La hija del Portador

Capítulo 4: "Tienes que venir conmigo"

Miraba por la ventana, como dejábamos atrás las enormes casas del lado oriente de la cuidad y entrabamos a la carretera para poder seguir el camino hacia mi casa. Así deje viajar a mi mente una vez más hasta el momento en donde conversaba con Lucia, no podía casar de mi cabeza su expresión de confusión, era imposible que me hablara de tantos sucesos importantes de ella y luego hiciera como si nada hubiera paso. Me dejo absorta su facilidad de disimular, aunque aún me obligo a creer que solo yo soy la que no puedo creer ni digerir toda aquella información.

- ¿Mical? – mire a mi amiga. – ¡te estoy hablando mujer! – soltó divertida.

- Lo siento, ando súper distraída últimamente. --

- Sabes que no te creo. – me miro por el rabillo del ojo sospechando – estas muy extraña desde que estuvimos con mi tía Lucia. ¿te dijo algo? –

- Tranquila no pasa nada... - hubo un leve silencio y sin pensarlo mucho lo dije. – ando un poco paranoica desde ayer, ya que estaba segura que alguien me seguía desde que tome el metro. – solo dije para tranquilizarla, pero al ver su expresión de horror supe que me había equivocado. – pero fue solo una suposición, ya que, no vi a nada ni nadie... olvídalo. – hice un movimiento de mi mano, restándole importancia.

- Entonces desde ahora en adelante siempre te iré a dejar a tu casa. – solté una carcajada. Porque Jade siempre era muy extremista. y para cambiar de tema jugué con ello para cambiar de tema.

**

Cuando mi peliroja amiga se alejó en su gran camioneta, sentí que algo malo sucedería y no estuve totalmente tranquila, hasta el momento que recibí su llamado de --"llegue a casa, amiga. Que tengas linda semana."—pero aun así, el maldito sentimiento no se iba. Tenía mucho miedo y no sabía muy bien que estaba pasando, estaba súper paranoica, entonces, decidí comer un poco de la maravilla de pastel que Sara nos obsequió, luego me duche y al fin me fui a la cama.

Me estaba quedando dormida, cuando mi celular comenzó a vibrar. Suspirando agotada tome el teléfono, deje que sonara un poco más. No porque, no quisiera contestar sino porque me cuesta mucho quedarme dormida y todo quien me conoce sabe que sufro de insomnio. Suspire cansada y al fin conteste.

- Diga. –

- ¿Mical? – era la voz de Jade y al oír su respiración entrecortada se me paso todo el sueño. -- Discúlpame por llamar a esta hora de la madrugada pero... - y los sollozos se hicieron presentes.

- Jade ¿Qué sucedió? –

- Yo... nada... solo... -- me trato de explicar pero su llanto me confirmó mis miedos. – es mi tía Lucia... ella murió. – jade ante la noticia, aunque lo esperaba era difícil de asimilar. – Mical, mi tía falleció. –

-  Tranquila amiga... ahora ella está en un lugar mejor, por favor no llores. – alenté y pedí, algo imposible. – yo mañana al salir del trabajo voy a pasar a tu casa y estaré contigo. No te dejare sola. Lo prometo. --  

- Está bien. Gracias por contestar amiga. – susurro.

Estuve unos minutos más dándole ánimo para que se tranquilizara y al parecer funciono, ya que, al cortar se notaba un poco más tranquila.

** 5 días.**

A la mañana siguiente, no fui a trabajar. Tenía que acompañar y apoyar mucho a la peliroja, en este momento tan difícil para ella. Ese mismo día pero en la tarde fueron los funerales y cabe decir que había mucha gente; no conocía mucho a Lucia pero los momentos que compartimos juntas fueron muy lindo y me dio a entender que ella si era un Ángel. También Jade me contó, que una de las personas del servicio (que le daba su primera medicina en ayunas) la encontró muerta y para todos fue una enorme sorpresa, ya que, sus exámenes estaban dentro del rango normal y a simple vista se veía estupenda, al final nadie estaba en lo correcto.

Después de ese día. Jade entro en una tristeza profunda, intentaba todo para poder subirle el ánimo pero la pérdida de su tía amada le afecto muchísimo y al presenciar que no podía hacer nada más, me aleje. Antes que pasara algo que nos distanciara.

Y por mi parte cada día que pasaba me volvía mucho más paranoica, aunque, me convencí que todo era por los nervios de mi cumpleaños número 21. Después de todo solo faltaba 1 día.

**

Me encontraba recostada, en un bosque cubierto por una niebla fina y algo espesa. - la cual le daba un aspecto lóbrego y desolado.- con un aroma a pasto húmedo y flores silvestres que calmaban mi miedo. Mirando mi vestimenta de pantalón y polera blanca y pies descalzos, me levante de la suave hierba, para comenzar a caminar sin rumbo alguno. Solo podía escuchar el crujir de las hojas secas, algunos pájaros y búhos que cantaban a la lejanía. Cuando comenzaba a apreciar y disfrutar de este bello paisaje, oí un pequeño y casi inaudible susurro.

¿hola?... ¿hay alguien aquí? – pregunte, sin tener respuesta. Armándome de valor volví a preguntar. – ¿hola? ¿en dónde estás? –




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