Lo supo en el momento en que la ardilla salió despavorida, supo que algo no estaba bien.
—¿Quién es?
Dijo lo más calmada posible mientras observaba minuciosamente a los lados, la sombra había desaparecido, dio algunos pasos cuando unos brazos la sostuvieron del cuello y hombros, apretando fuertemente. Asustada se intentó zafar, no sabía lo que sucedía pero tenía la sensación de que algo malo pasaría si no corría.
—Dile a Vinicio que aquel está aquí
Dijo la persona con voz baja, su rostro estaba cubierto con una gorra.
Su sentido vampírico se exaltó, la persona que estuviera detrás, definitivamente no era un humano, Vanesa podía ser mitad vampiro pero aún así tenía una fuerza mayor que la de los humanos pero no podía moverse ni un centímetro. Su respiración era entrecortada y mientras buscaba las maneras de escapar, un dolor agudo atravesó todo su cuerpo. Dio un quejido y un líquido caliente recorrió su cuello, estaba siendo mordida.
Su cabeza comenzó a palpitar, su visión se comenzó a distorsionar y comenzó a sudar frio. Por instinto subió su rodilla y su pierna encajó con la parte de hombre vampiro, humano o cualquier bestia que los hacia debilitar, sus partes bajas. En el momento en que soltó su agarre y el vampiro se encontraba retorciéndose en el suelo, corrió lo más que podía, de su cuello brotaba más sangre, cuando se soltó del agarre los colmillos rasgaron más su cuello y por si fuera poco su dolor de cabeza había incrementado.
Fue por un callejón jadeando y tropezandose tratando de esconderse, vio el final del callejón, que llevaba una calle transcurrida, con suerte se encontraría alguien y pediría ayuda. Cuando llegaba al final su cuerpo arremetió contra el suelo, sus brazos fueron bloqueados.
—¿Qué quieres?
Su voz sonó entre cortada y titubeante. No hubo respuesta de su parte, sintió de nuevo el filo de los colmillos contra su cuello, Un recuerdo invadió su mente, era la fotografía de su madre en el camafeo. Su padre le había dicho que en situaciones de peligro el camafeo la protegería.
Sin dudar rompió el collar de su cuello y lo lanzó a la cara de él. Un grito abrumador se escuchó de su parte, sin dar paso a entender lo sucedido, salió corriendo de nuevo, pero esta vez no duró mucho. Cuando volteo la esquina su vista se nubló.
Su conciencia venía de vez en cuando, no podía mover ni un músculo, lo único que podía ver era el rostro desfigurado y borroso de alguien y unos ojos dorados. Esos ojos por alguna razón le daban tranquilidad siendo así su último recuerdo.
Cuando despertó miró a su alrededor agitada, buscando alguna señal del vampiro y para su sorpresa vio a su padre sentando junto a ella con una mirada de preocupación; Vanesa se encontraba en su cama, intentó levantarse pero el dolor en su cuello y cabeza fue más fuerte Todos los recuerdos volvieron a su cabeza, vio a su padre e intentó hablar pero su garganta estaba seca. Su padre le entregó un vaso con agua.
—No te muevas, el veneno aún no se ha ido del todo.
¿Veneno? Estaba confundida. Todo lo que sucedió y su extraña enfermedad le estaban volviendo loca.
—Hija, necesitamos hablar. Esto que sucedió podrá pasar de nuevo, tenemos que tener cuidado. Yo...soy muy débil y no tengo la fuerza para protegerte. Probablemente necesitemos mudarnos.
Para Vanesa la mudanza sonaba demasiado, toda su vida fue en Northville y no entendía la razón.
—¿Mudarnos? Papá, ¿Qué está pasando? ¡¿Qué me sucedió?!
Dijo desesperadamente, su cabeza dolía así que respiró hondo y se intentó calmar, puso su mano en su pecho intentando sostener su collar, era el único que le daba fuerzas para momentos así. Cuando no lo sintió se dio cuenta que lo había perdido. Un inmenso vacío se apoderó de ella y el miedo inminente. Su padre la agarró de la mano intentando calmarla.
—Parece que ese vampiro intentaba controlarte, sabes que nosotros manipulamos la sangre, gracias a ello si pasamos nuestra sangre, esta se convierte en veneno y mediante nuestros colmillos podemos controlar a alguien. Lo que intentaba hacer era secuestrarte, gracias a que luchaste no pudo lograr el enlace. Sé que tienes preguntas pero eso es lo único que te puedo decir. Por ahora duerme, cuando descanses ya te habrás recuperado.
En el momento en que su padre traspasó la puerta, todos los momentos vividos volvieron a su cabeza como dagas, a pesar de lo dicho por su padre, no pudo conciliar el sueño.
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Hola queridos lectores, espero que estén disfrutando de La historia de una Beta, es un libro que escribí hace 6 años. Muchas veces intenté editarlo pero hasta ahora me he decidido a continuarlo. Gracias a ustedes me hacen seguir adelante :)