—¡Whitney, espera!
Salí corriendo de mi casa antes de querer saber qué mierda estaba ocurriendo. No pensaba volver a escuchar a mis padres peleando por quién sabe qué razón, así que volteé justo en donde estaba y volví por sobre mis pasos hasta alcanzar a mi amiga. Ella volteó y no sé qué sucedió, ni cómo, ni porqué, pero mis manos alcanzaron su nuca, la envolvieron y acercaron a mí.
Sí, la besé.
Sus labios no tardaron en estar sobre los míos, acariciándolos con suavidad. No esperé que sea lento, así que al ver que no se negaba a besarme comencé a hacerlo con más velocidad, notando lo suaves que resultaban sus labios contra los míos, y su tierna manera de besarme. Ella también sostenía mi cara entre sus manos de una manera que me resultó demasiado linda, como si yo pudiese escaparme de un segundo a otro.
—Tengo... tengo que irme—dije de un momento a otro, deteniéndonos—. De la ciudad. Ya.
—¿Qué...?—preguntó, algo perdida.
—A Gunnhild—seguí diciendo—. Tengo que encontrar a Jahzeel.
Con ambas manos nos alejó un poco más, lo suficiente como para que yo pudiera ver su expresión y comprenderla.
—¿Es por eso por lo que me besas, Billie?—preguntó, y no tardé en notar la decepción en su tono de voz.
Le devolví una sonrisa.
—Claro que no, Whitney—con rapidez, le planté un beso corto en los labios—. Esto era algo que vi necesario hacer hace alrededor de media hora.
La forma en la que me devolvió el mismo gesto, besándome de manera fugaz en los labios con más ternura de la que soy capaz de soportar, me quitó el aliento.
—Yo lo veía necesario desde que te conocí, pero esto está bien.
Tomé su mano y tiré de ella hasta mi casa, explicándole en el corto trayecto el poco detallado plan que tenía en mi mente. Una vez que estuvimos de vuelta justo en la puerta, le dije que le tocaba pasar sin decir nada y bajar las escaleras conmigo. En eso, Whitney llamó a su tío y le dijo que se quedaría a dormir conmigo. Por supuesto, el hombre se enojó con ella pero no pudo decirle nada. Era bastante comprensivo, o al menos eso dijo mi amiga. Mientras ella discutía sin alzar demasiado la voz, tomé uno de los bolsos más grandes que tengo y puse dentro todo el dinero que tenía ahorrado, que tampoco era demasiado, pero seguía siendo al menos algo. Tras eso, descargué en mi celular un mapa de Gunnhild, escribí una carta para mis padres y me encargué de colocarla justo sobre mi cama.
Una vez hecho todo eso, volví a hablarle.
—¿Todo bien?—pregunté.
Ella asintió en silencio al menos tres veces.
—Mi tío es bastante comprensivo en ese aspecto. No sé, siempre me deja hacer lo que quiero, así que... no hay problema. ¿Estás segura de lo que quieres hacer?
Se había encogido de hombros, lo cual me pareció, nuevamente, el gesto más tierno en la persona más linda que había visto en mis días de existencia.
—No del todo—confesé, y luego recordé algo—. Deberíamos llamar a Billy. Él tiene que acompañarnos.
Whitney asintió pero, en lugar de hacer eso, dio un paso más hacia mí.
—Billie, sobre lo de antes...
A esas alturas, yo ya estaba con un pie fuera de mi habitación y todas mis energías puestas en abandonarlo todo e irme en busca del asesino de Jim como esa clase de locuras que uno tiene a lo largo de la vida—o eso supongo—, pero todo aquello se desinfló como un globo al oír esas palabras.
—¿Sí?
Me volví hacia ella.
—Ya sabes que te quiero—habló, y sus dedos buscaron nuevamente los míos, tomándolos con cierto miedo—. La pregunta es, ¿me quieres a mí de esa forma?
Mi corazón latía demasiado rápido, y no sabía si era por la loca idea que tenía en mi mente o por las palabras de mi amiga.
—Depende de qué forma me quieras, Whitney.
Ella sonrió un poco más.
—No quiero ser tu amiga—explicó—. Te quiero más que eso.
Mierda.
—Escucha, Whitney...—intenté acercarme más a ella, pero sentí que todo eso sonaba como una estúpida forma de rechazarla, así que repetí mentalmente todas las palabras antes de soltarlas—. No estoy pensando en eso ahora mismo, ¿sí? Tenemos que ir a Gunnhild. Llamar a Billy. Y adoro que me acompañes, eres lo mejor del universo, pero si te digo algo, si respondo a eso... no estaré segura de sí estoy confundiendo todo. Y prefiero estarlo, ¿sabes?
Por arte de magia, de un segundo a otro sus labios volvieron a estar sobre los míos, de la misma forma suave y tierna que antes. Sentí que todo mi ser flaqueaba bajo los encantos de esa chica que parecía saber cuáles eran mis puntos débiles, pero temía estar en las nubes que suelo visitar antes de caer. No sabía qué mierda estaba sintiendo por ella en ese momento, si era solo algo fugaz o me duraría, así que preferí detenerla en ese mismo instante.
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Editado: 10.12.2019