu, y no podía pedirle más al emperador.
Los esclavos sólo poseían artículos personales si se los daban sus amos o amantes, pero a los nobles que Rashta vio no les gustaba que les pidieran abiertamente regalos, sin importar cuán ricos fueran.
Mientras usaban su poder para acercarse a Rashta, ella quería ser inmune a sus riquezas.
Era una espada de doble filo, y pensó que el Emperador no sería diferente.
'Si solo pudiera averiguar si el bebé del Vizconde Roteschu no es el mío, no tendría que arrastrarme así.'
Rashta suspiró y volvió a tapar el viejo joyero.
Luego, escuchó que la puerta de la sala se abría de golpe, rápidamente empujó el joyero de vuelta al cajón y lo cerró.
Tan pronto como se enderezó, alguien llamó a la puerta de su dormitorio.
"Sí."
Rashta se acercó rápidamente para abrir la puerta.
"¡Su Majestad!"
Era Sovieshu.
Rashta saltó hacia él y lo acarició con la mejilla en señal de saludo.
Sin embargo, en lugar de abrazarla como solía hacerlo, la apartó.
"¿Su Majestad?"
Su corazón se hundió cuando vio la expresión oscura en su rostro.
¿Dijo algo malo?
"Rashta, necesito preguntarte algo."
"¿Q-Qué?"
Rashta pisoteó su nerviosismo y le sonrió dulcemente.
"Se trata del anillo."
"Anillo..."
"El anillo con la joya roja."
"!"
"¿No dijiste que se lo diste a una sirvienta?"
"¿Por qué preguntas de repente...?"
"Tengo una duda."
El corazón de Rashta se estremeció mientras miraba la cara de Sovieshu.
No parecía enojado, pero tampoco estaba sonriendo.
Si ya pensaba que le había dado el anillo a la sirvienta, ¿Por qué estaba preguntando por eso ahora?
¿Averiguó algo?
¿Descubrió que ella se lo dio al Vizconde?
Quizás quería pedirle a la sirvienta que le devolviera el anillo.
En cualquier caso, todas las opciones eran desastrosas.
Si él iba a preguntar, esta era su última oportunidad... su última oportunidad de decir una mentira.
Rashta decidió que sería mejor ser algo sincera.
"Bueno... En realidad, no solo le di un anillo a una sirvienta, Su Majestad."
Sus ojos se abrieron de par en par.
"¿Le diste anillos a varias personas?"
"Dos personas. Una era una sirvienta y... bueno, la otra era el Vizconde Roteschu."
La frente de Sovieshu se arrugó.
Al ver su expresión, Rashta supo que había tomado la decisión correcta.
No sabía cómo, pero Sovieshu había venido aquí sabiendo que el Vizconde Roteschu tenía el anillo.
Ella suspiró profundamente y juntó las manos.
"Todos los anillos me parecían similares... En verdad, no sé si la persona que tomó el anillo del que estás hablando es el Vizconde Roteschu o la sirvienta."
"¿Por qué dijiste que se lo diste solo a la sirvienta?"
"Yo... creo que te enfadarías si te dijera que le di un anillo al Vizconde Roteschu."
"En efecto. Eso no me gusta para nada."
La cara de Sovieshu era severa, y Rashta rápidamente agarró su antebrazo y lo abrazó.
"Lo siento, Su Majestad. Pero realmente quería pagarle por mentir por mí."
"No mintió por ti. Solo estaba asumiendo la responsabilidad de lo que dijo."
"¿En serio?"
"Sí. No hay necesidad de agradecerle."
Lanzó una mirada dudosa a Rashta.
"No se lo diste solo por gratitud, ¿Verdad? ¿Fuiste amenazada?"
"Oh no. ¿Con qué podría amenazar a Rashta?"
"..."
"Los rumores sobre la esclavitud ya se habían extendido. Realmente no es así, Su Majestad."
Ella deseaba poder decirle que estaba siendo amenazada, pero la desesperación la obligó a mentir.
Si Sovieshu supiera que el Vizconde Roteschu la estaba chantajeando, Sovieshu seguramente castigaría al Vizconde, quien a su vez le diría a Sovieshu sobre el bebé y arrastraría a Rashta con él.
"Si tú lo dices, entonces te creo..."
Sovieshu bajó la mirada y colocó suavemente su mano sobre la mejilla de Rashta.
"Si te está amenazando, Rashta, no le des nada y házmelo saber. ¿Lo entiendes?"
Rashta asintió rápidamente.
"Lo haré."
Sin embargo, Sovieshu todavía parecía aprensivo.
"Esa es una orden, Rashta. No, será mejor que lo controle todos los días por ahora."
"¿Qué?"
"Cuando lleguen los pagos de su asignación, se lo dejaré al Barón Lant para que lo administre hasta que puedas hacerlo tú misma."
Rashta palideció.
No podría darle dinero o joyas al Vizconde Roteschu si Sovieshu estuviera cuidando sus finanzas.
Y cuando eso ocurriera...
'¡No! ¡Difundirá la historia del bebé!'
***
Wirwol era conocida como una ciudad mágica, pero a pesar de su prestigio, se encontraba en lo profundo de un valle montañoso.
Estaba rodeada por montañas, y había dos magníficos edificios en las partes este y oeste de la ciudad.
La academia mágica en el lado este era mi parada hoy.
Estaba aquí para honrar al primer estudiante admitido del orfanato que patrociné.
"Felicidades."
Abracé a la chica que conocí en la oficina del decano, y la niña con la cara roja respondió con una voz apenas audible.
"Gracias..."
Estaba preocupada porque ella no podría socializar con sus amigos cuando dejara el orfanato, pero estaba orgullosa de que llegara tan lejos, la abrazé y le di unas palmaditas en la espalda.
Editado: 30.05.2024