La hija de Lucifer.

Capitulo 9.

  • Amelia… No vi nada, solo podía escuchar, fue como si pisara zona prohibida, tan solo escuchaba lo que tú escuchabas – Zaid movió su cabello con aspecto preocupada, sus rizos revolotearon por todos lados.
  • Estaba hablando con Henry – el alzó la mirada, con una ceja alzada con curiosidad -, es mi mejor amigo, pero… no era él, estoy segura. Fue como si hubieran utilizado su cuerpo, pero fuera otra persona. Comencé a procesar todo lo que había pasado. Se estaban metiendo con mis amigos.

Fue ahí cuando un destello de luz se encendió.

  • Henry es muy tímido, si ríe y todo, pero jamás sonríe completamente mostrando sus dientes, tampoco entraría así de la nada a mi coche, además, él se reía cuando le hablé de Phill, cuando normalmente lo hago, siempre, toda su vida ha hecho comentarios como “el niño pijo”, tiene ciertas cosas que lo delatan, que  son características de él – miré directamente a los ojos a Zaid -, ese no era Henry.

Asintió, creyéndome. – Bueno, a pesar de ello, tengo que investigarlo. Lo que sí me preocupa, Amelia, es que yo no puedo entrar en tus ilusiones que me comentas tienes seguido, o recuerdos, lo que sean, simplemente puedo sentirte y escucharte, así que jamás veré lo que tu vez durante alguno de esos episodios, es como si hubiera una barrera que no me deja ver, ahorita intenté entrar, pero me fue imposible, algo me lo prohibía. Necesito que me expliques todo.

Se lo explique, cada diminuto detalle, a medida que se lo explicaba más tonta me sentía, Henry nunca llega temprano, solo me llama Amelia cuando está de mal humor o cansado, no se ríe tanto, y llega a la escuela con Berry, siempre, ya que viven demasiado cerca. ¿Cómo pude ser tan idiota al no razonar la llegada de Henry?

Después de explicar todo, quedamos en silencio. Zaid decía que ni las brujas ni los ángeles, ni nada puede poseer a otro humano, hasta donde el sabia. Por lo que iba a volver a hablarles a las brujas, la culpa hasta ahora era insoportable, no podía imaginarme si lo exilian del cielo por mi culpa, por protegerme.

  • ¿Entonces, qué hago?

El rizado cerró sus ojos, pensando a máxima velocidad.

  • No confíes en nadie Amelia, nadie. Al parecer el que te persigue tiene más poder del que me imaginaba, y quiere jugar contigo, no confíes en nadie. – la última palabra la destacó, realmente queriendo hacerme entender que no confiara en nadie. Asentí.
  • Tengo que entrar ya. – recordé, ya habían algunos alumnos recién entrando y era hora para bajarme, Zaid se despidió y se fue a hablar con las brujas, lo cual no me hacía mucha gracia. Una vez que se fue, me sentí sola.

Cada vez me asustaba más la dependencia que tenía de Zaid, y también la atracción que sentía por aquel ángel.

Entré al salón de clases, con los nervios a flor de piel. Berry entró al salón de clases, Henry atrás de ella, me tensé de inmediato, ¿Y si no eran ellos mismos? Ambos me saludaron, Henry aun somnoliento y Berry con toda la energía del mundo, esta vez, si parecían ser ellos, pero nada era garantizado.

  • Hasta que apareces Meli, de verdad que nos tenías preocupado a Berry a mí – Henry habló con voz ronca, como si apenas estuviera despertando de la cama.
  • Muy cierto, no vuelvas a desaparecer así, de la nada, puf – Berry hizo una imitación de explosión con sus manos -, aquí están los apuntes de ayer – dijo y sacó un gran folder. Comencé a hojearlo e incluso venia la tarea ya hecha.

Henry sonrió de boca cerrada, sus labios rojizos en una fina línea hacia arriba. – Lo hicimos entre los dos, ya que estabas enferma – confesó con timidez.

  • Pasamos a la casa de Henry ésta mañana para recoger todo esto, van a ser cinco dólares. - bromeó Berry. Eso significaba que habían llegado juntos desde su casa.
  • Wow – dije cuando las palabras ya podían salir de mi boca -, esto es increíble, son geniales, muchas gracias – dije aún con desconfianza.
  • Mejor agradécemelo diciéndome por qué hay personas diciendo que el Porsche de afuera es tuyo, es una monada, cuéntame todo.

Vi una oportunidad de confirmar si Henry de verdad era Henry, relamí mis labios y fingí una sonrisa. – No hay de qué presumir, es de Phil.

  • De nuevo apreció el chico pijo en la conversación – se mofó Henry y Berry yo reímos.
  • Deja de decir eso Henry, Phil Tucker es muy guapo, el futuro padre de mis hijos, no hables así de él – lo reganó Berry, su amor platónico era mi hermanastro, lo cual solía enfadarme, a  la edad de catorce años, solíamos pelear por plantearnos quién quedaría con él.

Henry alzó las manos, - Vale, vale. Sigue contando, Meli.

Alcé los hombros. – Ralamente eso es todo, no hay mucho que contar, tomé su coche prestado sin que el supiera y ahí está.

Berry me dio un golpecito en el hombro. – Toda una chica mala. Hablando de eso, también tengo que decirte algo.

  • ¿Mhm?




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