La hija del Portador

Capítulo 5: ¡mujer, ya son 21 años! ¡los tienes que celebrar!

lean hasta el final. :D

En la mañana, desperté asustada por el despertador, ya que, había sido una noche larga y cuando creí haberme quedado dormida; la imagen de ese monstruo volvió. Así pase toda la noche, con insomnio por un maldito sueño, pero no le tomare importancia, pronto cumpliría 21 años y no podía temerle a las pesadillas.

Después de desayunar algo ligero (jugo, yogurt con frutas y un té helado) me dirigí tranquilamente a mi lugar de trabajo; en el famoso Red and Blue Restaurant, en el soy Camarera hace 3 años. – La paga es muy buena y he conocido a muchas personas buenas. – Al llegar, entre como siempre por la puerta trasera en donde teníamos; los casilleros, baños, duchas y dos bancos para sentarnos en nuestro tiempo libre. Nos es un lugar tan grande pero se adecua perfectamente, para todas las que trabajamos aquí.

Deje mi bolso sobre el suelo mientras abría mi casillero y sacaba mi uniforme de dos piezas; pantalón azul marino, camisa blanca, el corbatín y el delantal rojo. – el azul es de los hombres. –

- ¡hola Mical! – me abrazaron sorpresivamente por la espalda, haciendo saltar. Rio divertida, depositándome un beso en mi nuca. - ¿Cómo estas pequeña? –

- hola Camila. – gire sobre mi eje para abrazarla. Ella es una mujer de 32 años, de pelo cenizo de corte melena, ojos marrones, delgada y piel bronceada y alta. – bien, gracias ¿y tú? – tomándome de los hombros y mirándome sin creer en mis palabras dijo.

- Yo súper bien pero tú... auch. ¡te ves fatal! – hizo un mohín que me hizo reír.

- Tranquila, solo fue una mala noche. Solo eso. – me encogí de hombros.

- Te apuesto que te dejaron pendida. – lance una carcajada y negué divertida. – pequeña, vamos a laborar mejor, ya que, Minerva. – gruño de fastidio, dando a entender lo odiosa que era. Y ambas reímos, dirigiéndonos a los pequeños baños para cambiarnos de ropa, mientras ella, me contaba algunas anécdotas divertidas de sus novios de sus años gloriosos de joven. Es decir, a mi edad.

El día pasó lento y sin novedad, como suele ser siempre; escuchando algunos chismes, entrevistas de trabajo, juntas de trabajo, personas de la tv que vienen de vez en cuando, algunas personas mal humoradas porque no les gusto el café, la comida le faltaba especias y un sinfín de conversaciones y caras nuevas o las que se repiten. Típico.

Al final del día, todas mis compañeras y yo nos estábamos alistando para irnos a nuestros hogares, que no me di cuenta, cuando todas me acorralaron en mi casillero.

- ¡woow!... Emm... ¿sucede algo? – pregunte al mismo tiempo que Mika hizo la pregunta. -¿Qué? –

- ¿qué vas hacer para tu cumpleaños? - sonrío ampliamente la chica de nacionalidad cubana. Ella era un sueño de mujer morena de 25 años. Mediana estatura pero aún más alta que yo, linda figura, ojos risueños e increíble personalidad.

- En realidad nada... solo pensaba pasarlo con mi fami... - fui interrumpida por una enérgica señora.

-  ¡mujer, ya son 21 años! ¡los tienes que celebrar! - soltó Rocio. – eso queda para nosotras que la mayoría de nosotras somos viejas. – miro a todas para colocar énfasis en sus palabras. – tú eres una jovencita. -- A pesar que Rocio, es ya una mujer de 38 años, con 3 hijos; aún se conserva de maravilla. Su cabello castaño, sus ojos azules y su cuerpo de contextura mediana. Le quitaban mucha edad.

- ¡fiesta en mi casa, en honor de la pequeña Mical! – grito eufórica Theresa. Una mujer de 40 años, que el tiempo no le afectado en nada. De ojos verdes, cabello largo; rubio oscuro con reflejos dorados, alta y delgada, muy amable con todo el mundo. – El sábado, después del trabajo nos vamos a mi casa, para poder celebrar. – entonces todas gritaron un "¡sí!" al unísono y antes que pudiera decir algo Karin grito.

- ¡yo, ya tengo el regalo perfecto! – todas míranos a la chica de pelo cobrizo, de ojos color miel y de alocada personalidad de los 23 años. – chicas no se asusten, que es para todas. – otra vez gritaron todas y al fin comprendí lo que significaba.

  - ¡oigan! – me miraron y prestaron atención a lo que diría. – okay. Volvámonos locas por una noche pero no beberé nada, ya que, yo manejaré el auto. – dijo esto, me gane un aplauso por parte de todas.    

***

Después de estar riéndonos otro rato. Llegaron más personas al camerino, nos obligamos a despedirnos e irnos, cada una por su trayecto, ya sea porque las vienen a buscar o porque tienen transporte propio -- a pesar que aún me insisten, que ellos me dejaban en mi casa yo me niego (aunque cuando estoy cansada digo lo contrario) me gusta tener tranquilidad, después de un largo día. Es decir, estar sola. -- Por mi parte me fui a la parada de autobús, aunque siempre tengo que esperar un buen rato con varias personas, hasta que pase el condenado transporte, aunque el pago es irse sentada mirando el paisaje nocturno.

Al llegar a la parada de autobús; que me deja a 5 cuadras de mi casa. Me baje, le di las gracias al chofer y camine lentamente para disfrutar de la suave briza primaveral. Cuando me faltan casi 2 cuadras, se me ocurre voltear hacia atrás y me quede congelada al ver una sombra de una persona a unos cuantos metros cerca de mí. Respirando hondo, retome mi marcha y aunque a cada paso aceleraba mi caminata, al quedarme solo una cuadra mire por el rabillo de mi ojo hacia atrás y estaba segura que me estaba persiguiendo. Mis manos sudaban y mi corazón estaba a mil por segundo, entonces corrí, gire en mi pasaje hasta llegar a mi casa y antes de abrir la pequeña reja de entrar a mi pequeño ante jardín, volví a mirar hacia atrás y ya no había nadie. 




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