La historia corta de Layla West

O N C E

—Haga puño— lo hago, me da pequeños golpe en la vena—cuando te diga respire lo haces, ¿Bien? — Asiento — respire— lo hago y una aguja ingresa a mi vena, me saca la liga. Me pone un esparadrapo encima de aguja para que no se mueva.

La bolsista la pone en una máquina que la hace mover, y de un momento veo que el tubo y la bolsa trasparenten, se tiñe de rojo.

Cierro los ojos, tengo mi brazo inmóvil. Alrededor de quince minutos, la enfermera me quita la aguja, me pone un algodón con alcohol.

—Quédate acostada por unos minutos más, si te levantas demasiado rápido, podrías sufrir mareos o desmayo— me dice, lo de mareo ya lo tengo— cuando te puedas parar, te tomas esta cola que te dejo en el escritorio. Tu hermano está en la habitación 367 del tercer pisos— asiento

Escucho que la puerta se abre y luego se cierra. Inhalo y exhalo. Lo repito unas varias veces hasta que mis mareos van pasando poco a poco. Ya estoy un poco mejor.

Me pongo de pies, y mi mareo ha bajado. Camino hasta el escritorio y cojo la cola y la bebo.

Salgo del cuarto y voy hasta el ascensor. Entro y presiono el número tres. Llego al piso indicado salgo, mi celular vuelve a sonar. Lo sacó del bolsillo de mi cartera cruzada (la he tenido todo el tiempo) veo que tengo seis llamada de Anthony. ¿Le contesto?

Cojo la llamada.

—Hola—trato de sonar tranquila.

— ¡Por Dios Layla! Te estado llamando varias veces y no me contestas ¿Estas bien?— se lo escucha preocupado, pero no le pienso decir. Aun no tengo mucha confianza, ¡Hay señor que me pasa!

—Disculpa Anthony es que me quede dormida... y... no pude contestar— digo, mis nervios se hacen presente hasta en el modo de hablar.

—Estas bien, te escucho extraña, si es algo...

— ¡NO!... Estoy bien... es que solo me acabo de levantar... y por eso me escuchas así, tranquilo todo está bien... te dejo mañana tengo que madrugar— le cuelgo ante que me pueda contestar. Me siento un poco mal, pero no quiero ayuda de nadie. Tengo que salir sola de esto.

Busco la habitación de mi hermano, abro la puerta. Lo veo acostado en la cama, tiene conectado suero, la sangre que le doné y un aparato que emite un sonido fastidioso.

Se me sale un sollozo, me tapó la boca, no quiero que me escuche. Esto me recuerda a mis padres.

Hace cinco horas que mis padres se fueron a la casa de mis abuelos, ya han de estar por llegar. Quiero llamarlo saber que están bien. Tengo una sensación de que algo salió mal.

Bajo las escaleras, voy a la sala a comer el teléfono. Veo a mi tía que lo tiene, como siempre hablando con sus "Clientes". Ruedo los ojos.

Llego donde esta ella, le voy a decir algo. Pero ella comienza a llorar, pero un tanto desgarrador. Eso hace que mi corazón late más rápido.

Ella se da la vuelta y me mira, tiene lágrimas por todas sus mejillas, el delineador se le ha rodado, me mira y cierra los ojos fuertes.

Apaga el teléfono, se sienta en el mueble. No sé porque me siento como que algo malo está sucediendo, algo que me cambiara la vida para siempre.

—Tía ¿Por qué lloras?— le pregunto, trago saliva. Me falta el aire.

—Me... me acaban— solloza— llamar... del hospital me dicen que tus...

— Que tus ¿Qué?— le grito, Dios que no sea lo que pienso.

—Que tus papas... tuvieron un accidente — mi cara se descompone y respiro con dificultad—en el auto, tu papa no... — Comienza a llorar fuerte

—Tía por favor ¡DIGAMELO!— le grito como si todo lo que me digo fuera mentira debe ser una mentira.

—Tu papá, mi hermano. Murió en el auto... tu mamá esta grave en el hospital — mi mundo se detiene en ese instante

Me acerco a él, unas gotas grande de lágrimas caen sobre mi rostro, trato de ser fuerte pero no puedo. Sera que siempre estaré llorando.

Le sobo la cabeza y el abre los ojos. Me sonríe y me lleno de emoción.

—Hermanita... Gracias

Sonrió, le sobo la mejilla. Esto me parece un sueño.

—Voy a llamar al doctor— me seco las lágrimas y voy en busca de la doctora.

La doctora revisa a mi hermano, me dice que se encuentra bien, que en unos días lo dará de alta. Me tranquilizo al saber.

Me acerco donde el, está un poco pálido. Debe ser porque perdió demasiada sangre. Me mira y nuestra miradas se conecta, él sonríe y yo lo imito.

—Gracias hermana, fue un milagro haberte encontrado...— dice

— ¿Qué haces aquí? ¿Por qué tenías una herida en la pierna?— digo, estoy un poco asustada. Mi hermano entro en el mundo de las drogas, después de algunos meses de la muerte de nuestros padres.

Se deprimió mucho y entro a ese mundo.

El fija su mirada a la ventana que está en frente, su cara cambios totalmente. De alegre a preocupado, quiero ayudarlo. Espero que me deje.

—Cuando me entere que te escapaste de la casa, me alarme. Le prometí a mi papá que te cuidaría siempre, si te llegara pasar algo... pero... ¡Falle! — grita, lo calmó sobando su cabello, comienza a llorar. Tengo que ser fuerte ya las lágrimas no sirven de mucho— te falle a ti y a mis padres... Salí a buscarte pero no sabía dónde... Así que caí de nuevo



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En el texto hay: bullying, romance juvenil, romances

Editado: 02.03.2019

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