|ROSE|
Las clases habían comenzado de nuevo, los pasillos se veían llenos de estudiantes felices por volver una vez más a Hogwarts. Pero Rose no podía evitar notar la diferencia que había por la ausencia de una de las personas que más quería.
Bajó al Gran Comedor para comer el desayuno, varios de sus primos ya se encontraban ahí, todos estaban igual, con la mirada caída y sin un deje de esperanza. Las risas que solían escucharse desde el inicio del día estaban apagadas y al parecer todo el alumnado lo notaba. Rose podía sentir las miradas de compasión que los demás enviaban a la familia y eso solo le hacían sentir incómoda. Jane era muy bien conocida dentro del castillo y sabía que todos lamentaban la noticia, pero era demasiado.
Rose dirigió su mirada a James, no se podía imaginar cómo era perder a una hermana, seguro era más duro que perder a una prima. Albus no se encontraba mejor, caminaba con la cabeza baja todo el tiempo y cada vez que escuchaba pasos acercándose a él la levantaba rápidamente, Rose creía que tenía la esperanza de que todo haya sido un mal sueño y que en cualquier momento su hermana se acercaría a él como todos los días hacía. Y en cuestión a Lily, apenas la veía.
—Hoy sería su último primer día —susurró Albus a nadie en general
Y era verdad, el trío de plata comenzaba su quinto año mientras que los gemelos Potter junto con Fred y Dominique habrían iniciado el séptimo.
Ni Rose ni Scorpius contestaron a su amigo. En cambio, ambos intercambiaron una mirada preocupada y él le tomó de la mano disimuladamente.
Un año llevaban juntos, Rose y Scorpius, y en la escuela nadie más que la familia Weasley lo sabía, y eso les bastaba para ser felices, a Rose lo único que le importaba era que su familia lo aceptase. Fue un camino lleno de obstáculos, y nada fácil cuando ellos se enteraron.
Se gustaban desde segundo año, se confesaron consigo mismos en tercero y para cuarto año ya estaba saliendo, en secreto. No era raro verlos a ellos juntos en los pasillos, incluso sin Albus, la gente no tomaba especial atención al verlos recorrer la escuela de esa manera, pero cada vez que Jane Potter pasaba junto a ellos, les veía con una sonrisa y guiñaba el ojo en forma de burla. Ella lo sabía.
Nunca supo cómo, siempre tuvieron especial cuidado al escabullirse en la noche para pasar más tiempo juntos, solían ir a los jardines dónde nadie más los molestaría.
Rose solía estar celosa de Jane, hasta tercer año Scorpius seguía sonrojándose cada vez que la veía y a Rose no le hacía especial gracia, era tan coqueta como James que no le sorprendería que incluso su mejor amigo caiga a sus pies. Tal vez ese fue el empujón que necesitaba para aceptar sus sentimientos por el rubio.
Recordó que un día a inicios de su cuarto año, Rose estaba sola leyendo un libro de historias mágicas con la espalda apoyada en el tronco de un enorme árbol que le daba la cantidad de sombra perfecta para estar ahí a gusto. Ese día se había peleado con Scorpius, pero sabía que no era una de esas peleas de rutina, ella se había enfadado de la nada y él había pagado las consecuencias, sabía que ella fue la que estuvo mal pero su orgullo era el peor de entre todos sus primos.
Noviembre,2022.
Sintió un cuerpo a su lado sentarse de la nada y percibiendo su perfume no tuvo que preguntarse quién era por lo que no levantó la vista de su lectura. Ella no decía nada y eso hacía extrañar a Rose por lo que la miró por primera vez y Jane solamente veía el lago a lo lejos con su penetrante mirada y expresión sarcástica natural. Rose suspiró.
—Ya se porque estás aquí.
—¿Ah si? —dijo ella cerrando los ojos y acomodándose con las manos en la cabeza.
—Si —contestó tajante— vienes a hablarme de mi pelea con Albus y Scorpius.
—No sabía de tu pelea con Albus y Scorpius —dijo aún con los ojos cerrados— ¿quieres hablarme de eso?
—Entonces, ¿por qué estás aquí? —respondió ignorando su pregunta.
Ella simplemente abrió un ojo para verla, arrugó la nariz y se rió. Rose pensó que estaba loca.
—Solo quiero hacerte compañía, mi rosa.
Rose arrugó la nariz.
—¡No me digas así! —se quejó y Jane solamente rió— hablo enserio.
Ambas se quedaron calladas un tiempo más hasta que Jane suspiró pesadamente, Rose no dijo nada, la castaña volvió a hacer otro de esos suspiros y puso su cabeza sobre el regazo de la pelirroja. Ella volteó los ojos y se resignó a que no terminaría de leer el libro esa tarde, lo cerró y entonces empezó a jugar con el cabello de Jane. Era de un color muy particular, no era solamente café sino que tenía destellos rojizos dejándolo en un extraño color cobre, era muy bello; Rose sabía que no debía preocuparse por peinarlo cada mañana, sus dedos pasaban fácilmente a través de sus mechones, al contrario de ella que algunas veces ni siquiera pretendía cepillarlo pues sabía que era un caso perdido.
—Estoy saliendo con alguien —soltó de repente de manera calmada, pero cuando dirigió su vista a la suya, sus ojos ya no estaban cerrados si no que la veían fijamente.
—¡¿Qué?! —preguntó con los ojos bien abiertos.