Les veo regresar a las risitas para la hora del almuerzo y decido que es hora de otro movimiento audaz. Son cinco y se sientan juntos, mientras yo me sirvo la comida y evito la idea de ubicarme con mi amigo el contador o con Gunter como en otras ocasiones. Me acerco a la mesa de Ridge con mi ensalada y una mirada coqueta.
—¡Hola! ¿Qué tal les fue todo?—pregunto, con una sonrisa que rivaliza con la de una estrella de cine.
—¡Qué bueno verte, Malibu! Justo les había comentado a los chicos de tu idea del certamen y me comentan que se hizo uno similar en Guadalajara antes, ¿puede ser?
—Fue un escándalo—comenta la de gafas gruesas—, mucha denuncia de plagio, juntar el sector de escritores con el sector editorial más el conflicto de intereses entre los sectores institucionales provocó una fuerte confrontación y no hubo mucha trascendencia en lo local más allá de lo escandaloso que resultó.
Hija de p…
—¿Por qué no te sientas con nosotros así conversamos al respecto? Quizás exista una manera de hacerlo previendo esos percances, inclusive otras alternativas en tus planes, Beverly revisó tu mail, espero no te moleste se lo haya reenviado sin consultarte—responde él, con esa calma que me hace querer lanzarle un dardo tranquilizante solo para ver si reacciona de alguna manera diferente.
¿Beverly ahora me supervisa? ¿Cuánto lleva trabajando aquí, cuatro días? Literalmente.
¿Cómo es posible?
Y la arpía esa de gafas de culo de botella, cómo se atreve a echar por tierra mi propuesta por culpa de unos egocéntricos tramposos en otra parte del mundo.
—Claro, podemos hablarlo—les digo, mientras me ubico lo más cerca de Ridge que puedo, aunque ya tiene a dos chirusas a diestra y siniestra.
Empiezo a hablar sobre el festival, pero rápidamente cambio de tema a cosas más personales valiéndome de que estamos en el almuerzo.
Beverly se acerca a mí y sus palabras por lo bajo me dejan con algo de irritación.
—Malibu, encontré el el informe que antes había tirado en tu escritorio. Si querías leerlo, me lo podrías haber pedido.
—¿Por qué andas revisando mis cosas?
—Dejaste los papeles encima de tu teclado.
—Igual no tienes derecho.
—Era imposible no verlo. Pero no es lo que me preocupa eso, sino que el mail con tus propuestas se atribuían algunos aspectos del informe a ti aun cuando él no había leído aún el informe.
—¿Qué? ¿Me acusas de copiona? Qué graciosa eres—le digo riendo.
—No—me dice ella—. Te estoy proponiendo que hagamos esto juntas para que lo hagamos bien.
—Estamos juntas en esto, Bev.
—¿Lo estamos?
—Por supuesto. Estamos en la misma mesa, ahora somos del mismo equipo.
Ella da un resoplido y sigue con su comida, pero siento el peso de la mirada de Ridge en nosotras.
Lo único que falta es que tenga que soportar una pelea de hermanas por temitas familiares, dudo mucho que quiera eso aquí.
La tarde avanza y sigo lanzando indirectas a Ridge cada vez que tengo la oportunidad, lo cual consigue arrancarle algunas risitas. Beverly está al borde de un ataque de nervios y yo disfruto cada segundo. Pero entonces, justo cuando estamos buscando nuestros sacos para salir ya, Ridge hace algo que cambia el juego.
—Malibu, Beverly, quiero que ambas trabajen juntas en la presentación de la próxima semana. Creo que sus habilidades combinadas serán perfectas para esto—dice Ridge, sonriendo de manera encantadora.
¡¿Qué?! ¿Trabajar juntas? ¡Esto es una trampa! Beverly me mira con una expresión que podría derretir el hierro. Sé que está tan disgustada como yo con esa idea y, para ser honesta, no puedo culparla. Ella era la chica estrella de Ridge y ahora debe hacerme un lugarcito a mí. Esto va a ser interesante.
—Sí, Ridge, será un placer que me consideres para trabajar en esto con mi hermanita—confieso—. Es un honor, sabes cuánto la admiro y lo fabuloso que sería combinar nuestros talentos.
—Creo que llegaremos a buen puerto, estamos prontos a anunciar el certamen y pronto inician los montajes de estructura. ¿Tú qué dices Beverly?
Ella inhala profundo antes de responder:
—Me parece… ¡fenomenal!
—Bien, ¡que tengan buena noche! Traten no discutir estos temas en la mesa durante la cena, je, no quiero hacerlas trabajar horas extras.
—Es un placer debatir temas de libros en la mesa, descuida—le digo yo y él termina por marcharse.
Beverly me arroja una mirada al estilo “¿en serio?”.
—¿Qué? No me juzgues—le digo, acompañado de una risita que la hace reír a ella también. Me alegra que se lo esté tomando con humor, porque si acá una de las dos está ganando esa soy yo.
Mientras salimos del edificio, Beverly no puede contenerse más.
—Malibu, ¿podrías decirme qué demonios estás haciendo? —pregunta, con una furia que apenas logra contener. Yo creía que la situación le hacía reír.
—¿Qué? Solo estoy siendo amigable, responsable y colaborar con tus obligaciones. Te molesta eso?—respondo, con una inocencia fingida que sé que la enoja aún más—. No veo por qué.
—¡Sí, me molesta! Estás tratando de seducir a Ridge en medio de toda la oficina. Esto es poco profesional y patético—dice ella, con una intensidad que casi me hace retroceder—. ¿Sabes lo incómodo que resulta eso para todos los demás?
—Oh, vamos, Beverly. No exageres. Solo estoy siendo sociable. Y Ridge parece disfrutar de mi compañía, ¿no crees? —digo, lanzándole una sonrisa provocadora.
Sé que esta competencia se está volviendo más intensa de lo que cualquiera de nosotras había anticipado. Pero no voy a detenerme. No hasta que Ridge sea mío. Y aunque está claro que él jamás le parará la bola a ella, le está quitando atención valiosa que él podría invertir conmigo.
Al final del día, mientras nos dirigimos a casa, no puedo evitar reírme para mis adentros mientras se mantiene callada leyendo uno de sus libros, pasando de largo de conversar conmigo.
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Editado: 19.07.2024