La Heredera

16. Rumbo a la Fiesta         

Susana.

Al único que le pedía permiso era a mi padre y en la mayoría de veces me mandaba sola. Aun así, considero que sí debemos "avisarle" y no "pedirle permiso" al Gelado porque si dice que no, yo igual iré.

Ya en el departamento, Runin comienza a cocinar mientras yo miro la televisión, pero esta vez él me pide que descascare las alverjitas. Yo como soy buena le ayudo.

—¿Con qué ropa debería ir a la fiesta? —me pregunta inesperadamente. Yo no tenía idea tampoco. Ni yo sé que debo vestir mañana. Así que en vez de contestarle marco al celular y llamo a Aníbal.

—¿Qué haces? —cuestiona Runin y le respondo que estoy llamando a Aníbal para que me oriente acerca de cómo debe vestir un chico para la fiesta.

—¡Oye no lo llames! —dice mientras viene corriendo hasta el sofá donde estoy yo. Trata de quitarme mi celular, pero lo alejo. Estoy por levantarme sobre el sofá para parecer más alta. Pero él, que está en el lado del brazo del mueble, se estira y me jala de mi pantalón haciendo que caiga de golpe sobre el sofá. Se arrastra más arriba para alcanzar mis manos; sin embargo, Aníbal ya había contestado la llamada.

—Aló...

—¡Hola Aníbal! ¿Irás a la fiesta de Stephan?

—Sí, Su. Con Sora. ¿Por?

—Ah... Pues quería preguntarte como te vas a vestir, más bien, como se viste los chicos para esa clase de fiesta...

—Déjame ver... Soraya elegirá mi ropa. Pero todos van con pantalón, una camisa o polera, con o sin chaqueta.

Ruedo los ojos y le digo— gracias fuiste de mucha ayuda —. Él suelta una carcajada disculpándose y yo observo la cara de Runin sin expresión alguna.

—¿Y las chicas con qué van? —digo finalmente.

—¡Ah! Ellas van con vestido —afirma con seguridad—. Sora irá con uno. Y tú... ¡Debes ir con uno también! Para que no estés fuera de lugar. Elige uno suelto ya que sé que no te gustan los vestidos apretados como usa Sora.

—Jajaja, claro que no iré con uno, bueno no te quito más tiempo. Adiós y gracias.

Rayos.

¡Vestido y vestido y vestido! ¿Por qué tiene que ser vestido para las mujeres? Acordándome del peso muerto que está sobre mí, reclamo:

—¿Hasta qué hora vas a estar encima mío, Runin?

Él se levanta en el acto y se disculpa. Vuelve a la cocina y concentra en lo suyo. Parece que lo disfruta.

—Mejor no lo hubieses llamado, así nos hubiéramos ahorrado la vergüenza.

No le hago caso, ¿qué tiene de malo consultar? Luego de eso, esperamos hasta tarde, pero el Gelado no vino a dormir. Runin tuvo que tirar la comida que había reservado para él.

**

Hoy se inicia el primer fin de semana que pasaremos en el departamento del Gelado. Runin y yo desayunamos y luego estuvimos por la sala, muy aburridos; yo en mi laptop y él repasando sus libros hasta que comenzó a cocinar.

Runin prepara bistec con ensalada rusa y lo hace delicioso. Casi a las tres de la tarde, aparece el rey de Roma. El Gelado entra y su semblante delate su cansancio. Runin le saluda y yo no lo hago. Pensé que iría directo a su habitación, pero toma asiento en el mueble. Runin y yo estamos en la mesa con nuestras laptops. Esta es la oportunidad para avisarle al Gelado sobre la fiesta. Miro a Runin para que él sea quien le diga algo, ya que son más cercanos. Y él parece captar mi señal.

—Graham, ¿cómo te ha ido en el trabajo? —pregunta algo incómodo.

—Bien, aunque últimamente he estado muy ocupado.

—¿No descansas los fines de semana? —replica Runin.

—En realidad sí, pero siempre surgen inconvenientes y debo ir al buffet o al juzgado.

Runin hizo una pausa pensando en qué más preguntar, pero al parecer no se le ocurría nada más; así que yo me preparo para hablar:

—Gela-...Graham —trastabillo—. Hoy es sábado...

—Sí, ¿y? —dijo sentándose adecuadamente y dirigiendo su mirada hacia mí.

—Hoy tenemos una fiesta, es de un muy cercano amigo mío, así que Runin y yo iremos. ¿Okey? —digo alzando un poco la voz, pero sin sonar altanera.

—¿Fiesta? —susurra—. Bien, no hay ningún inconveniente, pueden ir.

—Y no vendremos a dormir hoy... —dije entre dientes. Él agudiza su mirada, pero finalmente cede.

Runin le ofrece comida al Gelado y él acepta sin titubeos porque aún no había almorzado. Pero antes de probarla va a tomar una ducha.

Bruno, Lisbeth, Runin y yo acordamos ir a las diez de la noche y le dije a Stephan que nos quedaríamos a dormir en su casa y él estuvo de acuerdo. La cuestión final es que no compré ningún regalo, ¿quién lleva regalos ahora a las fiestas de cumpleaños? Sí, creo que todos, pero no tuve tiempo y sobre todo se me olvidó. Aunque aún me quedaba un salvavidas: antes de ir a la fiesta podía pasar a comprar al supermercado cercano.

A las nueve de la noche me comencé a alistar, no sabía que vestido ponerme; así que, a las finales, solo me puse una falda negra con pliegues que me quedaba por encima de mis rodillas, una camisa manga larga rosa con encajes negros en el cuello y en las mangas, y unos tacones negros. No lo digo por alardear, pero me veo como toda una princesita. El último toque que me doy es rizarme laspuntas de mi cabello y maquillarme naturalmente para no parecer una zorra como Soraya.




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