La eternidad en un mar de estrellas.

Cap. 7: 2:33.

(Universo 2, E10, 59 años desde el nacimiento de los hijos de Junuem)

Recuerdo que estaba por llegar mayo otra vez, mi cumpleaños número 11 se acercaba, y yo veía cómo César, quien ya tenía 13 años, comenzaba a sufrir el cambio de su voz, por lo que yo, como su buen hermano menor, me vi en la obligación de encargarme de la importante tarea de burlarme de César cada vez que él tenía que aclararse la garganta cuando se le salían un par de gallos al hablar.

Fue por ese tiempo que el supervisor comenzó a hacernos invitaciones a su casa, nos contó que  él llevaba un tiempo dándole vivienda a varios jóvenes, y que recientemente había llegado una niña, él estaba preocupado por ella ya que parecía menos animada con el paso de los días, y creyó que César y yo, al parecer más o menos de su edad, podríamos ser sus amigos y alegrarla un poco. César y yo siempre nos negamos, es decir, sentíamos sobre nuestros hombros la responsabilidad de hacer sonreír a una niña, y éramos tan inexpertos sobre las personas del sexo opuesto, que preferimos librarnos de ello no sabiendo nada de ella. Quién hubiera pensado que tiempo después terminaríamos siendo tan cercanos a esa niña.

(Universo 2, E10, 60 años desde el nacimiento de los hijos de Junuem)

Un año más tarde, un mes después de haber ingresado a la secundaria, llegó a mi casa una visita que cambiaría mi vida, y de verdad no estoy exagerando. Ese día, mi tío Paúl atravesó la puerta acompañado de mi prima Matilde de 9 años, ella le entregó el libro que sostenía en sus manos y luego mis padres de sangre y apariencia nos pidieron a Román y a mí que saliéramos al patio para jugar con nuestra prima.

Teníamos un columpio ahí en el jardín, Román ayudó a Matilde subirse en él y comenzó a empujarla, mientras que yo me senté a un lado de ellos sobre el pasto.

—¿Es cierto que ustedes también tienen poderes? —nos preguntó Matilde.

Román y yo cruzamos miradas—. ¿También?

Ella asintió—. Yo puedo anular sus poderes.

Arqueé una ceja—. ¿Ese es tu poder? ¿Qué clase de poder es ese? Me parece ridículo —opiné, pero en seguida me arrepentí de la rudeza de mis palabras—. Lo siento, no quise decir eso…

—Está bien. —Se encogió de hombros—. Sé que puede parecer un poder inútil, pero yo no lo veo así. Estoy segura que allá afuera hay toda clase de personas con poderes extraordinarios, habrá algunos que los usen para hacer el bien, habrá otros que lo esconderán, y también estarán aquellos que los usen para hacer cosas perversas, en aquellos casos, pienso que mi poder será de utilidad para detenerlos.

Me rasqué la cabeza—. Ya veo… tienes razón.

—Aún soy muy pequeña para hacerlo, pero algún día, pienso reunir a personas que me ayuden a detener a los malos, como una organización de súper héroes.

—Pareces muy determinada, seguro lo conseguirás —aseguró Román con una sonrisa.

Esos dos comenzaron a hablar mientras que yo me ensimismé totalmente, mi mundo seguía siendo muy pequeño, tengo que confesarte que yo nunca había pensado en lo que acababa de escuchar de mi prima, porque seguro las había, personas malas con poderes peligrosos, y me asustó la idea de llegar a toparme con alguien así, así que cerré los ojos esperando nunca encontrarme con esas personas, sin imaginarme que años más tarde, yo los enfrentaría por mi propia voluntad.

—…el… Massiel, ¿no me escuchas?

La voz de Román me hizo volver a la realidad

—Clara acaba de decirte que nuestros padres te llaman.

«¿Santiago y Griselda me llaman cuando hay visitas?», pensé con sorpresa. Estaba un poco bastante confundido, pero igual me puse de pie y seguí a Clara hasta la sala en la que esos dos y mi tío Paul se encontraban sentados. Cuando llegué, mi tío caminó hacia mí y puso en mis manos el libro con el que vi llegar a Matilde.

—Léelo —me pidió.

—¿Ahora mismo?

Él asintió.

Lo obedecí. Luego de pasar mis dedos por la portada, abrí el libro y posé mis ojos sobre las letras pintadas con tinta que había sobre la primera página. El libro parecía más como un cuento para niños, tenía pocas oraciones en cada página, y el espacio restante lo ocupaban dibujos que parecían estar hechos a mano, no contaba una historia interesante, pero esa fue la primera vez que escuché, más bien, leí, sobre mi bisabuela Junuem.

Iniciaba contando muy brevemente la vida llena de guerras de Junuem, y cómo perdió a su hermano mayor y su amado en una de ellas, pero la historia se centraba más en su encuentro con un Dios de nombre Krymtheo, no me parecía una historia con nada especial, pero el penúltimo párrafo realmente me intrigó, hablaba de los dos pequeños que tuvo mi bisabuela, uno de ellos, tenía los ojos del Dios Krymtheo, capaces de ver lo mismo que eran capaces los de Román, y el otro…

«M, el hermano menor, quien tenía una luz blanca rodeándolo», me detuve por un momento al leer eso, porque mi aura era de ese mismo color, «… nunca mostró algún signo de tener un poder, pero Junuem tuvo un presentimiento, uno malo…», «… M tenía el poder más peligroso…», «… él tenía el poder de conceder deseos…».

—¿¡Qué!? ¿¡El poder de conceder deseos!? ¿¡Massiel, tú tienes ese poder!? —quizás te estarás preguntando con sorpresa o tal vez con escepticismo.



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En el texto hay: muertes, viajes en el tiempo, super poderes

Editado: 29.10.2023

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