Nene y Saki avanzaron por la enorme avenida que bajaba del templo y que estaba repleta de puestos. El día se había nublado y amenazaba con llover en cualquier momento. Saki paro frente a un puesto de frutas y regateo el precio de unas manzanas. Luego, pasaron cerca de otro puesto y compraron unos dulces. Las jóvenes iban entretenidas con su charla y disfrutando de una tranquila mañana. Saki volvió a pararse frente a un puesto de telas. Discutió sobre el precio de varias y cuando fue a pedir la opinión de Nene, esta había desaparecido.
Comenzó a llamarla a gritos, atrayendo la atención de la calle. Una mujer que vendía cestos de mimbre dijo haberla visto momentos antes y oír gritos desde una casa que parecía deshabitada. Saki pidió que buscaran ayuda mientras forcejeaba con una puerta sólidamente atrancada. No podía abrirla.
Dentro de la casa, a Nene le taparon los ojos y la ataron, pero como se debatía, anudaron las cuerdas de los pies con las de las manos, de forma que impidiera casi totalmente sus movimientos. Volvió a invadirla un sentimiento de impotencia al saber que estaba a merced de esos rufianes y de lo que quisieran hacerle. Eso la hizo temblar y un nudo se formó en su garganta. Fue entonces cuando oyó golpes en la puerta y la voz de Saki pidiendo que abrieran. Aquello le dio esperanza.
Hideyoshi atravesó la sala principal y se sentó frente a la silla del emperador, ocupada ahora por un monje. La muerte del emperador se había extendido como la pólvora y todos querían saber que había pasado. Sin embargo, tardarían unos días en esclarecer los hechos. Aquella le daba ventaja a Mitsuhide, ya que dejarían apartada la venganza contra el para centrarse en el heredero al trono. El candidato, desde luego, no era ninguno de los generales y el hijo del emperador, aún era muy pequeño, así que sería de su círculo íntimo.
El silencio reino en la sala mientras el monje la abandonaba. Todos se preguntaban qué ocurriría a continuación. Hacía años que el emperador no era más que un títere del general que tuviera más poder en ese momento. El emperador había ascendido con el apoyo de Nobunaga, aunque luego no llegaran a entenderse. El nuevo, se iba a encontrar con los generales peleando por las tierras. Además, nadie conocía el carácter de Yoshiaki. ¿Se dejaría manejar o, por el contrario, sería un estorbo para las ambiciones políticas de esos hombres?
Hideyoshi observo a Katsuei y a Tadamasa. Ambos se habían apartado un poco y hablaban entre ellos en voz baja. El hermano de Ranmaru estaba muy tranquilo, pero Katsuei en un momento determinado, comenzó a moverse nerviosamente. Un criado se dirigió a Tadamasa y este, con una sonrisa triunfal, salió de la sala. Katsuei observo alrededor y al comprobar de Hideyoshi lo observaba, se dirigió hacia él.