Esta parte de la narración hemos de explorar un tópico que será de pingüe relevancia en los desenlaces de esta historia, y es que el Grimorio Teratológico será para los integrantes de este relato y las posteriores eras, en Tauren, un libro temido por las formas que contiene, no obstante, habremos de deslindar rumores de su verdadera identidad.
El prístino acervo de costumbres, rituales, política y economía de Taured, escrito primero por Inze I, después de haber vadeado los obstáculos lingüísticos que suponían una civilización nunca encontrada por navío otro que el suyo, fue llamado “Manuscritos teológicos de Taured”, en él, Inze escribió las memorias, a guisa de diario compilatorio, de su arribo a la isla, el trato sufrido y el posterior entendimiento entre ambos grupos, mezclando luego razas en la generación ulterior a la suya. “Taured” según esto, era el nombre designado a los hombres, y la frase acuñada a la mímica del capitán mientras hacía vanos intentos de comunicarse era: “Num et Taured”, literalmente “tranquilízate, hombre”, so idea de los nativos que Inze había perdido la cordura o paciencia en su reclusión.
La posterior romanización de la lengua pérdida de esta civilización devino el nombre de la isla, así como localidades y dioses en “Tauren”, cuya interpretación en la lengua de aquellos correspondía a “mujer”. Otros nombres y modismos enteramente transcritos en los Manuscritos son “Terión”, “río” y Selfina “bahía”. De esa manera, Inze, y cada hombre que reescribiese el Grimorio con base en los Manuscritos daba la bienvenida. A continuación, en los Manuscritos, Inze compiló diferentes mapas de la isla, o de lo que podía ser oteado por ellos, sin cruzar el hoy llamado “Desfiladero del Diablo”. No sería hasta el capítulo cuatro cuando Inze II, bajo la misión de si progenitor, se diera a la tarea de compilar las creencias teológicas de Taured, cuyo nombre los hombres referían como “Olidea”, nombre que perduró gracias a los supervivientes de las masacres, y que significa “junto al mar”, o, “playa” por la analogía metafórica de esta.
La primera deidad en aparecer en el Grimorio es Zokei, un Dios asociado al equilibrio del humano consigo mismo. Los humanos, gracias a su capacidad de abstracción y asociación se han hecho con los presidios de las cadenas alimenticias y de depredación de la naturaleza; y como suele ocurrir con los grandes depredadores, su única amenaza son ellos mismos, de manera que Zokei ha fungido como interventor en las disputas más grandes entre pueblos y hombres.
A menudo se le ve representado como un hombre alto y enjuto, que carga en sus manos un ave estornino, así se ha interpretado el retablo hecho por los artistas y sacerdotes de la cultura de Taured. Sus ropas son ligeras y oscuras, negras con salpicaduras blancas, como el cielo estrellado durante una noche tenebrosa. Otras representaciones muestran a Zokei como una de las caras de un ser con dos cuerpos, unidos por la espalda y ambos con sombreros extraños.
Los rituales para Zokei son más ofrendas y agradecimientos materiales en forma de cosechas y pescas completas lanzadas a una cueva cerca del Desfiladero del Diablo, antes de la anatema que despertaría después de los eventos con otro Dios: Dot.
Dot es un Dios al que se le muestra como el guardián de los sueños y el ablandador de mentes. Su trabajo, se presume en las lenguas ya beodas de los más inveterados, más aún que el mismo Vefone, consistía en la preservación de los humanos y sus sueños. El poder de estos radica en su capacidad de abstracción, y está resultaría peligrosa de no ser porque Dot estuviese ahí para resguardar la integridad de ellos: “los sueños no siempre son irreales”.
Dot sería uno de los dioses latentes de Taured, junto a Reskid, Barfedis o GH'; esto es, no tendrían cuerpo material como Zokei, pero estos dos van de la mano, de manera que los sacerdotes Zokeikos, aquellos encargados de la comunicación entre Dot, Zokei y los humanos idearon una manera sencilla de llegar hasta ambos, para el tratamiento de cuestiones importantes para la isla. Este consistía en una preparación bebible hecha con la infusión de una especie de alga que crecía en espacios húmedos y alejados de la luz solar. Este es uno de los apartados a tratar en el punto “II”.
Dot es representado como un hombre o una mujer atractivos, según la perspectiva de preferencia del observador. Las habilidades de Dot lo convirtieron en el Dios más poderoso de la teología de Taured, y, por ello, el más imprudente, días conocidos como «la época de la cólera» destituyeron a Dot de los acervos de Taured.
