La profesora Rihan Gluf llegó interrumpiendo la charla. Trae una sonrisa radiante por lo que supongo que esta feliz por algo.
—Buenas tardes, estudiantes, profesor y... — Observa al tío Adam, luego al remolino de luz perpleja.
—Adam —mi tío extiende la mano y ella hace la misma acción— Ya me debo ir, pero regresaré. Mientras, voy a investigar lo que me han dicho —se mete al remolino y este desaparece.
—Un espíritu —murmura la profesora.
—Es mi tío —le hago saber y ella asiente con la cabeza.
—Hola, señorita Gluf —Fabio se apresura a darle un beso en la mejilla que ella acepta con mucha simpatía, él sonríe embobecido, hasta un ciego vería que a ese chico le gusta la profesora.
—Buen día, profesora —saluda Marie.
—Rihan —Joseph toma su mano y la besa con delicadeza—. Un inmenso placer verla nuevamente.
Aunque me siento más aliviada por no agregarle más peso a las decepciones con mi abuelo, aún no estoy del todo relajada por todo lo que debo aprender en poco tiempo. Estoy segura de que la profesora comenzara el entrenamiento y no sé si tenga las fuerzas. Apenas he estallado con mis emociones y sale algún que otro indicio del dominio de los elementos, pero nada conciso.
—Bien, Kolie, comenzaremos tu entrenamiento. Sígueme por favor —la acompaño hasta el elevador—. ¿Descansaste?
—Un poco. —Bajamos hasta el primer piso, salimos del edificio, atravesamos rápidamente el campo y nos dirigimos al sótano de la academia.
—Aquí comenzaremos tu entrenamiento, hay que formarte con lo básico —dice mientras bajamos por la enorme escalera de caracol metálica. La luz es tenue, suficiente para ver donde piso, pero no para observar qué hay a mi alrededor fuera de la baranda.
—Claro, puedo saber, ¿a dónde lleva esta escalera? Siento que hemos bajado durante horas.
—No han... —suelta una tierna risita—, no han sido horas, apenas unos minutos, vamos a la biblioteca.
—¿La biblioteca?
—Claro, toda formación está precedida por basta información —dijo al ritmo que logré ver dos enormes rejas que se alzan algunos metros por encima de nosotras. La escalera llega hasta una puerta más pequeña dentro de la reja. La profesora hace unos gestos con las manos y menciona un conjuro casi inaudible, no logro descifrar lo que dijo. La puertecita se abre y avanzamos por un pasillo de piedra alumbrado con antorchas.
—La entrada a la biblioteca debe ser siempre en compañía de un profesor, no se permite a los estudiantes venir solos. Claro hay sus excepciones, Fabio puede traerte.
—Claro, es el sobrino del director.
—La verdad, no es por eso. Fabio se ha ganado si lugar dentro de esta institución y la influencia de su tío es eclipsada por su valeroso poder.
—Impresionante, entonces, ¿Fabio es muy poderoso?
—Uno de los estudiantes modelos —aunque estamos bajo tinieblas básicamente logro ver sus ojos brillar— Pero bueno, hablando de lo importante, la información que se guarda aquí puede ser la salvación y a la vez la destrucción del mundo Armin.
—Espero que Dard no se tropiece con este lugar.
—Aunque lo haga no podrá entrar, la puerta está hechizada con un conjuro para que las personas que no posean sangre mágica no puedan entrar.
—Pero, yo... no poseo sangre mágica, solo el collar.
—Oh, Kolie, ¿nadie te contó?
—¿Qué debo saber ahora? —me detuve en seco y cruce los brazos.
—Tranquila, no es nada malo. Aurora, tu abuela, fue una hechicera.
—¿Mi abuela?
—Sí, escuché que estudió aquí, seguro que Joseph en alguna de sus vidas la conoció.
—Debo hablar con él lo antes posible. Al parecer conoce más de mi familia que yo misma.
—Avancemos, no hay tiempo que perder.
—¿Si mi abuela fue hechicera, mi padre y mi tía Ryalin también lo son?
—Solo el primer hijo hereda la sangre mágica. Tu padre y tú son hechiceros.
—Entonces, ¿tengo otras habilidades? ¿Puedo hacer otras cosas además de dominar los cuatro elementos?
—Es probable —mi rostro se iluminó con una sonrisa y seguí a la profesora hasta la biblioteca al final del túnel de piedra.
El salón es inmenso, de puntal muy alto y todo el techo es una luz blanca que se extiende como un cielo. Hay columnas talladas con forma de animales majestuosos. Hay muchos hasta donde alcanzo a ver.
Las paredes son azul celeste, en algunas hay cuadros de paisajes y, en otras, retratos. También veo algunas puertas cerradas a lo largo del lugar. En el centro no hay nada, ni mesas ni sillas, se supone que es una biblioteca debe haber personas aquí, pero nada. El suelo está limitado con líneas doradas seguidas de cuadrados blancos y así hasta donde me llega la vista.
—¿Quién es? —señalo el primer retrato en la pared.
—Él, fue, Marcus Olliv, el primer director de la Academia Kusmet. Los cuadros representan a grandes personalidades ya sean maestros, directores, estudiantes prodigios...
—¿Fabio tiene uno?
—Aún no, pero esperamos que haga grandes cosas —sus palabras encienden la chispa en mi cerebro: “Debo tener a Fabio de mi lado para atrapar a Dard, será más fácil si somos un equipo”.
—Bienvenidas a la biblioteca —una voz femenina me saca de mis pensamientos.
—¿Quién dijo eso?
—Hable bajo, por favor, señorita Zavet —agudizo la vista y justo debajo del cuadro que hay frente a mí, una pequeña figura voladora me está hablando.
—Soy June —crece hasta volverse casi de mi tamaño—, un placer conocerla —me sonríe amablemente.
—Un placer, June. —la observo maravillada— Perdona si soy indiscreta, pero, ¿qué eres?
—Soy bibliotecaria.
—Me refiero a...
—Especie —Interrumpe la profesora—, ella es una Krilato. Seres mágicos con habilidades especiales en el dominio de la mente y los recuerdos.
—Maravilloso. —Le sonrío a la Krilato que me devuelve el gesto.
—Algún día te daremos clases para que conozcas a los seres mágicos. Pero primero lo primero, dominar con conciencia los elementos. Eres muy explosiva, Kolie, y debo resaltar que por más impresionantes que sean tus poderes, el mal uso puede costarte la vida —dice la profesora.