Observé despacio toda la habitación intentando crear en mi mente la evolución de la situación. Sabía perfectamente que necesitaba proceder con cuidado si no quería que esto se saliera de control. Muy pocas veces había tantas personas en esta oficina. Mis padres nos habían convocado a una reunión después de que los Parsons se hubieran marchado y todos conocíamos perfectamente las intenciones de esta reunión. Miguel y Daniel se suponía que estaban a kilómetros de distancia en sus respectivas universidades mientras que Allison se debería estar preparando para dormir en el internado. Que estuvieran aquí no representan buenas noticias, nunca lo eran cuando los mayores de los Mitchum aparecían.
Despacio cambie el peso de mis piernas aun observando el lugar. En el sillón se encontraban sentados Allison y Daniel completamente tranquilos mientras que Miguel y yo estábamos alerta ubicados a los lados de ellos. Lo que no era nada nuevo ya que no sería la primera vez que los sacamos de problemas.
Mi vista pasó de mis hermanos y la centré en mis padres. Mi madre se encontraba de pie junto a mi padre, el cual estaba sentado tras su escritorio. Quién mirará esta escena seguramente se sorprendería al ver las miradas y expresiones de Cristina y Xavier Mitchum en estos momentos. Los dos eran la representación de la paz y la armonía para el mundo pero cuando se llegaban a molestar. Era una historia completamente distinta.
La tensión en la habitación era palpable para todos. Cristina y Xavier estaban claramente molestos y por lo que podía intuir. Estaban intentando la manera de abordar la situación.
Al parecer, los dos decidieron que lo mejor sería iniciar con el mayor porque sus miradas se centraron en el castaño listo para pelear.
Miguel desde que lo conocí se había comportado como el más responsable de los tres hijos biológicos de los Mitchum. Toda mi vida había defendido a Daniel y Allison dejando que lo culpen de cosas que ni hacía. Lo cual no parecía molestarle por el cariño que les tenía a los dos. Era por eso que había desarrollado un mecanismo de defensa contra los castigos y regaños de nuestros padres.
Cristina y Xavier Mitchum eran unos padres amorosos y cariñosos. Para todos podrían ser catalogados como los padres perfectos. Sin embargo, todos tienen defectos y los que tenían nuestros padres era que habían fabricado la vida de sus hijos hasta el último segundo. Nunca habían aprobado las fallas que cometen mis hermanos y se les recriminaba todo el tiempo. Su propósito había sido que todos sus hijos fueran exitosos y siguieran las expectativas que ambos habían construido para ellos. Todos nosotros habíamos crecido con caminos fabricados pero yo había tenido un par de años antes de que me adoptaran donde yo había sido libre de escoger. Es por eso que entendía la razón de los problemas que daban los tres pero no por eso creía que estuviera bien lo que estaban haciendo.
- Miguel, comienza a explicar. -pidió mamá con un tono gélido que supera el mio con creces.
Eso logró sacarme de mis pensamientos levemente pero ahora me enfoque en ella. Cristina es hermosa sin duda. Una mujer admirable debido a todo lo que ha logrado fabricar. Ella trabaja en un campo donde pocas mujeres prosperaron y no solo logró sobrevivir sino que sobresale por mucho en su trabajo.
Desde que era una niña siempre había soñado en crecer para ser como ella. Le estaba eternamente agradecida por dejarme pertenecer a su familia. No cualquiera hubiera aceptado a la hija de uno de sus empleados como propia pero ella lo había hecho.
Es por esa razón que verla así, claro que me afectaba, ya que pocas veces la podías encontrar tan molesta como para usar un tono así.
- Solo extrañabamos la familia. -explicó Miguel encogiéndose de hombros por lo que volví mi atención a él.
Entrecerré levemente los ojos analizando si lo que estaba diciendo era verdad. Miguel y Daniel no se caracterizaban por ser personas de familia. Al igual que Allison, habían usado su apellido para llegar a donde estaban. Incluso, algunas veces hasta se habían aprovechado de él para librarse de varios problemas. Les gustaba el poder que conllevaba un apellido importante pero no les importaba mucho las personas que lo compartían. A pesar de los esfuerzos de Cristina y Xavier ambos habían crecido como un par de niños malcriados con el mundo en sus manos.
Por esa razón, yo sabía que algo había detrás de todo esto que ellos no querían contar aún. El problema era que entre más se dedicaran a ocultar lo que pasaba, más probable era que fuera algo grave.
- ¿Y decidieron dejar la universidad solo así? -preguntó papá con su ceño fruncido y yo ladeé la cabeza aun observando a Miguel.- ¿Se dan cuenta que la universidad es costosa? ¿Se dan cuenta que no es obligación nuestra pagarlas para ustedes?
Esa era una de las amenazas más comunes de Xavier. Siempre que mis dos hermanos mayores cometen alguna locura o se metían en algún problema, él atacaba con quitar el apoyo económico para las universidades. Lo cual para mi era absurdo cuando en primer lugar, ellos eran quienes los habían obligado a estudiar en primer lugar.
- Vas a cumplir veintiún años, Miguel. -continuó mamá con su mirada en el mayor de nosotros.- Ya no eres un niño. No puedes seguir con estas actitudes. Nosotros no estaremos siempre.
Con eso tuve que contener una sonrisa porque mi mamá por fin había decidido su jugada. Intentará apelar al lado culpable de su hijo mayor, era un golpe bajo y nada efectivo en este punto. O eso creí. Porque pude notar una reacción en él.
- Solo necesitaba vacaciones, mamá. -se tensó Miguel y yo ya veía como él batallaba con disculparse.- No creo estar haciendo nada malo. -su mirada huyó la de mi madre y casi quise negar.
Era de novatos huir la mirada porque eso era un claro gesto de que se estaba mintiendo. Lo que claramente Cristina había captado al instante.