03
La isla del maestro Roshi era mucho más pequeña de lo que Milk recordaba. Si no estaba equivocada, había ido ahí en una ocasión cuando era niña, y otra más unos años atrás. Sin embargo, era probable que en ambas ocasiones el apuro del momento no le hubiera permitido reparar demasiado en los detalles. Además de su tamaño, resultaba un poco impresionante ver que a la redonda no había ninguna otra isla cercana; sólo kilómetros y kilómetros de mar hacia donde quiera que viera. Era impresionante que Goku pudiera localizar ese pequeño punto en el mapa con su simple orientación
Una vez que arribaron, la nube voladora se paró justo sobre la casa. Milk divisó estacionado a un costado una nave que de seguro debía pertenecer a Bulma.
Goku tomó a su esposa en brazos y ésta a su hijo, y los tres saltaron de la nube hacia la tierra firme acompañados de un pequeño gritito de miedo, aunque claro también de emoción. Goku, por supuesto, se encargó sin problema de que llegaran sanos y salvos al suelo.
—¡Chicos!, ¡ya estamos aquí! —pronunció el guerrero con fuerza para hacerse notar. Los ocupantes de la casa no tardaron en hacerse presentes: Krilin, Bulma, el maestro Roshi, y la vieja tortuga que era la mascota (o algo así) del maestro.
—¡Goku! —exclamó Krilin llenó de júbilo y una amplia sonrisa en el rostro.
—¡Ah!, y Milk también vino —señaló el maestro Roshi saliendo detrás de él.
—Hola a todos, cuánto tiempo sin verlos —saludó Milk acompañada de un respetuoso gesto de su cabeza. Se encontraba aun cargando a Gohan, lo que le impedía hacer una reverencia más marcada.
Se aproximaron sin titubeo hacia Goku, y las miradas y palabras de admiración al contemplar a su viejo amigo eran notorias, así como la alegría desbordante que los envolvía. Milk no pudo evitar sonreír al ver aquello. Era notable el gran efecto que Goku tenía en aquellos que lo apreciaban.
Tras unos segundos de saludos y risas, la presencia del niño en brazos de su madre no pasó más tiempo desapercibida.
—Oye, ¿y ese niño? —preguntó Bulma señalando hacia el pequeño.
—¿Eh? —exclamó Milk un tanto confundida—. Goku, ¿no les habías hablado de Gohan? —cuestionó a continuación, mirando a su esposo con una expresión de clara reprimenda. Éste la miró de regreso con una expresión de genuina confusión que claramente decía: “¿debería haberlo hecho?”
—Bueno, por eso se los iba a presentar hoy —indicó Goku, colocando una mano atrás de su cabeza—. Chicos, él es nuestro hijo, Gohan.
—¡¿Qué?! —exclamaron todos al unísono llenos de asombro. Aunque, observando con más detenimiento al pequeño, resultaba bastante evidente; era prácticamente la viva imagen de Goku cuando era niño.
Al sentir todas aquellas miradas sobre él, el pequeño Gohan pareció sentirse cohibido e instintivamente desvió la mirada para ocultar el rostro contra el cuello de su madre.
—Vamos, no seas tímido —masculló Milk con dulzura, pasando una mano sobre la espalda del niño—. Salúdalos, anda.
Ante la instrucción de su madre, Gohan se viró lentamente hacia aquellas personas desconocidas, respiró hondo y pronunció con una vocecita aguda:
—Hola, mucho gusto…
En verdad era un niño demasiado adorable; en eso definitivamente no se parecía a Goku.
—Así que ya eres padre, Goku —comentó el maestro Roshi con voz risueña—. Y lo llamaste Gohan, como tu abuelo fallecido. Eso me da mucho gusto.
Milk bajó al niño al suelo, y éste se sostuvo en sus piecitos lo mejor que pudo. Seguía evidentemente bastante apenado, y mantenía su cabeza agachada y sus dedos jugaban inquietos entre ellos.
Bulma se aproximó entonces, colocándose de cuclillas frente a él, y le sonrió con dulzura. El niño alzó su mirada sólo lo suficiente para poder observar a la señorita que lo miraba de tan cerca.
—Mucho gusto, Gohan —pronunció despacio, extendiendo su mano hacia él—. Mi nombre es Bulma.
Gohan observó la mano con timidez, y por reflejo se apretujo un poco contra la pierna de su madre.
—No te apenes tanto —rio Bulma—. Sé que soy una mujer demasiado bonita, pero no muerdo.
Milk colocó una mano en la espalda de su hijo y lo empujó un poco hacia adelante para que diera dos pasos hacia Bulma. Al final pareció tomar suficiente valor para extender una de sus manitas, misma que Bulma sostuvo entre sus dedos para que se dieran un delicado apretón de manos.
—¿Cuántos años tienes, Gohan?
—Tengo cuatro —respondió el chiquillo en voz baja, extendiendo además en alto cuatro dedos de su otra mano.
—Ah, muy bien —asintió Bulma—. A pesar de que es hijo de Goku, parece que sabe contar muy bien.
—¿A qué te refieres? —pronunció Goku, un tanto confundido. Los demás rieron discretamente, ninguno al parecer del todo dispuesto a explicárselo.
—Gohan es un niño muy listo —declaró Milk, agachándose a lado de su hijo y colocando sus manos sobre sus hombros—. Todos los días estudiamos arduamente para que pueda ser un gran investigador cuando crezca.