XIV
Sorpresa
Siento frío, pero no quiero abrir los ojos. Me muevo en la cama, pero está vacía. Me incorporo rápidamente buscando a Roberto en la oscuridad del cuarto. Ya es de noche… escucho el ruido de la ducha. Me envuelvo en una manta y me encamino al baño.
Y ahí está él… como si nada hubiese pasado. Solo una cicatriz en su pecho es recordatorio de lo que ha ocurrido en los últimos meses. Pero a pesar de todas las cosas horribles, Roberto logró salir adelante…
- Cuánto tiempo estarás espiándome… - sonrío mientras enjuagaba el champú de su cabello…
- El tiempo que sea necesario para convencerme de que estás aquí…
- Es que acaso no te quedó claro… si quieres te doy más pruebas… ven aquí…
Me metí a la ducha a su lado, el agua estaba caliente al igual que su piel…
- Amor estás congelada. ¿Te sientes bien? – dice abrazándome.
- Perfectamente – la verdad estaba algo mareada… Lo abracé con fuerza hundiendo mi cabeza en su pecho. – Te amo tanto Roberto. Creí que moriría sin ti… no vuelvas a hacer nunca más eso.
- Dilo otra vez…
- No vuelvas a hacer nunca más eso…
- No, eso no…
- Creí que moriría sin ti…
-¡¡Elena!!
Suelto una carcajada, sé muy bien a lo que se refiere. Levanto la cara para mirarlo directo a los ojos. Aquellos ojos verdes que me roban el aliento.
- Te amo Roberto. Te amo más que a nada en este mundo. No sé cómo hubiese vivido si te hubiese perdido.
- Cásate conmigo.
Ni siquiera suena a pregunta, parece más bien una orden con tono anhelante. Quedo pasmada por un momento. Me lanzo a su cuello para besarlo.
- Mañana mismo si así lo desea mi señor…
- Elena, estoy hablando en serio…
- Yo también hablo en serio.
- ¿Te casarás conmigo?
- Te lo dije, mañana mismo si es posible.
- ¡Oh Elena!
Comienza a besarme y a tocarme. Sé como acabará esto y no tengo intenciones de pararlo. Mis gemidos retumban en las paredes de aquel baño. Me siento colmada de besos, caricias y de él.
Terminamos nuestro baño, nos envolvemos en toallas y nos dirigimos a su cuarto. Al llegar un mareo me hace perder el equilibrio. Roberto me toma por la cintura para evitar que caiga al suelo.
- ¡Mi amor! ¿Estás bien? - su voz preocupada suena a lo lejos en mi cabeza.
- Estoy cansada…
- Pero claro, hoy no has comido nada y ya es de noche… y sé que durante este tiempo te has alimentado muy mal… ven recuéstate, iré a prepararte algo de cenar.
Me toma en sus brazos y me lleva a la cama… me recuesta con suavidad y me cubre con el mullido plumón de plumas.
- Yo soy la que debería cuidarte a ti… tú vienes saliendo del hospital…
- Calma… me cuidaste durante meses… vengo enseguida.
Desaparece del cuarto… a lo lejos puedo sentir el movimiento de trastos en la cocina. Me siento extraña… quizá el estrés de estos meses me pasa la cuenta. El mareo comienza a ceder. Me pongo de pie y me voy a la cocina intentando tambalear lo menos posible.
- Elena, ¿qué haces? Vuelve a la cama…
Me siento en el sofá… él acude a mí con un tazón de sopa caliente… debo a grandes sorbos… su calor me reconforta…
- Toma bebe algo dulce también. Pedí un poco de comida china, llegará en unos momentos.
- Ya Roberto, me siento mejor – me escruta con una intensa mirada.
- Te amo, moriría si te pierdo.
- Tranquilo. No me pasa nada, es solo cansancio y estrés. Ya mañana estaré mejor. Ven, déjame abrazarte, te quiero solamente para mí.
Las semanas pasan rápido, atrás quedan aquellos angustiantes momentos. Me encuentro absorta en los preparativos de nuestra boda. Quiero que todo salga perfecto. Roberto se pone nervioso con el pasar de los días. Estamos a tres días del evento y todo está listo.
***
Tocan a la puerta.
- Estás hermosa Elena. – los ojos de mi madre se llenan de lágrimas al verme lista para partir a la iglesia.
- ¡Mamá! ¡Qué guapa estás!...
- ¿Estás segura de que quieres esto? – después de su separación, mi madre se puso en contra del matrimonio o cualquier acto que implique “amarrarse” a otra persona.
- Sí mamá, estoy segura. Ya vámonos antes de que se haga tarde.
Llegamos a la iglesia. Me siento nerviosa y mis manos tiemblan. Bajo del auto y acomodo mi vestido. Un ejemplar sencillo, ceñido al cuerpo hasta las caderas y amplio hasta el piso, con escote tipo strapless y un velo pequeño, todo en color marfil.