CAPITULO 29- ¿Que sucedió?
Narra Elena:
Al despertar, me encontré en una habitación desconocida. La confusión inicial se transformó en una oleada de recuerdos. Recordé la fiesta, la decisión de quedarme con James, la pasión desenfrenada en la habitación del hotel. Pero lo que más me impactó fue que James estaba durmiendo a mi lado, su figura imponente yacía pacíficamente.
La realidad de la situación me golpeó como un balde de agua fría. Me levanté de la cama con cuidado, tratando de no despertarlo. Mi mente estaba llena de preguntas sin respuestas. ¿Qué había pasado anoche? ¿Cómo habíamos llegado aquí?
Finalmente, James se despertó, y sus ojos dorados, profundos como el océano, se encontraron con los míos. Sin previo aviso, mi confusión y molestia se apoderaron de mí. Tomé una almohada y la arrojé con fuerza hacia él mientras gritaba por el susto. El golpe lo sacó de su letargo, y su expresión de sorpresa fue evidente.
Yo tampoco sabía cómo reaccionar. Algo había pasado ayer, y mis recuerdos eran un enigma borroso.
Narra James:
El golpe de la almohada me sacó de mi sueño profundo. Miré a Elena, quien me miraba con los ojos llenos de molestia.
—¿Qué... qué pasa? —murmuré, aún adormilado.
Finalmente, estaba descansando pacíficamente, después de varias noches de insomnio.
Mis pensamientos se aclararon rápidamente mientras recordaba la conversación de la noche anterior. Elena había decidido ir a una fiesta sin avisarme, y eso me había dejado preocupado y molesto.
—Elena, anoche... —comencé, buscando las palabras adecuadas—. Estaba molesto porque decidiste ir a esa fiesta sin siquiera avisarme. No sabía dónde estabas ni si estabas segura.
Ella suspiró y bajó la mirada, como si se diera cuenta de su error.
—Encima me reprochaste y dijiste que no era peligroso, y acabaste hasta con pérdida de memoria; me preocupa que vayas sin mí.
—Estaba algo estresada y solo quería salir un rato, pero al parecer bebí demasiado —admitió.
—Los humanos no son buenos —dije acercándome a ella, con una preocupación que no podía ocultar.
Solo quería tenerla en una cápsula de cristal, protegerla de cualquier peligro.
—Soy humana, lo olvidas —recalcó mientras se sentaba en la cama de nuevo.
Lamente haber pronunciado eso, solo deje salir las pallabras y la incomodé
—Lo sé, yo no espero que me hagas bien o mal; pero no quiero que a ti te pase algo malo —dije recostándola en mi hombro—. Perderte significaría que ya no me queda nada más.
Pasamos unos minutos en silencio, abrazados, hasta que decidí levantarme y traerle algo de comida a la cama. También le había comprado algo de ropa, una hermosa chaqueta color naranja que resaltaba su cabello y sus pecas, y unos jeans sueltos para que estuviera cómoda.
Como esta noche sería luna llena, necesitaba prepararlo todo para que nada pudiera salir mal. Dejé a Elena cerca de la universidad, a pesar de que ya no había clases, ella estaría en la biblioteca estudiando, y la recogería para almorzar juntos.