"Nota de autor": Este libro es una primera versión. Actualmente he revisado, ampliado y corregido esta historia para autopublicarla en físico y digital en Amazon y Kindle Unlimited como (Oscuros Secretos I. La Familia Dark)".
Todo se había complicado aun más de lo que ya estaba con la llegada de los gemelos. Ambos habían escapado del tiroteo del banco, pero habían pasado un par de días y nadie sabía nada de ellos. Aun así, evacuamos a los Dark de la mansión y nos quedamos todos juntos en casa de la tía Brigitte. Si seguían un camino en línea recta, del puerto llegarían al banco, luego al instituto, luego cuesta arriba al cementerio, después al asilo y finalmente allá dónde nos encontrábamos. Poco daño podrían hacer en el cementerio en realidad, así que supusimos que su próximo objetivo sería el asilo. Penélope se encontraba dentro trabajando, Jeremy estaba interno, y Elliot y Nero patrullaban el exterior esperando. Sin embargo, tras lo sucedido, la policía blindó el asilo y el hospital, donde Gile se quedaba todas las noches para vigilar por turnos al abuelo, a Madame Dark y al nuevo bebé. Así que simplemente me encontraba en el enorme hall de la tía Brigitte, sentada en una larga mesa que usaban como comedor familiar, justo delante de unas escaleras de piedra que subían a un segundo piso ante una gran ventana acristalada. Quizá el techo tendría cerca de diez metros en ese espacio central, yo lo consideraría más un castillo que una mansión o una casa.
Estaba aburrida, sentada entre otra aburrida Winona y otra aburrida Quinn, mientras Logan jugaba al escondite con Michael. El tío Paul y Brigitte intentaban gestionar todos los negocios familiares en ausencia del resto, así que llevaban horas encerrados en sus despachos del piso de arriba.
Quizá fue una de las tardes más aburridas y desesperantes que recuerdo. Horas y horas a la expectativa de que ocurriera algo destacable, y nunca pasaba. Nunca, hasta que se abrieron las puertas. Nero entró deprisa y se subió a la mesa mientras Penélope y un muy ensangrentado Elliot llevaban a rastras a Jeremy, que tenía una herida de bala superficial en la pierna.
─ Maldita sea ─ dije levantándome y caminando hacia ellos a la vez que Quinn ─. ¿Qué ha pasado?
─ Al final atacaron ─ respondió Elliot ─. Vinieron ambos y montaron un follón de los gordos. Un tiroteo increíble.
─ Elliot se metió por medio ─ dijo Nero casi riéndose ─. Recibió balazos tanto de ese par como de la policía. Estarán buscando un cadáver por todas partes…
─ ¿Y cómo acabó la cosa? ─ preguntó Quinn.
─ Han detenido a ese tal Jake.
<<¿Detenido?>>. <<¿A ese tío?>>. <<No me cuadra>>.
─ ¿La policía lo tiene? ─ preguntó Quinn.
─ Sí ─ respondió Elliot de nuevo.
─ ¿Y la chica? ─ pregunté de nuevo ─. ¿La tal Emery?
─ Hemos escuchado a la policía decir que ha huido a la capital ─ añadió Penélope ─. Ha cogido un barco en el puerto hará una media hora.
Penélope ayudó a Jeremy a sentarse en la silla y se fue a por el botiquín.
─ ¿Estás bien? ─ le pregunté acercándome a él y agarrándole la mano.
─ Sí, creo que solo me ha rozado…
─ Quinn… ¿en qué piensas? ─ preguntó Elliot mirándola. El resto nos giramos y la vimos completamente absorta mirando la nada.
─ Pienso… pienso en grande, como no sé hacer de otra forma ─ respondió con una sonrisa amenazando con escapar.
─ Empiezo a tener miedo a que pienses en grande, Quinn ─ dijo Elliot.
─ ¿Y sí… y sí cogemos un barco y vamos a por ellos? ─ preguntó alzando la mirada y clavándola fijamente en nuestros ojos. Lo decía totalmente en serio, y continuó ─. Van a volver, y van a provocar más daño. A no ser que los erradiquemos en su propia casa.
─ ¿Erradicar? ¿A una super organización criminal de la capital? ─ preguntó Penélope, que había vuelto con el botiquín y lo había escuchado todo.
─ Sí. Eso es en lo que estoy pensando ─ dijo finalmente ─. Hacer las maletas, los nueve cogeremos el último barco que salga esta noche, y dormiremos en alta mar. Mañana alcanzaremos la capital y empezaremos a buscar a esa tal Emery.
Quinn se había vuelto loca, de nuevo. Sin embargo, al cabo de dos horas todos le habían acabado siguiendo la corriente. De esta escapada no podían enterarse los tíos, el abuelo o Madame Dark, ni siquiera mi madre. Nos íbamos esa noche en secreto.
El último barco hacia la capital zarpaba antes de la cena. Un crucero de pequeño tamaño, de los más pequeños que había. Aunque contaba con una treintena de camarotes de todos los tamaños. Al adentrarnos al muelle nos encontramos con un control de las patrullas del mar. Habían reforzado la seguridad por si aparecía algún criminal más en Necrolis, o alguno intentaba escapar. Incluso tenían un detector de metales, lo cual no sería un problema si no fuera porqué Elliot llevaba colgada en la espalda un arsenal de escopetas, pistolas y cuchillos entre otras armas en una bolsa de gimnasio, y bastante dinero en efectivo robado de Mason.
─ Pasar como si nada, yo haré la magia ─ dijo Quinn.
Olvidarme de los poderes de Quinn era algo constante en mi vida. Si estos no estaban siendo aplicados hacia mí directamente, eran invisibles. Elliot empezó a sudar la gota gorda cuando caminó hacia el detector de metales como si no llevara colgando un arsenal digno de un ejército. Y este pitó, por supuesto. Los poderes de Quinn no engañaban al detector, solo a los ojos de los agentes. Sin embargo, Elliot soltó la bolsa invisible y Penélope la recogió fingiendo que se ataba los zapatos. Elliot volvió a pasar por el detector y no hubo pitido. Y así fue como al cabo de quince minutos alcanzamos el mostrador que vendía los últimos pasajes del barco. Quinn se acercó con el dinero en efectivo en la mano y el señor del mostrador levantó una ceja muy gruesa y peluda.
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Editado: 15.09.2024