Cuando sonó el despertador, su mirada pasó de un lugar a otro y observó hacia su ventana. Para ella era otro día más, otro día que se sentía vacía.
—Buenos días
Bajó hacia el comedor, hizo algunas tostadas con jamón y se sentó frente a su padre. Que veía unos documentos en la mesa con seriedad. Vanesa alcanzó a ver algunos que decían "Casas en alquiler".
—Papá, se que crees que es peligroso. Pero ya me falta poco para graduarme y probablemente ya no vuelva a pasar lo mismo así que...
—Basta
—Pero, es que no lo entiendo ¿Por qué ocurrió todo esto? Todo era tranquilo y nunca me pasaba nada, ni siquiera me enfermaba...
Su padre dejó de ver los documentos para ahora mirarla a ella con una mirada de preocupación.
—¿Te enfermaste?
—Bueno, no lo sé. Simplemente me dolía la cabeza...
Sabía que si decía que se había desmayado las cosas empeorarían.
Terminó de comer y se levantó de la mesa. Observó a su padre que tenía una mirada perdida.
—¿Qué ocurre?.
Preguntó acercándose a él y puso una mano en su hombro.
—Mira la hora, vas a llegar tarde.
Le dió una pequeña sonrisa y siguió revisando los documentos. Vanesa quería resolver sus dudas, pero sabía que no debía obligar a su padre, él ya tenía muchas cosas pendientes para añadir otra a la lista.
Se alistó para ir a la escuela, se miró en el espejo y vio las dos marcas que habían en su cuello, buscó una bufanda en el armario y se la puso.
Cuando llegó, habían pasado 20 minutos desde que sonó la campana. Aceleró el paso y entró al salón. La clase era matemáticas y enseguida que el profesor la vio tachó su nombre en el tablero. Hacía tiempo que no tenía una anotación.
—Cooper, llega tarde
Se sentó lo más rápido posible y sacó su cuaderno. Sintió calor en su espalda, tanto que miró hacia atrás. Sus ojos se encontraron con los de ese chico, Michael. Su mirada era fija y su corazón se aceleró cuando observó sus ojos de color dorado. Cuando parpadeo sus ojos volvieron a ser marrones. Un recuerdo invadió su mente acordándose de aquella persona que la cargaba mientras se encontraba inconsciente. Dejó de pensar en ello cuando se dio cuenta de lo imposible que era si se trataba de la misma persona.
Le dio una mirada de odio haciendo que Michael dejara de observarla. Vanesa se relajó y continuó prestando atención a la clase.
En el cambio de clases, fue hacia su casillero buscando sus libros. No duró mucho su tranquilidad cuando escuchó el eco de los estruendosos tacones, el perfume "Urgh" y la voz chillona.
—¿Qué demonios es eso? ¿Qué te pusiste?
Christie se acercó junto a la otra que bueno se le había olvidado el nombre. Vanesa era mala recordando nombres y menos si eran personas que no influían en su vida. Aunque nada influía más que Christie, era como un pedazo de papel pegado a su trasero. Vanesa no sabía que era lo interesante que tenía como para que siempre tratara de molestarla.
—¿A qué te refieres...
No hubo tiempo de voltearse cuando Christie desató la bufanda, cuando se dio cuenta de la situación con su palma tapó la marca de su cuello. Christie la miró confundida hasta que su cara puso una expresión de revelación. Vanesa se tensó mientras veía que los demás estudiantes se acercaban. Era como si Christie fuera la miel y los estudiantes las abejas ¿Qué no tenían otra cosa que hacer o algo?
—Oh dios mío. Vanesa, no lo sabía
Para Vanesa era el fin si descubrían la existencia de los vampiros, se imaginaba encerrada como rata de laboratorio.
—Qué buen chupetón debes tener ahí para esconderlo de esa manera
La escandalosa risa se hace presente seguido la de los demás estudiantes. Su cara ardía y probablemente estaba roja como tomate, observó a lo lejos otro casillero en el que se encontraba Michael observando todo, dio la vuelta ignorando a todos y pasó por su lado.
Una fragancia invadió sus fosas nasales haciendo que su corazón se acelerara. Vanesa sintió tantas cosas a la vez que se apoyó en la pared y caminó ignorando a todos y la vergüenza que pasó ahí.