Nuestras miradas se contemplan,
estamos sonriendo como en los viejos tiempos,
con fotografías que tejen antaños recuerdos,
estamos jugando una guerra de almohadas,
con plumas que salen de forma inesperada,
levitando hasta caer sobre nuestros rostros.
Estamos riendo; estamos viviendo.
Nuestros labios se contemplan,
sonreímos y contamos tantas experiencias,
nos besamos
como si hubiese un milenio de no vernos,
reímos por los momentos
que hacen latir nuestras almas de plata.
Somos felices, estamos viviendo.
Somos un farol
que ilumina el sendero
desconocido para el aventurero,
arriesgado para el negativo,
mágico para el curioso.
Me pregunto cuánto tiempo ha pasado,
te veo a través de cada uno de mis sueños,
en cada mañana que despierto
estás durmiendo como un lirón,
rodeándo mi cintura,
sin importarte lo que pueda pasar,
tan solo duermes,
tan solo me detienes,
tan solo me amas.
Es tan relativo;
somos un salvaje perihelio,
que se acerca cada vez más y más,
hasta juntos detonar.
Parecemos el equinoccio
que viene y se va,
como hojas de otoño
estamos juntos hasta el final,
somos el alfiler que nunca se encuentra en el pajar.
No hay distancia,
no hay espacios entre nosotros,
solo nuestros corazones latiendo tan cerca,
eufóricos por el dulce momento que contemplan nuestros ojos.
Estamos juntos.
Abres las persianas de las ventanas cada mañana,
preparas el café que me despierta,
y lees conmigo,
miles de historias que nos atrapan en los libros.
Eres el amor a la antigua,
lo contrario de lo que exige la filosofía,
eres química,
eres todo aquello que me llena de vida.
Quiero contemplar contigo el atardecer,
antes de la tormenta que caerá a nuestros pies...
La tarde desprende de su atardecer
las radiantes luces que tocan
tu preciada mirada de jade.
Poema XXIII: "Antes de la tormenta"
4 oct 2018. 01: 04hrs.