GH’, Reskid y Nelesek junto a sus contra partes X', Barfedis y Ceon eran los dioses latentes, aquellos cuya figura jamás fue captada por ojos humanos, pero cuya intervención fue en la “masacre del x000” lo que creó las increpancias entre ellos y los humanos, y lo que despertó el odio y abandonó a los otros dioses. Asimismo estos son los culpables de accidentes como los de “los Pleone ” o “el caso del desperdicio 440” augurado por sacerdotes Zokeikos para el año p900.
Selkiet pareciera ser el Dios independiente dentro de la teología de Taured, este representaba el equilibrio entre el humano y las demás criaturas, estando el humano en el presidio de depredación, alguien tendría que refrenar los roces de grandeza de este, no dejando que se embebiesen del poder. Ese era Selkiet, cuya acción siempre estribaba en el horror a causar a los humanos.
Todo comenzó con la muerte en masa de una especie de aves para los tocados de plumas que guarnecían al antecesor de Vefone, un gobernador llamado “Nell”. Selkiet, rabiando por las actitudes estólidos de los humanos salió del mar y devoró, mediante unos pasajes que corrían por Selfina y el Desfiladero del Diablo, a cada humano que pudo, solo apaciguándose con el perdón y la ofrenda que Nell ofrecería aquella noche.
Una vez al mes Selkiet asomaba por las costas de Selfina, y Vefone, junto a los conspicuos sacerdotes de Selfina, daban ofrenda a Selkiet para apaciguar su ira, se decía de este que, al enfurecerse hacía crecer las mareas, provocando que los humanos detuvieran las cazas indiscriminadas y se vieran más agradecidos y afables con la naturaleza, flora y fauna.
Por último, en el Grimorio siempre hubo una pareja contumaz, aquella que atraía más la atención de quienes oteasen el libro de reojo, pues despertaban la ignominia y el pecado entre los hombres, funciones relativamente correctas en estos dos, de nombre: Myrna y Lyrse (literal de la lengua de Taured “lujuria” y “sorna” respectivamente.
La primera representaba el equilibrio entre los humanos y sus emociones, no solo la lujuria, aunque se le nombró Myrna por ser su principal tarea el refreno de las pasiones desbordadas del amor, comúnmente las más fuertes y emplazantes entre las almas de los hombres. En historias asociadas a Myrna se habla de haber amainado la furia o de manifestar sentimientos en los más estoicos.
Lyrse por otro lado se encargaba de los escapes de paradojas temporales en el curso de este. Siendo un sistema imperfecto en el que vivimos, Lyrse se encargaba de que cada escape de la realidad natural fuese controlado. Este era representado como la otra cara de Zokei, e, individualmente era pintado como un hombre viejo y jovial. Myrna por otro lado era una niña comúnmente, refrenando así las prácticas réprobas de pedofilia entre los hombres asesinando a quienes tuviesen pensamientos lascivos sobre ella.
Lyrse, Myrna y Selkiet son los responsables de la parte que diera apellido al libro impreso pronto por la estirpe de los Peterkov como “El Grimorio Teratológico”, que serviría a otra familia, los Lonhard y a propios exponentes de los Peterkov. El nombre es una locución compuesta por la mal interpretación del primero en reimprimirlo a mano, Efebo Gardner, de la estirpe de los Gardner en Terión. El Grimorio no es, pues, uno de su clase, al no ser magia la empleada en los rituales de los Dioses.
Sin embargo, hubo una ruptura entre estos y los nativos de Taured, quienes asociaron las muertes y la conquista de los europeos al abandono al que sometieron a los dioses, aunque presumían que entidades como Myrna y Zokei habían rehuido a las montañas junto a otros sacerdotes en Semille, a las afueras de Hermendía. Los últimos pasajes de la estirpe de Inze referían que en algún momento los dioses regresarían a rendir cuentas con los humanos.
Todo comenzaría con Lyrse y Myrna despertando del letargo, pues la ambición idiota del humano los ayudaría con ello. Según esto (fragmentos de las comunicaciones Zokeikas), los rituales de Lyrse y Myrna prometían a los humanos que mal interpretasen el libro, un mundo de riquezas a manos de Lyrse, la calma de sus afligencias y la devolución del alma a los muertos gracias a él; mientras Myrna estaría sujeta a la lascivia de los humanos, apelando a que su invocación atraería el amor a quien así lo desease. De manera que las interpelaciones a los casos serán puestos en apartados diferentes