Se estaba acabando el tiempo.
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Habían pasado varios minutos desde que los pavo-halcones se hubieran marchado. En las puertas del castillo de Twilight, Trixie y los Young-Six se encontraban en medio de un encuentro ... 'dificil'.
"...realmente ha sido un día difícil," terminó de decir Ocellus.
"Sí, ni lo menciones. Todos esos pavo-halcones, qué loco...," rió Trixie algo forzada.
"Sí, muy loco... ¿Quién podría haberlos llamado?" añadió Gallus en voz baja, no obstante en medio de la infructuosa conversacion, fue claramente escuchado.
Todos voltearon a ver a Gallus de inmediato, incómodos, pero a él no pareció importarle y siguió mirando a otro lado.
Trixie ya había notado antes este comportamiento. No era una buena señal.
("¿Está molesto conmigo? ¿Le hice algo hoy? ¡Piensa Trixie! ¡Piensa!") Desde que despertara casi sin memoria rodeada de pavo-halcones, Trixie había estado exigiendo al máximo su cerebro para darle un sentido a por qué estaba en esa situación.
Después de revisar en su capa y sombrero, encontrando una gran cantidad de botellas de sidra y bolsas de pastel de calabaza mal guardadas, Trixie llegó a la única conclusión lógica: 'tal vez' se hubiera dado el caso de haber perdido 'un poco' las riendas después de la alocada fiesta de la noche anterior.
Pero en situaciones como esa, se suponía que contaba con Starlight como seguro...
("¡Maldición Starlight, me juraste que me vigilarías cuando me pasara de copas con la sidra!") culpó a su amiga en sus pensamientos. Con sus recuerdos incompletos, la despistada Trixie continuó en silencio, imaginando posibilidades sin notar que estaba siendo observada.
"Consejera Trixie, ¿se encuentra bien?" preguntó Ocellus, notando la sospechosa conducta de Trixie.
"Sí, sí, todo bien," respondió de inmediato Trixie, esforzándose en mantener una imagen calmada. "Ah, por cierto, ¿dónde está Starlight?"
"No está," respondió de inmediato Smolder, sumamente seria.
"¿No está?" replicó Trixie, con un escalofrío recorriendo su espalda. ("Entonces eso significa que...") pensó en su interior.
"Tampoco está el subdirector Sunburst," añadió Sandbar desde su silla de ruedas, también serio.
"Hoo, ya veo..." respondió Trixie con una falsa calma. ("¡TAMBIÉN SUNBURST!") gritó alarmada dentro de sí.
El pánico inundaba a Trixie; en medio de un razonamiento equivocado, los recuerdos de haber pasado por algo similar antes llegaban a ella como rocas.
Muchas lunas atrás, Trixie y Starlight habían ido a un evento de caridad en Manehattan, donde, tras conocer a muchos corceles, terminaron siendo invitadas a una gran fiesta en el club nocturno más popular de esa gran ciudad. Sin nada que perder, solo queriendo divertirse, ambas amigas terminaron yendo a aquel lugar.
Cuando despertaron al día siguiente (sin memoria alguna de la noche anterior), se encontraron muy juntas en la cama, en el cuarto de Maud, con un amarrado Sunburst atrapado en el baño de la casa. Ignorando el disfraz de princesa Twilight que tenía puesto Trixie, el uniforme militar de Starlight, las cadenas de Sunburst y la gran cantidad de botellas de sidra en el suelo, el grupo de amigos (incluyendo a Maud) juró nunca más volver a mencionar aquel incidente en sus vidas.
("La sidra, siempre es la sidra...") ya segura de lo que realmente estaba pasando, Trixie tomó la iniciativa antes de que alguien más hablara.
"...muy bien, sé que tienen muchas preguntas, pero para tener una charla así de importante es mejor tener un buen ambiente. Vayamos antes adentro. ¿Están de acuerdo?" propuso Trixie en tono muy maduro, apuntando al castillo. No lo decía porque realmente quisiera continuar esa conversación; quería huir. Pero sus amigos estaban en problemas, incluso si no resultaba siendo su culpa, tenía que hacerse cargo.
Tenía que proteger la imagen respetable de sus amigos ante los alumnos. (Como ponis adultos sin problemas con la sidra).
Tras la propuesta de Trixie, los Young-Six se miraron confundidos entre sí.
"Está bien..." respondió finalmente Sandbar, dudoso y cansado. El resto de sus compañeros asintieron en silencio.
En su interior, Trixie casi saltó de la emoción; aún mantenía el control de la situación. Ahora que estaba a cargo, debía ser muy cuidadosa en su próximo movimiento. Debía averiguar más de lo ocurrido esa mañana sin llamar la atención...
"Muy bien, entonces vayamos adentro," dijo con el temple en alto, y se dirigió al castillo liderando al grupo.
Los demás, muy cansados, la siguieron... excepto Ocellus.
"Consejera Trixie," la voz firme de Ocellus se escucho desde atras. La joven cambiante no se habia movido de su lugar, y Trixie, a mitad de las escalinatas, se detuvo y giró para mirarla, seguida por el resto.
"¿Ocurre algo, querida?" preguntó Trixie, tratando de mantener su tono despreocupado.
"¿Usted realmente...?"
Justo cuando Ocellus iba a completar su pregunta, fue interrumpida.
Un intenso crujido semejante a una tubería siendo ajustada se escuchó en los alrededores. Por un momento todos se quedaron petrificados y, angustiados, levantaron la mirada al cielo, temiendo que una nueva desgracia estuviera a punto de caer sobre ellos.
Afortunadamente, no era así. El crujido se repitió y todos volvieron su mirada hacia su cercano origen.
En medio del grupo de amigos, una inquieta Yona les devolvió una mirada culpable.
"Yona aún no haber almorzado."
No era la única.
Otros crujidos se escucharon al unísono, sumándose al de Yona.
Ninguno de los Young-Six había comido. Los constantes incidentes de aquel día les habían privado de un normal almuerzo.
"Entiendo..." respondió Trixie, también dándose cuenta de su propia hambre. "¿Qué ibas a preguntar, Ocellus?"