Sigo vendando mis muñecas con cuidado. Estas marcas se han hecho aún más grandes, duelen, y a veces arden. Además, han tomado la forma de dos lunas crecientes.
—Deberías ir a que te revisen eso —el sonido de su voz me toma por sorpresa.
Se trata de Jase.
—Creí que te vería hasta la Ceremonia —digo —, ¿todo está bien?
—Eso debería preguntarte yo.
Suelto el aliento y cuando termino de vendar mis muñecas, camino hacia la mesa, donde aún tengo el arco y la daga que Jane me dio.
—Ya quiero ver la cara de mi mamá cuando vea esto —digo, imaginándolo—, apuesto a que le dará todo un sermón a Jane.
Sonríe, pero no comenta nada. Jase siempre ha sido así, volverá a insistir que llame a un doctor debido a las marcas en mis muñecas.
—No deberías preocuparte tanto por mí —continúo —, estoy bien, Amice ya me revisó. Dijo que se trata de algo hereditario, dejará de doler con el paso de los días.
—¿Sigues teniendo esas pesadillas? —pregunta, al mismo tiempo que toma mi mano y revisa el reverso de mi muñeca.
—Son las mismas de siempre, ya lo sabes —le recuerdo —. Así que no creo que quieras escucharlo, ya sé lo que vas a decir —le recuerdo —: “hay peores cosas que los sueños Amber”.
—¿Nunca me lo perdonarás? —pregunta —, lo lamento, fue insensible de mi parte.
—No viniste a hablar de eso, ¿o sí?
—No, exactamente —responde —. Vine por algo más. Esmeralda envió una carta al príncipe, un informe, mejor dicho.
—¿Ha ocurrido algo malo? —pregunto.
—Ven conmigo —pide, tomándome de la mano —, te lo explicaremos.
—¿Qué? —pregunto aún más confundida —. Dime primero lo que pasa.
—Siempre has confiado en mí, ¿no es así? —Pregunta y yo, aunque extrañada, asiento—. Hazlo de nuevo, por favor.
Después de eso, accedo a ir con él. No es extraño que Jase me visite, prácticamente crecimos juntos, especialmente porque los Collman y los Carden han sido familias que llevan años trabajando lado a lado en el ejército.
Cuando nos encontramos en las caballerizas, cruzamos los jardines del castillo hasta llegar a las puertas y cuando estas se abren, cruzamos el gran puente de piedra. No es tarde aún, pero en un par de horas estará por oscurecerse.
Según Jase dijo, nos encontraríamos con Jane y Nathaly en los campos de cultivo al este de la ciudad. Tardamos alrededor de una hora a caballo y cuando entramos a un viejo granero, espero ver a Jane, pero no hay nadie. No hay nada más que paja, alimento y herramientas de campo. Jase se abre paso hasta llegar a la parte inferior del granero, hace a un lado la paja del suelo y cuando me acerco, veo que se trata de una compuerta. De un tirón la abre y entonces desvela una escalinata de piedra.
— ¿Qué es esto? —pregunto, en tanto seguimos bajando las escaleras. Entre más bajamos, menos luz hay.
—Conecta a los subterráneos que se hallan bajo a ciudad de Jirllenton y el castillo —responde Jase —. Son los pasajes subterráneos que conectan a toda la ciudad de Jirllenton. Es como un laberinto, así que no te separes de mí.
Avanzamos en silencio, él sigue sostiene mi mano para evitar que me pierda entre la oscuridad. Al pasar unos minutos, veo finalmente una luz y para cuando nos acercamos lo suficiente, veo una serie de caras que reconocería donde sea. Se trata de Jane Carder, Nathaly Snow y mi viejo maestro, Amice, un hombre robusto, de baja estatura y barba blanca.
—Llegaron a salvo, ¿te aseguraste de hacer lo que te pedí, Jase? —pregunta Jane —. ¿Nadie los siguió?
—Todo en orden. Me aseguré de hacer lo que me pediste al pie de la letra —responde Jase —, nadie no siguió.
—¿Pueden explicarme qué ocurre? —pregunto, extrañada y algo asustada —. ¿Qué es lo que pasa? ¿qué hacemos aquí?
—Tenemos noticias —responde Nathaly —, tu madre envió un informe que habla acerca de la situación tan crítica en la que se encuentra la nación del Fuego.
—¿Qué es este lugar? —pregunto —. Parece que no es la primera vez que están aquí. Explíquense de una buena vez.
— Tu madre debió comentarte lo que está pasando en la nación de Fuego —responde Jane—. Los ataques de los Greinlods son cada vez más frecuentes y más organizados. Tu madre nos informó de algo que hemos sospechado desde hace años. Al parecer, el ataque hacia la nación de Fuego fue un ataque premeditado—continúa—. Los Greinlods no deberían ser inteligentes, mucho menos organizados, pero… con los años, los ataques han sido cada vez peores y no sólo es eso, han sido llevados a cabo de formas estratégicas.
—¿Qué es lo que estás sugiriendo? —pregunto, casi sin aliento.
—Hay traidores en la Corte, incluyendo al príncipe Demián Steel —responde de golpe —. También sospechamos de lord Eleazar, el líder de la nación de la Tierra y creemos que el concejo del príncipe está involucrado. Tu madre ha investigado por años todo esto, pero es durante estos últimos meses que el patrón se ha hecho cada vez más evidente y repetitivo. Los Greinlods son controlados por alguien, alguien lo suficientemente poderoso como para lograr algo así.
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Editado: 18.07.2024