¡Advertencia de escena +18!
Ignis
Bajé la mirada hacia mi mano, que tímida, seguía agarrando el bordillo de sus pantalones. No lo estaba mirando y sabía que su sonrisa se estaba ensanchando.
—¿Te echo una mano?
Asentí.
Daveth la agarró mientras con la otra estiraba su pantalón hacia delante para meter nuestras manos juntas. Alcé la mirada con nerviosismo antes de que me diera tiempo a ver lo que escondía aquella tela marrón. El muy capullo sonrió todavía más. Entonces sentí como me hacía agarrarla y el aire se me atascó en la garganta. Abrí los ojos todavía más si es que era posible. Su respiración se volvió irregular.
Daveth me miraba a los ojos con el cuerpo tenso. Su sonrisa juguetona había desaparecido por completo. Bajó la mirada a mis labios.
—Ya te lo he dicho, Ignis. Soy todo tuyo. —Volvió a mis ojos—. Me tienes en la palma de tu mano. Haz conmigo lo que quieras.
Estaba completamente congelada. Sus palabras hicieron que mi cuerpo ardiera todavía más. Su mano seguía alrededor de la mía cuando, con gesto dudoso, dijo:
—Ignis, si no…
Antes de que terminara la frase mi mano comenzó a moverse de forma patosa. Daveth soltó un sonido grave que le nació desde lo más hondo de su garganta. Apoyó sus antebrazos a cada lado de mi cabeza, en la pared, y apretó sus caderas contra mi mano.
—Joder —jadeó.
—¿Lo estoy haciendo bien?
Tragó grueso antes de asentir con la cabeza.
—Rodéala con más fuerza.
Hice lo que me pidió sin dejar de mover mi mano.
—¿Así?
—Más fuerte —ordenó.
—¿Más?
Daveth volvió a colocar su mano sobre la mía. Me obligó a apretarla con más fuerza. Lo miré con un gesto de sorpresa.
—¿Así de fuerte?
Asintió sin emitir palabra. Le di un par de besos por la mandíbula antes de acelerar el ritmo. Daveth se apretó todavía más contra mí mientras yo intentaba guiarme por sus reacciones y expresiones. Me gustaba jugar con las velocidades, ver qué le gustaba y qué le hacía enloquecer. Poco a poco los nervios se fueron y comencé a sentirme mucho más segura.
De repente volví a mover mi mano a un ritmo lento. Daveth soltó un gruñido y entonces me miró, claramente impaciente.
—Ignis…
Sonreí. Daveth tragó con fuerza.
—¿Qué pasa?
—¿Me vas a hacer suplicar?
Mi sonrisa se tornó malévola.
—Tampoco soy tan mala —dije besándole en los labios—. Con un por favor me bastará.
Lo vi dudar, no parecía querer ceder tan rápido. Bajé mi mano hasta la base, apretando con la fuerza que me había indicado. Echó su cabeza hacia atrás, exponiendo su nuez de Adán. Le besé el cuello lentamente.
—Ignis…
—Necesito mi por favor.
—No juegues conmigo.
Estaba decidida a conseguir lo que quería, y lo que quería era que me suplicara por ir más rápido. Daveth volvió a mirarme. Cuando pensé que pronunciaría esas dos palabras acarició mi abdomen de forma ascendente hasta acunar uno de mis pechos. Arqueé mi espalda en respuesta; él esbozó una sonrisa socarrona.
—Hazlo más rápido —fue una orden más que una súplica.
—¿Y si no quiero?
Dejé de ver sus labios curvados cuando bajó su cabeza hasta el otro pecho.
—Entonces no seré yo quien ruegue.
Su boca rodeo la cima de mi pecho mientras que con su mano apretaba el otro. El cosquilleo de antes volvió a instalarse en la parte baja de mi estómago. Sellé mis labios para esconder los sonidos que luchaban por salir de mi boca.
Volví a aumentar la velocidad de los movimientos de mi mano. Daveth gimió sobre uno de mis pechos y sentí que me iba a desplomar como siguiera haciendo eso. Pero por mucho que me esforzara por hacer que Daveth dejara de torturarme de aquella manera, él parecía estar muy dispuesto a hacer que mis piernas temblasen y que mi espalda se arqueara cada vez que jugaba con mis pechos.
No iba a dejar que me hiciera acabar una vez más sólo con eso, antes conseguiría que lo hiciera él.
Lo solté, y antes de ver su expresión confusa le di la vuelta para pegarlo a él contra la pared. Abrió la boca, pero la cerró de golpe cuando bajé sus pantalones y me arrodillé frente a él. Tuve que disimular mi asombro cuando tuve su erección en frente. Antes no había tenido oportunidad de verla por la vergüenza.
—¿Ignis? —Se le cortó la respiración—. ¿Qué estás haciendo?
De nuevo, la rodeé con mi mano sin dejar de mirarle a los ojos, y antes de que volviera a preguntar continué con los movimientos de antes, cada vez más rápidos. Daveth se tensó cuando besé el lugar donde se cerraban mis dedos.
—Mierda —masculló, arrancándome una sonrisa victoriosa.
—¿Lo estoy haciendo bien?
—¿Es necesaria la pregunta?
—¿Entonces no te gusta?
—Como vuelvas a hacer una pregunta tan estúpida como esa te…
Su voz se ahogó cuando la envolví con los labios. Emitió un gemido grave que hizo arder a mi cuerpo y rápidamente agarró mi cabello con su puño, mas no guió mis movimientos. Dejó que descubriera qué le gustaba. Me permitió tentarlo y provocarlo con movimientos que seguramente eran patosos pero que, por alguna razón, parecían hacerlo enloquecer. Era la primera vez que me complacía tanto tener el control y el poder sobre alguien. Cada vez que alzaba mi mirada para ver cómo se retorcía de placer sentía que iba a volver a explotar. No pensé que algo así se disfrutaría tanto.
Sus ojos se anclaron en los míos, cada vez más oscuros, más hambrientos. Sabía que le gustaba lo que estaba viendo.
—Creo que me voy a ir al infierno por esto —formuló con voz entrecortada.
Daveth entreabrió su boca, dejando salir un jadeo que me supo a gloria en cuanto mis labios se apretaron a su alrededor. Masculló mi nombre entre dientes cuando, una vez acostumbrada a su tamaño, aumenté la intensidad. Volvió a conectar sus ojos con los míos cuando noté sus pequeños espasmos.