Presente
Clarissa despertó poco a poco, abrió los ojos lentamente. Al verse rodeada de nada más que árboles y flores, volvió a cerrarlos. Con sus manos sintió lo que parecía ser pasto. Resopló, ya había tenido sueños raros antes pero este era definitivamente el más vívido.
Se levantó sin abrir los ojos, sabedora de que una vez estando de pie, abriría los ojos y estaría en su habitación, o en el peor de los casos, en la habitación de Paola.
Al tenerse totalmente erguida, abrió los ojos.
Árboles, flores y pasto. El aire le comenzó a faltar. Entonces vio a Paola sentada a lo lejos cerca de una fogata, a lado de ella estaba su abuela.
La abuela de Paola era una mujer extraña, siempre la veía como esperando que de la nariz de Clarissa saliera algo raro.
Clarissa de inmediato sintió escalofríos. Dio media vuelta para salir de ese lugar, seguro que pronto encontraría una carretera. Paola se había vuelto totalmente loca con eso del tema de la guardiana. Ella no necesitaba que nadie la cuidara, apenas iba a dar el primer paso cuando una mano la detuvo, giró su mirada hacia esa mano arrugada que la sujetaba con fuerza.
-No puedes irte, eres la Elegida-dijo la abuela de Paola
-¿La elegida?
-Paola hizo bien en traerte, aquí estarás a salvo
-¿A salvo de qué?
-De los que te quieren en su poder
Clarissa no entendía nada, la abuela la arrastró hacia la fogata, tan fuerte que cuando llegaron, Clarissa tuvo que sobar sus muñecas. Paola sonrió.
-No nos crees, ¿cierto?
-¿Qué demonios soy y por qué alguien querría tenerme en su poder?
-Eres la elegida, eso es un quien no un qué
-Ok
-Y no creo que estés lista para conocer la profecía
-Paola si no me dices que pasa, tendré que golpearte
Paola comenzó a reír tan fuerte.
No tenía más remedio que contarle para que había llegado al mundo, lástima, Clarissa se volvería loca.