Mi madre de nombre Estela era una mujer extremadamente fuerte, de carácter y temple de acero, muy pero muy seria, era casi imposible ver dibujarse una sonrisa en su rostro.
Su afición por cierta religión era intensa, rayando en el fanatismo, al contrario de mi padre quien se podría decir que no compartía su afinidad pero la respetaba, el no comulgaba con ninguna religión, muchas veces era católico, otras tantas era ateo y otras cristiano arrepentido.
En cuanto a nuestra fe y orientación religiosa quien se impuso fue nuestra madre quien obligados y casi a rastras nos llevaba a la iglesia todas las veces que le era posible.
Ni mis hermanos ni yo tomamos los sacramentos cuando aún éramos pequeños, podría decirse que mi madre conservaba la esperanza de que fuéramos bautizados en su religión la cual solía realizar estas prácticas cuando la persona era adulta y estaba segura de su vocación religiosa.
Nunca dejo de pensar cuanto temor sentía los días miércoles, cuando por las noches mamá nos llevaba al templo en lo que se conocía como miércoles de oración, recuerdo padecer mucho miedo, recuerdo que me aterraba ir a la iglesia especialmente los miércoles llamados “miércoles de oración”, todos los feligreses se arrodillaban y comenzaban a orar, pasado un rato sus cuerpos iniciaban algún tipo de rito, danza, gritaban, se lamentaban o convulsionaban y realmente la transformación que sufrían sus cuerpos y rostros era aterradora, hablaban palabras extrañas que no se entendían.
Días después mamá me explico que cuando esto ocurría era porque estas personas habían recibido el espíritu de consolación….. Bueno…. Tampoco es como que entendí mucho entonces.
A los niños nos encerraban en un salón donde todos nos arrinconábamos, llorábamos y temblábamos de miedo hasta que culminaba la ceremonia.
Los domingos también eran para mi nublados, a diferencia de otro tipo de religiones que solo le dedican una hora a asistir a misa en esta que escogió mi madre debíamos permanecer toda la mañana desde bien temprano hasta pasada la hora del mediodía.
Los domingos eran como otro día más de escuela al llegar a la iglesia nos separaban por grupos y los niños éramos dirigidos a la escuela dominical hasta media mañana, luego nos volvían a reunir a todos para orar y alabar en familia hasta pasado el mediodía. En cuanto nos fue posible cada una de mis hermanos y yo llegada su oportunidad (alrededor de la adolescencia) hacíamos acopio de fortaleza e inventábamos algún tipo de malestar, fingíamos estar enfermos, lo que fuera para no acompañar a mamá a la iglesia, aunque esto implicara estar en cama todo el día.
AMABA a Dios, en serio que lo amaba y aún hoy lo sigo amando, yo sentía que estaba conmigo, cuidándome, protegiéndome, por eso cuando llego mi turno le pedí perdón si estaba equivocada al abandonar la fe de mi madre, pero necesitaba tener una Fe propia y mientras me preparaba para entender sus misterios y concebirlos de una manera diferente le rogué que continuara a mi lado.
Pero déjenme contarles un poquito más de mi madre……. Mi madre Estela ……… ella sí que era todo un personaje, pequeña de estatura, piel canela y de complexión gruesa, siempre tenía una expresión de seriedad absoluta en su rostro, conoció a mi padre luego de dos desencantos amorosos se casaron y tuvieron muchos hijos. Creo que de acuerdo a su religión había que traer al mundo todos los hijos que Dios le enviara y los métodos para evitarlos estaban fuera de discusión.
Doña Estela era una persona dura, luchadora y guerrera para afrontar las vicisitudes de la vida eso tengo que admitirlo. Había en ella un desdén por la dicha y la felicidad impresionante, con solo verla podías obtener un no por respuesta a cualquier petición que quisieras hacerle , para mí llevaba un cartel pegado en la frente con todas las prohibiciones que te puedas imaginar…… prohibido reír, prohibido bailar, prohibido hablar con chicos, prohibido las bebidas alcohólicas, prohibido el uso de pantalón, maquillaje, aretes, hablar de sexo era tabú, hablar sobre los cambios que sufre nuestro cuerpo al alcanzar la pubertad también era prohibido…..….. y así una larga lista de prohibiciones.
Pocas veces se le veía en casa prácticamente trabajaba de sol a sol para mantener una familia tan numerosa. Calidez, afecto, cariño, amapuches y todas esas cosas que esperas recibir de tu madre nunca sucedieron.
Un día en mi niñez se me ocurrió preguntar a mi hermana porque mi madre no era como las otras madres la respuesta que recibí en ese momento fue : “porque ella no conoció a una”, su madre murió al darla a luz por lo tanto no sabe profesar un amor que nunca recibió, por supuesto como era una niña no podía debatir este comentario, sin embargo hoy día ya adulta y luego de haber experimentado la dicha de traer hijos al mundo y la cantidad de emociones que se despiertan en ti cuando un ser crece en tu interior, el deseo tan grande de protegerlo y cuidarlo, lo siento pero no lo comparto……...…. No puedo entender esta respuesta.
Doña Estela nunca acudía a la escuela cuando era requerida por algún maestro o director, en su lugar enviaba a alguno de mis hermanos mayores así que nunca mostro mucho interés por nuestro rendimiento escolar tal vez esta sea la razón de la gran baja escolar que hubo en mi familia, todos abandonaban los estudios apenas pisaban el séptimo u octavo grado.