"Si tragas todo lo que sientes,
al final te ahogas."
Christine.
Dejé las maletas en el suelo y luego suelto un suspiro. Me duele el cuerpo completo junto con mi cuello, a pesar de volver en avión privado.
Debería acostumbrarme a una hora de vuelo pero no lo hago.
—Vaya, esto sí que es una mansión —murmura mi acompañante.
Sonrío adentrándome más a la estructura que conformaba mi antiguo hogar, hogar en el que pasé toda mi vida y millones de aventuras.
—Bienvenue chez moi, rousse —abro los brazos.
La escucho reír mientras arrastra su pequeña maleta, aún no puedo creer que la haya convencido de tomar esas vacaciones conmigo.
Hoy treinta de diciembre se pasa con la familia.
—Muchas gracias, rubia.
Asiento, esperando que eso sea algo amable. La tomo de la mano comenzando a enseñarle cada rincón, suelta algunas preguntas divertidas cuando ve las fotos de la familia. En especial las de Arthur, dónde se le ve con un peinado diferente cada año.
—No entiendo por qué nadie nos ha dado la bienvenida —gruño golpeando puerta tras puerta—. ¡Hola, la hija favorita está en casa!
Frida carcajea detrás de mí, no puedo evitar acompañarla para luego arrastrarla conmigo a la cocina. Al entrar, me sorprende ver a alguien entrar por la puerta de la cocina que da hacia el patio trasero donde a mamá le gusta intentar plantar plantas.
Aunque el que las mantiene realmente bonitas sea papá.
—¡Hola, Lily! — la abrazo a mí eufórica.
Ella aún sigue igual de tímida, sin embargo, termina devolviendo mi abrazo y el de Frida.
—Hola, señorita Müller —sus mejillas enrojecen.
Me echo a reír.
—Christine, puedes llamarme Christine —acaricio sus manos suavemente—. ¿Dónde están Arthur y Michelle? ¿Y mi sobrina?
—Pues ellos se fueron a una pequeña celebración, el nieto de una de las hijas de la amiga de su madre cumple años hoy
Alzo una ceja, curiosa. Supongo que ese niño es el mismo al que mi sobrina le regala besos poniendo a su padre más celoso de lo que es.
—Bien, pues nosotros tres nos tomaremos algo —propongo.
Las llevo a pasos rápidos al pequeño bar que nuestro padre dispone en medio de la sala, tomo el whisky y sirvo tres tragos repartiéndolos entre nosotras.
Lily luce avergonzada, haciendo que solo ría con ternura. Siento que llevo conociendo a esta niña toda la vida gracias a todas las veces que Arthur habla de ella. Es como una pequeña hermana para mí, a pesar de que está sea la segunda o tercera vez que la veo, sino más. Ya que luego de nacer Irina no salía de la casa de Arthur, quería ayudar un poco con la llegada de ella y los cambios que sé que representa.
—Vamos, pequeña. Somos las tres mosqueteras solitarias por ahora.
La motiva Frida chocando su vaso con el de ella, de los labios de Lily sale un suspiro con un poco de vaho gracias al frío de Francia. Sus mejillas y nariz se encuentran enrojecidas.
—Solo beberé esté, aún sigo en jornada de trabajo.
—Mmm, eso mismo pensaba preguntar —carcajeo luego de beber—. Me parece increíble que estés en otro lugar que no sea Londres, pequeña.
—El señor Arthur me pidió acompañarlos, aunque realmente no quería venir, mi madre se encontraba en un estado de salud que es volátil, pero gracias a Dios está bien —expone, asiento poniéndome en su lugar—, no quería venir desde un principio, me aterraba dejarla sola pero... ella me convenció recordándome que Francia es el país que deseaba visitar desde pequeña.
Ambas reímos acompañándola luego de escuchar su risa, me fijo en Frida y su mirada dulce y compasiva fijada en Lily. Llevo el vaso a mis labios.
—Es bueno que te haya convencido, nos da la oportunidad de enseñarte algunos lugares —digo.
Frida asiente de acuerdo, se acomoda en su lugar cruzando sus piernas ocultas debajo de esos jeans estilo campana y el suéter de lana que lo acompaña.
—Así es, capaz y terminas encontrando el amor como en esas películas románticas clichés —alza los hombres.
—O libros —concuerdo—, vaya, roux, no te creía tan romántica.
La noto hacer una mueca para luego rodar los ojos, suspira.
—No lo soy —concluye—, y lamento lo de tu madre, Lily.
—Yo también.
Lily suspira, pareciera que comenzaba a sentirse más cómoda con nosotras. Sonrío.
—Gracias, y eso de conocer algunos lugares no será necesario. Los señores me han llevado con ellos cada vez que salen, me hacen sentir como si fuera...parte de la familia.
Ruedo los ojos sin dejar de sonreír.
—Eres parte de la familia, y te admiro por la gran fuerza de voluntad que tienes de soportar a mi hermano —suelta una carcajada.
—Créeme, no es tan fácil.
Entre risas y anécdotas sobre Arthur, las horas pasan. Lily al final tuvo que detenerse para ir a preparar algo de comer para cuando lleguen los demás, Frida fue con ella para ayudarla y yo solo me quedé bebiendo un poco más.
Pisar la cocina es como entrar a terreno enemigo.
Aburrida entre tragos, termino buscando el celular para entrar a Instagram. Sin pensarlo, estoy en su perfil.
Detallo las últimas fotos de él y su perro, una de ellas es en lo que parece un ascensor. Trago en seco, detallando su vestimenta. Hago zoom sin pensarlo de nuevo en sus brazos y abdomen, como en su rostro poco visible.
Bendito sea el gym.
Porque él definitivamente se estaba ejercitando, a pesar de que la última vez que estuve cerca de ese abdomen, habían seis deliciosos cuadritos en los que podías comer.
Muerdo mi labio inferior, suspirando.
Le había dado like desde que la subió y llegó la notificación, lamentablemente, he pasado más tiempo viendo esa foto que haciendo otra cosa.