La gran emperatriz real

Capítulo VII |▪︎▪︎|

Una vez dentro de la habitación. Nemesis se percata de que alguien se acerca, en un movimiento de ir rápido hacia dentro. No logra cerrar por completo la puerta. Se apagan las luces de la habitación, un pequeño escalofrío sube por todo su cuerpo con temor de ser descubierta.

Ve por el orificio pequeño y se va hasta el fondo la habitación. Donde hay unos muebles de grandes tamaños con libres polvorientos, llenos de mugre. Tropieza con un mesa pequeña que está en medio de la habitación.

Al ver a un lado se da cuenta que esta tocando los pies de alguien. En una señal de no gritar y desesperarse por cualquier cosa que sea lo que toco, muerde su labio inferior.

Primero seria descubierta y segundo, morirá de miedo, si alguien asesino a una persona en este lugar.

La tenue luz de la luna atravesar por las ventanas con largas cortinas hasta el suelo. Se da cuenta de que es una persona real, alguien vivo.

—¿Se escapó del banquete señorita? —Susurra inclinando dirección a donde está medio acostada Nemesis —. No quería asustarla, yo igual estoy escondiendome de alguien. ¿Eres una espía de otro reino?

La voz reconocida, esa voz que ya había escuchando un par de veces. Aunque fueron pocas, podría reconocerlo, incluso si pasarán años.

—¿Príncipe...?

—Es usted. Me alegra verla, creo que esta no es la mejor forma volver a vernos.

Al darse cuenta de lo que se refiere el príncipe, se levanta más rápido que si un frijol cayera del suelo.

Interpreta una pequeña sonrisa de incomodidad. Pero apenada igual, porque siente la presión de los dos lados. Por su espalda en donde está la puerta y por otra donde está el príncipe.

Su corazón empieza a palpitar, tiene miedo de que se logre escuchar en toda la habitación. Por el gran silencio que hay entre los dos.

—Por favor, no diga que entre aquí. El príncipe heredero viene hacia este lugar, no se si exactamente aquí, pero ya viene.—Dice alterada.

—Tranquila.

Un idea ilumina su mente cuando está punto de rendirse sobre sus pensamientos de que hacer en ese lugar—no es como su haría mucho—recuerda haber traído un pequeña daga con ella.

Aquella que tiene pequeñas gamas pegadas. Fue un regalo personal de Alfwin, se supone que era para él, pero como bien se sabe, adora a su maestra quien le enseñó como usar una espada de 20 kilogramos. Un peso enorme, para el cuerpo pequeño que tenía cuando era niño. Fácil, podia ser su peso.

Ve al príncipe, y toma la desición. Acurrucarse en el rincón donde están los libros sucios.

Están lo suficientemente cerca el uno al otro. Las luces de afuera se apagan, es la señal del llamado oscuro para celebrar el cumpleaños de alguien que sube de rango.

—¿Escogieron a la emperatriz? Me lo perdí. —Dice un poco desanimado, y algo contento a su vez.

—¿Eso quiere decir que al fin podré salir?

—¿Desea salir de aquí?

—¡Si!—Por el entusiasmo subió la voz. Algo que la hizo temblar un poco del susto.

El sonido de los zapatos llegar cerca de las habitaciones se hace más constante. Cuando los dos creen que se han librado del todo. Suena el sonido de las puertas cerrarse.

Alguien esta afuera cerrando las demás puertas. Luego de unos minutos llegan a las entradas de las puertas de la habitación en donde se encuentran ellos dos.

Nemesis le pone el dedo índice en los labios del príncipe Huk, para que no haga ningún ruido ni con los ojos. Así de exagerado, los dos chocaron sus miradas, se veían el uno al otro, perdidos y olvidadizos de lo que estaba ocurriendo a unos metros de ellos.

Las luces de apagan, la habitación se oscurece por completo. Un pequeño grito de miedo, suena entre esas cuatro paredes solas. Es Nesis quien se ha asustado.

—Lo siento...Lo..siento

El príncipe Huk le pide que guarde silencio con una señal. Le recuerda que están ahí escondidos, si son atrapados los dos solos en una habitación como esa, podrían interpretar de otra manera las cosas. Esta sería una excusa perfecta para la señora Jeik  para lograr correr a Nemesis del imperio y ejecutarla con todos los cuidados sobrevivientes de la catástrofe.

Se acurrucan aún más cerca. Saben que no tienen que hacerlo, pero ahí están abrazándose por un pequeños afecto de mostrar compasión a los nervios y miedo o fobias de la señorita Nesis.

—¿Se habrán ido?—Grita una vez más, pero desde su interior al haber escuchado un ruido de algo caerse.

—No creo que lo hayan hecho, ¿cómo llegó aquí?

—¿Yo o ellos?—Continúa, después de que la señalarán—Estoy aquí para encontrar un libro el cual me responderá algunas cosas. Debería haberlas hecho contigo.

—¿Conmigo?—Pregunta confuso—. Mhm...Desearía que estuviéramos en la misma situación, tendríamos el mismo objetivo, ¿sabes?

—No, no se.

Ríe un poco, sabe que ha entendido la referencia muy bien.

—¿Eres de Soik? Según lo que me han dicho, si. Pero quiero confirmarlo.

—Lo soy, ¿alguna pregunta más? —Le sonríe un poco, mostrando sus peculiares oyuelos en las mejillas—. Adelante, puedes preguntarme lo que deseas.

—Usted mismo lo ha dicho, alteza de soik. Digo, Soukur. ¿De qué reino eres? ¿Eres el príncipe de Soik, del que tanto hablan? ¿Qué es Soik?

La mirada, aunque sus miradas no se notan. Se logra crear una tensión entre los dos, solo por las voces que producen con los susurros cerca de sus oídos.

—Ya te había dicho. Al parecer no me haces caso cuando hablo. ¿Estás enamorada de mi?

—Si...No, no, no lo estoy. Lo que quiero decir eso que, no estoy enalorada.—Su cuerpo se densa con los nervios recorrer todo su cuerpo.

—Hay que salir de aquí.

—No te vayas por favor. Tengo un pánico a la oscuridad, solo permanece a mi lado. De aquí hasta que acabe la hora del receso nocturno.

—Asi es como se llama entonces. No me iré, te abrazare hasta que te sientas más tranquila. No tendrás por qué preocuparte durante las próximas 6 horas, aquí estaré durante ese tiempo.



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En el texto hay: aventura, amor, guerra

Editado: 26.05.2023

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