Presente
El rey demonio tenía nombre, pocos lo conocían y Clarissa sería la última que lo diría. No sabía por qué deseaba tenerla cerca, el rey demonio no amaba...gozaba, sí, pero ¿amor? no, eso no existía en su boca. Pero la profecía decía que se enamoraría de esa niña. Incluso sintió lástima de tener que follarla para después tener que pasarla a manos de otros. ¿Y si cambiaba la profecía? ¿Y si se quedaba con ella para toda la eternidad?
El rey demonio sonrió.
Sí, eso haría. La haría su reina y nadie podría tocarla a menos que tuviera su permiso. Claro que a nadie se le otorgaría ese permiso.
Necesitaba encontrarla antes de que el idiota de Michael la tomara. Fue de inmediato a su biblioteca esperando encontrar una solución a eso. Ella podría amar al vampiro en este preciso momento. Si solo fuera un acostón no habría problema con el rey, pero si ella lo amara...eso sería una calamidad. Y a todo esto: ¿dónde estaba el humano que también debía pelear por ella?
Encontró el libro que buscaba. Fue inmediatamente a la parte de la profecía. Leyó el texto, algo había cambiado. En realidad, todo el texto había cambiado.
El rey demonio sonrió a su pesar. Al parecer la Hechicera tenía más poder del que nadie podría imaginar.
Bueno, seguro que su hermana si que sabía los poderes de esa niña.
El rey demonio sostuvo el libro y fue en busca de Juliet. La única que podría decirle el por qué del cambio.