La Hoja Blanca

Capítulo 23.

Había decidido vivir.

No importaba ya que el final fuera más amargo y doloroso si empeñaba hasta tus últimos alientos en seguir de pie. En que la muerte fuera más horrible si marchitaba también tus esperanzas.

Tiene que haber una forma pensó Katria Lo enmendaré todo, lo juro.

Castor y Mirah tenían que estar vivos, ella no iba a ser la única que viviría. Tenía muchas explicaciones y disculpas que dar, pero eso no importaba. La vergüenza ya no importaba. Había cosas más importantes.

—¡Mathis! —gritó.

Mathis no respondió. Katria volvió a gritar, no hubo respuesta. Katria lo miró y el cuerpo le dolió por las amarras y los moretones. El muchacho miraba el fuego, con ojos vacíos. Probablemente ya habiendo aceptado el final. Katria volvió a gritar.

—Déjanos dormir —gritó Julian.

—¡Tenemos que escapar! —gritó Katria—. No podemos rendirnos ¿Alguien tiene un cuchillo?

—¡Estamos todos amarrados! !No puedo mover las manos! ¡Si nos soltamos nos vamos a caer!

Katria apretó los dientes e intentó zafarse. Estaba muy firme, pero eso no la iba a detener. Trató y trató, podía sentir los pechos, brazos y tobillos, en donde tenía las amarras, le iban a explotar. Pero no le importó, tenía que salir. Se movió frenéticamente, tanto que terminó jadeando. Tomó una bocanada de aire, pero el pecho estaba demasiado apretado, le dolió y empezó a toser.

—Ya basta —gritó Julian—. Nos trajiste a morir… ¿Ahora quieres que esto sea aún peor?

—No moriremos —gritó Katria—. No moriremos aquí, no de esta manera. No he traído a nadie a morir. ¡Hay que soltarnos!

—¿Soltarnos? —preguntó Julian, casi divertido—. Hay Grandes que están dando vueltas alrededor de nosotros. No sé si nos comerán o nos tirarán al fuego, o ambas. Solo sé que será horrible. Estas cuerdas están demasiado firmes y son demasiadas. Además, si nos soltáramos… Si tuviese razón y nos pudiésemos soltar nos mataran al instante. No hay salida.

—¡El final es el mismo! —aulló Katria—. Si la muerte nos espera, si la horrible muerte nos espera a todos… ¿No valdrá la pena intentar luchar? ¿No será mejor aferrarnos a la esperanza? ¿Intentar vivir hasta el último segundo?

» ¡Hemos hecho lo creíamos imposible! ¡Matamos a uno de esos hombres con poderes! ¿Nos vamos a rendir ahora? ¡Ya logramos ganar una batalla imposible, vamos a ganar otra!

—Esto no es una batalla, maldita estúpida —gritó Julian.

—Siempre es una batalla —respondió Katria, con la vista fija en el fuego—. La vida siempre es una batalla. ¡Y yo viviré para pelear otra!

Los pulmones le dolían. El pecho le dolía, la garganta le dolía, pero ya lo había dicho. Apretó los dientes y trató de moverse. Nada sucedió.

—Es inútil —dijo Mathis—. Fue un buen discurso. Casi creí que eras la heroína que nos decías que ibas a ser. Pero ya no es necesario, ya todo acabó. Ya empezaron.

Katria volvió a poner su atención en los Grandes que los rodeaban. Al principio no lo distinguió porque estaban demasiado lejos del gran fogón. Pero se dio cuenta, los Grandes empezaban a moverse, cada vez más frenéticos, cada vez de manera menos ordenada. Lo que en un principio fue una ordenada percusión se transformó en una desordenada cacofonía de gritos y pisadas.

—¡No voy a morir! —gritó una voz desde atrás.

El corazón de Katria se paró por un instante. Había logrado convencer a alguien, su discurso no fue en vano y ella no estaría sola en su intento por mantener la esperanza. Volteó y vio a David moverse, furibundo.

El hombre seguía agitándose, tosiendo y gritando. Katria no sabía si era de emoción o dolor, pues los gritos eran tan horribles que llegaron a encogerle el corazón, pero lo entendió cuando el muchacho se detuvo un instante para toser sangre y sin inmutarse, siguió moviéndose.

Probablemente había perdido el juicio.

—¡Detente! —dijo Julian, mientras los ojos se le humedecían—. ¡Deja de hacer eso!

No hubo respuesta, el muchacho siguió moviéndose. Tosió sangre otra vez y lo intentó de nuevo. Entonces se movió de un lado a otro, el tronco empezó a mecerse con él. Izquierda a derecha, atrás y adelante. Pronto fueron conscientes de que el tronco estaba menos sujeto al piso que a ellos.



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En el texto hay: accion, aventura, amor

Editado: 14.02.2020

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