Ha pasado más de 3 meses desde que la familia Halls se mudó frente a nuestra casa.
Todos los días a excepción de los domingos, mi madre prepara postres y después de que me recoge en la escuela, vamos a la casa de los Halls y pasamos un rato con ellos.
Mientras nuestras madres charlan, juego con los hermanos o hago mi tarea junto con Theo, pero en secreto me distraigo mirando a Elena quien juega con sus muñecas.
Es tan hermosa, me gustan mucho el moño que se pone en la parte trasera de su cabeza, siempre es un color diferente y todas la hacen ver encantadora. La flor más hermosa, la que destaca entre todas.
No importa donde estemos ni cuantas personas haya, mis ojos siempre la encontraran. Algunas veces he logrado estar con ella a solas, pasa mucho en la escuela. No es como si la esperara cerca de su salón a la hora del almuerzo o tampoco es que me escabulla en el salón de música y arte para verla en sus ensayos.
Me sorprendió bastante saber que este año comenzó a practicar el piano y más adelante esta interesa en aprender a tocar el violín. Incluso me toco una canción para demostrarme que no estaba mintiendo. Lo único que logro fue que cayera más por ella.
¿Cuánto tengo que esperar? Mamá me dijo hace unas semanas que aun soy muy joven para saber lo que es amar, pero no estoy de acuerdo. Estoy 100% seguro que lo que siento por Elena es amor, pero viniendo de un niño para los adultos es como un capricho pasajero que pasara con el tiempo.
—¿Cómo van tus lecciones de piano? — le pregunte, aprovechando que Theo fue al baño.
—Bien, mi maestro dice que estoy aprendiendo muy rápido. — incline mi cabeza para poder ver su precioso rostro que está siendo cubierto por algunos mechones negros. —Ya puedo tocar la mitad de Canon sin que los dedos me tiemblen muy rápido. — dijo, con una gran sonrisa.
—Me gustaría volver a oírte tocar. — negó, suavemente.
—Te dije que la próxima vez sería mucho mejor.
—Eso es injusto. — rio.
—Ya volví, sigamos jugando. — Elena le volvió a poner total atención a sus muñecas y yo regrese con Theo con quien estoy jugando a las carreras con nuestros coches.
Como siempre, el tiempo se fue volando, antes de que dieran las 6 regresamos a casa y mamá coloco de inmediato la mesa. Al escuchar el motor de un auto apagarse, recogí mis juguetes y los guardé en el canasto. Corrí detrás de las piernas de mi madre y ambos enderezamos la espalda.
—Maldito hijo de puta. — gruño mi padre al entrar.
—Bienvenido. — lo saludo como de costumbre mi madre.
Mi padre la miro con el ceño fruncido y luego miro hacia mí, me estremecí y aguanté la respiración. Mi padre tiene un carácter explosivo, pero nunca nos ha lastimado, por lo que no logro entender porque mi cuerpo reacciona de esta manera cuando me mira fijamente.
—La cena está lista.
—¿Qué es hoy? — pregunto con un tono duro.
—Ensalada de pollo, sopa con crema y tiras de pan de ajo.
—Bien, vamos a cenar.
La comida fue bien, mi padre está más silencioso de lo normal y nosotros también comimos en completo silencio. Cuando se levantó siguiendo en completo silencio y escuchamos la puerta de su habitación cerrarse, ambos suspiramos.
—Todo fue bien. — murmuro mamá.
—Mamá, ¿Por qué le tenemos miedo a papá? — pegunte al dejar de sentir el miedo que limitaba los movimientos de mi cuerpo.
Mi madre en lugar de contestar me sonrió de manera dulce y al meter la mano debajo del mantel que cubre la mesa, saco un pañuelo que tiene envueltos unos trozos de brownies.
Los tome cuando los acerco a mí y coloco un dedo sobre sus labios guiñándome al mismo tiempo un ojo. Disfrute la masa de chocolate en mi boca, mi madre me miraba con un gran brillo al verme comer sus postres y antes de que se levantara para lavar los platos, note una lagrima resbalar por su mejilla.
No le gusta que la vea triste y me da de sus postres para distraerme. Siempre me abraza con fuerza y me llena de besos cuando esta triste, muy pocas veces me ha dejado verla llorar.
—Ve a jugar con tus juguetes antes de la hora de dormir.
Asentí y sin protestar me fui a la sala para sacar de nuevo de la canasta mis carritos y dinosaurios. Mamá encendió las luces cuando el sol fue remplazado por la luna, estábamos viendo una película cuando escuchamos un gruñido seguido de un golpe.
—Jay.
Mamá se levantó bruscamente y tomo mi mano, acercándome a las escaleras que llevan a la planta superior donde están las habitaciones y el cuarto de baño.
—Ve a tu habitación y entra a la cama.
—Pero aún falta una hora para las 9.
—Lo se cariño. — miro hacia las escaleras con miedo. —Mañana hare tu postre favorito.
—¡¿Sí?! — asintió y beso mi frente.
—Si mi amor. Ve a tu habitación, cierra la puerta con pestillo y entra a la cama. Recuerda, si escuchas gritos o ruidos, no bajes.
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Editado: 21.04.2024