La espera

Capítulo III

Les observaba sin entender nada de lo que me explicaban. 

—Y es por eso que no recuerdas nada. —Finalizó Sara de explicar mi supuesto golpe. Me quedé callada, no había hecho una sola pregunta, solo comía el bocadillo que me había preparado Caín. 

—¿Quieres saber algo más? —Habló el asiático después de unos minutos de silencio. Negué con la cabeza, no tenía fuerzas para pensar, ni siquiera para saber si era real o no lo que estaba sucediendo.

—Creo que será mejor que la dejemos dormir unas horas. 

—Tienes razón, aquí estamos a salvo puedes dormir tranquila. —Dijo con una sonrisa Sara. Se levantó de mi lado y me ayudó a tumbarme en la cama. A decir verdad era una chica muy amable, me tapó con la sábana blanca y me recolocó la almohada. —Buenas noches bella durmiente. 

—Tal vez deberíamos descansar todos un poco. —Propuso Caín mirando al sofá. —Puedo dormir en el suelo y tú en el sofá.

—¡Claro que no! —Respondió algo molesta la rubia. —Cabemos ambos en el sofá, ven aquí tonto. —Dijo arrastrando al moreno del brazo. —Eso sí, recuerda que tengo novia. —Y le envío un guiño. 

Mientras ellos se acomodaban, yo los observaba, parecían buenas personas, es decir me acababan de salvar la vida, o al menos el no quedarme sin pierna, pero algo seguía sin encajar. 

—Buenas noches princesita. —Se despidió Sara con una sonrisa burlona, a lo que yo solamente asentí. —Mañana nos despertaremos pronto, así que duérmete temprano. 

Era cierto que no tenía fuerzas ni para hablar, había sido las horas más raras y pesadas de mi vida, parecía que ese día no iba a terminar nunca, pero por fin la Luna estaba haciendo su aparición en la noche. 

Unos minutos más tarde podía escuchar la respiración relajada de Sara y algún que otro ronquido, que no sabía distinguir de cuál de los dos cuerpos dormidos procedía. Y aún muriéndome de cansancio, no podía dormir. Habían sucedido demasiadas cosas en tan poco tiempo, o al menos me habían explicado que yo había hecho demasiadas cosas en tan poco tiempo.

Me destapé y observé mi pierna. Estaba bastante bien, pero me dolía y tenía manchas de sangre seca. 

Ojalá pudiera darme una ducha, pensé. Pero no podía pedir más de lo que esas dos personas ya habían hecho por mí.

¿Qué pasaría mañana? ¿Por qué nos teníamos que levantar temprano? ¿Y a qué se refería Sara cuándo dijo que estábamos seguros en este motel? ¿Nos perseguía alguien?

Me habían explicado muy por encima el plan.

Era fácil. Sin problemas, aparentemente.

Solo entramos en un banco y robamos demasiado dinero como para que no ser buscados. Y gracias a esa explicación me di cuenta de que la especie de sueño que había tenido cuando me desmayé, realmente no había sido un sueño. Había sido la realidad.

¿Quién era Haim? ¿Y por qué al despertar le nombré? No recuerdo su cara ni el por qué le nombré.

¿Era posible no recordar a una persona pero necesitarla?

Nada tenía sentido.

Apoyé los codos en la almohada y miré al sofá, donde los dos desconocidos dormían, apenas había pasado una hora, ¿Cómo eran capaces de dormir a pierna suelta después de todo lo que habíamos vivido? Ojalá yo tuviera esa habilidad.

Sonreí sin querer al observar como Sara se daba la vuelta y abrazaba a Caín por detrás, era una escena graciosa, ya que Caín no parecía que quisiera tanto amor. 

La vibración de un teléfono móvil me hizo apartar la mirada de ellos e intentar descubrir de qué parte de la habitación procedía el sonido. Me senté en la cama y apoyé la pierna mala en el suelo, con intención de levantarme. 

No deberías. Me advertía mi subconsciente. Pero siempre terminas haciendo las cosas que no debes hacer.

Y que razón tenía.

Me levanté lentamente, mordiéndome la mano para no gritar del dolor, y comencé a caminar hacia lo que parecía una pequeña cocina. El móvil estaba en la encimera, no era un móvil nuevo precisamente, más bien de estos Nokias que se podían caer desde un séptimo y romper el suelo antes que su pantalla.


La persona que llamaba insistía, y me acerqué a observar el nombre.

No lo entendía. ¿Era aquello posible?

Obviamente era posible que fuera él, no conocía a otra persona que se llamara así, pero ellos no me dijeron que le conocían.

¿Qué hacía Haim llamando a ese número? ¿Acaso conocía a Caín o a Sara? 

Aunque la pregunta realmente era; ¿Acaso yo conocía a Haim?



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En el texto hay: amnesia, amor, suspense

Editado: 17.07.2018

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