David nos ha llevado a esta pequeña cabina, donde se supone que Aidan y David descansarían hasta llegar a Arquidia. Desde hace tres días que estamos aquí, se supone que llegaremos la nación de Fuego esta tarde, antes del anochecer. En el puerto estaban dejando subir a civiles, lo que me parece muy extraño, ya que Arquidia no está en condiciones de recibir a más gente. Además, este barco no es para pasajeros, sino mercantil, de modo que, quienes han subido a este barco... dudo que se encuentren muy cómodos.
— ¿Te sientes bien? —escucho su voz —. Parece que quieres salir corriendo.
—No he podido dormir bien —digo, en respuesta—, pero estaré bien. No te preocupes.
— También pienso en cómo se verá —subo la mirada de golpe. Parece que sabía lo que estaba pensando —. Arquidia es la nación más orgullosa de todas, es increíble pensar que pudieron haberlos vencido. Sus soldados son de los mejores que existen, así que es normal que tengas miedo —indica, dedicando una mirada tranquilizadora —. Sin embargo... una vez lleguemos, seguramente verás cosas muy malas, Amber. Veremos a personas en muy mal estado y debes prepararte para eso. No sólo llevaremos comida para ellos, brindaremos un servicio que podría ser duro. Aidan lo ha hecho, al igual que todos nosotros, aunque no espero que lo hagas ahora.
—¿Qué clase de servicio? —pregunto.
—Aidan y David conocen mucho sobre Medicina y tratamientos médicos —responde —, y en su servicio... a veces han tenido que matar por compasión. Yo he tenido que hacerlo, al igual que Emma.
Permanezco callada, no sé qué decir.
—El plan es averiguar lo que pasó con lord Adar Strong y su concejo, de modo que tenemos que hallar la manera de entrar a la ciudad y ver si hay forma de entrar al palacio —continúa—. No será fácil, pero hallaremos la forma.
—¿Alguna vez... has matado a alguien que no sea por esa razón? —me atrevo a preguntar, pero no hay una repuesta inmediata.
—He hecho lo necesario para sobrevivir —responde —. En este mundo como en cualquier otro hay personas terribles, así que no a todos se les pueda tener misericordia.
—Yo... no sé lo que es eso —digo, porque es verdad —, pero no quiero seguir ignorando lo que pasa. No quiero que sigan protegiéndome, no quiero ser una carga —admito —, es por eso que vine. Quiero aprender, así que haré... lo que deba hacer.
—Tu madre era una General —lo escucho decir —, ¿nunca te enseñó a usar un arma?
—Jamás quiso que tuviera una instrucción militar —respondo —, pero dadas las circunstancias... voy a necesitarlo.
—Aprenderás mucho a partir de ahora —dice él —, una vez de regreso a casa, te enseñaré. Te ayudaré a usar y conocerlo tu poder, al igual que te enseñaré a usar un arma. No siempre podrás depender de tu poder, así que debes aprender a confiar primero en tu cuerpo y tus instintos—hace una pausa —. Sin embargo... si te sientes insegura al respecto, podría ayudarte Aidan en eso.
—Tú eres una buena persona —lo digo sin pensarlo, lo que también lo toma por sorpresa —, así que no me asusta, Hayden.
Antes de que responda, un golpeteo encima de nuestras cabezas hace que ambos subamos la mirada hacia el techo.
— ¿Qué fue eso? —pregunto.
—Deben ser “extranjeros”, escuché en el puerto que los llevarían a Arquidia —responde Hayden.
—¿Extranjeros?
—Son seres humanos, nacidos de un mundo distinto al nuestro, pero que colinda mutuamente —responde Hayden —. A veces nuestros mundos crean portales entre sí, de modo que ellos pueden venir aquí —explica —. Sin embargo... la mayoría de ellos son cazados y asesinados. Pocos vuelven de donde vinieron.
—Es una forma de decir que ninguno sobrevive —respondo.
Él asiente con la cabeza.
—Nunca he visto a uno de ellos —digo —. ¿Serán como nosotros?
—Te sorprendería el parecido —responde —, pero son diferentes en ciertas formas.
—¿En cuáles?
—Los humanos viven muy poco a comparación de los ervanianos —responde —, esa es su principal diferencia. Una más es que son muy frágiles, así que pueden morir muy fácilmente —hace una pausa —, pero una de las más importantes es que sus mentes son divergentes y por ello son considerados un peligro. Tal vez sean frágiles, pero su fortaleza se halla en sus habilidades para consumir lo que sea que tomen.
Cuando finalmente encallamos en el puerto de Arquidia, la primera imagen que tuve fue espantosa. El aire es agrio y a donde sea que miro observo rastros de un ataque, como parte de sus bosques consumidos por el fuego, además de enormes socavones en la tierra, como si se hubiesen creado desde su interior. Al mismo tiempo, el puerto en el que llegamos también tenía daños, y aunque no pudimos entrar a la ciudad, pudimos verla desde lejos y está completamente destruida, de modo que no quedó mucho de pie, por lo que los ciudadanos que pudieron salir fueron llevamos a un campamento a unos diez kilómetros de distancia de la ciudad principal de Arquidia.
Al llegar al campamento, Hayden y yo nos quitamos las capas por petición de Aidan, de modo que, a medida que avanzamos en el campamento, puedo ver de lo que hablaba Hayden. Hay personas heridas por donde sea que vea, algunos con quemaduras y golpes que les permiten moverse y otros en terribles condiciones, tanto como para no poder respirar sin sentir dolor. Aunado a eso, según pude notar desde que nos acercamos, los muertos han sido quemados, de modo que el hedor es inevitable.
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Editado: 18.07.2024