"Oh, ¿eso está sucediendo?"
Heinley no intentó aclarar el malentendido.
Los ojos de McKenna se agrandaron tanto como unos discos.
¿Qué le pasaba a Heinley?
McKenna no podía comprender qué estaba pensando.
El Gran Duque Lilteang simplemente sonrió, permaneció sin ser corregido e ignorante incluso después de haberse marchado.
"Aunque no digas la verdad sobre quién te gusta, ¿Por qué al menos no aclaraste el malentendido?"
McKenna confrontó a Heinley cuando estuvieron a solas.
El desconcierto del caballero estaba en su punto más alto, pero Heinley simplemente sonreía mientras desabrochaba los botones de su chaqueta.
"¿A quién beneficiaría eso?"
"En primer lugar... a mí. Ya que así no estaría tan confundido."
"¿A quién más?"
"Bueno, para un futuro lejano, estaría bien para el Gran Duque Lilteang. Habría dicho menos tonterías desagradables delante de usted."
Heinley terminó de desabrochar todos los botones de su chaqueta y la arrojó a un lado.
Mientras tanto, McKenna tomó su ropa y la dobló cuidadosamente mientras esperaba la respuesta de Heinley.
Heinley era un rey mientras McKenna nació fuera del matrimonio, pero aún tenía sangre real.
Sin embargo, estaban acostumbrados a hacer esto por sí mismos, ya que viajaban a menudo fuera de la corte.
"He pensado en tu consejo."
"¿Y?"
"¿Por qué no me libré del malentendido? Es porque seguí tu consejo."
"...¿Cuándo he dicho tal cosa?"
"Nadie daría la bienvenida a una reina que les trajo la guerra."
"S... Sí. Yo dije eso."
McKenna miró a Heinley confundido.
¿Qué tenía que ver eso con no aclarar el malentendido con el Gran Duque Lilteang?
Heinley sonrió, sentado en la cama con solo los pantalones puestos.
"Vamos a ir a la guerra, ¿Cierto?"
"Si."
"No es una guerra que decidí por Reina. Al menos, no fue el detonante."
"Eso nunca es el detonante."
Por el contrario, era exactamente lo opuesto.
Cuando McKenna estaba en el Imperio Oriental, pensó que Heinley podría abandonar la idea de la guerra por la Emperatriz Navier.
A pesar de que Heinley estudiaba constantemente libros de leyes y mapas, había enviado cartas secretas a la emperatriz durante meses.
Sin embargo, McKenna terminó equivocándose.
"Pero si hay una historia sobre cómo amo a Reina, la gente siempre la asociará con la guerra. La rechazarán como la causa de la misma."
"Bueno, supongo que sí."
"No quiero enredar a Reina de esa manera. Tenías razón. Le dejaré eso a otra persona."
Los ojos de McKenna temblaron.
"Tienes razón, pero... ¿Ha habido un cambio en ti?"
"Eres inteligente, McKenna."
"Eres demasiado fácil de interpretar, Su Majestad."
"¿McKenna?"
"…Si."
"Le pondré un escudo para que esté protegida de las lenguas difamatorias."
McKenna quedó momentáneamente atónito.
Entendió lo que Heinley quería decir, pero no pudo evitar preocuparse.
Heinley se había estado preparando para la guerra contra el Imperio Oriental durante mucho tiempo.
En el proceso, conoció a la Emperatriz Navier y se enamoró de ella.
Apasionadamente.
Con gran intensidad.
McKenna no sabía lo que Heinley estaba planeando a continuación, pero no creía que fuera a forzar a la Emperatriz a estar a su lado.
¿Podría esa orgullosa mujer ser capaz de aceptar que su oponente era también su amigo?
"McKenna. Después de aplastar al Imperio Oriental, voy a llenar por completo las bocas de las personas que insultaron a Reina con piedras."
"Piedras..."
"Después de hacer eso, coseré sus bocas y haré que se postren ante ella."
Heinley esbozó una sonrisa perversa y McKenna chasqueó la lengua.
"Muy bien, Su Majestad. Sin embargo... ¿No debería preocuparse primero de si la Reina Navier aceptará al rey del país que la atacó?"
"¿Debería?"
"Sí. El amor y la amistad se destruirán primero..."
"..."
"Ni siquiera pudiste ganar su corazón como príncipe de un país. ¿Cómo vas a ganar su corazón como el rey enemigo?"
"Los pájaros bailan cuando se cortejan, McKenna. Somos pájaros."
"Un baile de cortejo..."
"¿No crees que funcionará?"
Heinley fue tan serio que McKenna no sabía si estaba bromeando o hablando en serio.
McKenna desvió la mirada y mintió.
"Funcionará. Si bailas bien."
***
La primavera estaba empezando lentamente a despertar el paisaje.
Los días no eran tan fríos, aunque el viento todavía podía afectar a la punta de la nariz.
Estaba leyendo un libro junto a una ventana abierta.
Casi había terminado de leer todos los libros que el Gran Duque Kapmen me había dado, y este era uno de los tres restantes.
Aún así, era una lástima que no haya sido posible hacer ningún acuerdo comercial con Rwibt.
Si las cosas hubieran funcionado bien, ser el centro de comercio entre dos continentes podría haber traído grandes beneficios...
'La delegación pronto regresará de la coronación.'
Quería escuchar directamente de la boca del Gran Duque Lilteang que Heinley ascendió al trono con seguridad.
Miré las hojas verdes que comenzaban a emerger de las ramas de afuera, extendí la mano y agarré la manija de la ventana.
La primavera trajo una nueva calidez, pero todavía hacía demasiado frío para dejar las ventanas abiertas durante mucho tiempo.
Sin embargo, antes de cerrar completamente la ventana, vi un pájaro azul volando hacia mí.
El pájaro hizo un círculo alrededor de la ventana, luego se abalanzó y aterrizó en el alféizar.
"¡Amigo de Reina!"
Era el otro pájaro que el Príncipe Heinley crió.
Grité de alegría ante su aparición, y el pájaro saltó hacia mí.
Después de cerrar la ventana y traerle un cuenco de agua, noté un anillo en un collar colgado alrededor de su cuello.
Editado: 30.05.2024