—¿Quién eres? —volvió a repetir la de cabello negro, era obvio que no estaba pasándola bien, la mayor al ver sus ojos llorosos intentó compadecerse... y no lo logró, le resultaba difícil.
—¿No es más importante preguntar en dónde estás? —le sugirió la morena mientras sus pies tocaron el piso.
En ese momento el suelo empezó a cuartearse cual cristal, creando un agujero que rápidamente se expandió, la de piel clara retrocedió intentando no caer en ese abismo, al no existir puerta se sintió acorralada, el temor de caer en la oscuridad la invadió ¿Dónde estaba ese ángel que debía protegerla para siempre?
—¡No! —gritó desesperada, cerró los ojos mientras caía de rodillas, la oscuridad ya había abarcado toda la habitación, entonces sintió el piso. Comprendió que seguía en la habitación con la mayor, solo que la pintura había cambiado a negro y los muebles desaparecieron— Esto... es un sueño —jadeó la de ojos verdes, sus manos se colocaron en el suelo, buscando reiterar la idea de que no caería.
—Si —es lo único que logró atinar a decir la china.
"¡Ah! ¡qué vergüenza!" la voz de un adolescente resopló dentro la cabeza de la morena, quién colocó una mano sobre su boca, como si así evitara decir alguna palabra hiriente.
"Obviamente está asustada" respondió la voz de la mujer madura, la voz de la razón en ese caso, ya que evitó que la morena cayera en prejuicios innecesarios.
"Tienes razón. No debo ser así, seguramente así me vi cuando me paso a mi" ladeó el rostro la peliblanca, como quién mira hacia otro lado, para dejar pasar una acción que en su opinión era bochornosa.
—¿Cómo es que logras todo eso? —la pregunta de Yaxzin confirmó las sospechas de la peliblanca, ella no la iba a ayudar en su búsqueda, se había metido en un problema de a gratis, la jovencita no sabía controlar su entorno.
—Es sencillo si estas en un sueño —le respondió con sequedad la mayor.
"Te dije que no, que sería un desperdicio" la voz masculina y profunda de su cabeza, estaba regañándola, provocando más reacciones de la peliblanca.
—¡Yo desperté! —levantó la voz aquella joven, la china la miró fijamente
"No, tal vez no es un desperdicio" respondió mentalmente Itayetzi, era una conversación aparte de la que tenía con la pelinegra, esto causaba, que pareciera que no le ponía atención a la contraria.
—Si y no, es decir, fuiste al sueño "ellos" y despertaste al sueño "yo", como me gusta llamarlos —obviamente la china sabía que la menor no entendería nada de lo que le estaba explicando, estaba bien, no lo dijo para que ella comprendiera.
Itayetzi hablaba sobre el mundo de los sueños. En las noches era cuando estas energías producidas por el espacio, el entorno y en el individuo, de cierta manera producían imágenes de objetos comprensibles e incluso sensaciones, que obviamente solo los humanos podían entender.
—¿Qué? —preguntó Yaxzin llena de confusión y desesperación, sentía que el mundo se le estaba viniendo encima y para la morena era un berrinche adolescente.
—Salir de un sueño "ellos" es más difícil de lo que piensas, debes despertar las veces necesarias para salir al mundo real —aconsejó Itayetzi, quién no dejaba de mirar al techo cuando tenía la oportunidad.
"Las personas son idiotas, se meten en problemas sin entender las consecuencias ¿Qué les cuesta investigar primero?" La voz anciana se quejó en la mente de los ojos oscuros.
—¿Por qué todo debe ser tan difícil? —resopló una desesperada joven, la china ladeó los ojos, como a quién le frustraba la escena dramática de una mala telenovela.
—Es difícil porque tú lo decidiste —respondió la morena, entonces comprendió que tal vez era una pregunta retórica, por lo cual colocó uno de sus dedos en su barbilla en señal de haber cometido una torpeza.
—¿Me juzgas? Eso es lo que has estado haciendo todo el tiempo, he visto tus gestos, ni siquiera me conoces, no sabes nada de mi —gritó.
La morena admitía que, si la juzgaba un poquito, pero sus gestos no eran solo por ella, aunque tampoco le iba a decir que había personas hablándole en su cabeza.
—Perteneces a una familia de raíz, la marca en tu hombro habla de tus ancestros —eso había impresionado a la adolescente quién de inmediato abrió su camisa para dejar al descubierto esos símbolos, eran letras árabes.
—¿Yo tengo esto? —murmuró muy bajito ¿Cómo es que no lo había visto antes?
—Esa marca aparece al nacer, a quién vas a reemplazar es la única que logró verla, ya que obviamente era un sacrificio y por lo que veo en tu ombligo... fallaste —cruzó los brazos la peliblanca, la estaba acusando.
—¿Mi ombligo? —Yaxkin observó que bajo de su camisa algo brillaba, rápidamente levantó la tela para ver su piel, como si fuera un piercing, se encontraba una luz que simulaba ser un arete.
—Seguramente tu dios de raíz se siente... deshonrado —el tono que uso quién la juzgaba, fue parecido al de un juez que dicta el veredicto culpable a un acusado, Yaxzin por su parte negó con la cabeza, como si la hubieran descubierto haciendo algo indebido— Eso significa que tu familia pagará las consecuencias —estas últimas palabras lograron sacudir a la pelinegra, ahora entendía la dureza de la mayor.
Escuchar tales palabras provocaron que los ojos verdes, se convirtieran en pantanos.
—Es verdad, amor de verdad —aclaró la de cabello negro, como si estuviera confesándose en una gran corte, temblaba cual pequeña que había roto un juguete.
Al decir tales palabras el cielo empezó a abrirse, como si se tratara del techo de una casa, cayó escombro; se dejaron ver unas manos muy blancas y enormes, la china era la única que parecía sorprendida, Yaxkin simplemente lloraba de rodillas e indefensa, abrazándose a sí misma en búsqueda de consuelo.
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Editado: 14.10.2020