It's bittersweet to think about the damage that we do,
'cause I was going down, but I was doing it with you.
Yeah, everything we broke, and all the trouble that we made
But I say that I hate you with a smile on my face.
-favorite Crime
Capítulo veinticinco y epílogo.
Axel.
Lo sientes.
Puedes sentir cuando está pasando algo extraño, puedes sentirlo en el ambiente. Puedes sentirlo dentro de ti.
Viola Palmer había sido una de las mujeres más aclamadas en su época de cine y novelas, pero aún con todo el lujo, aún con toda la fama… nada está oculto para siempre.
Y solo un par de días luego de su muerte salieron a la luz las atrocidades que Viola Palmer había cometido en vida, lo que la había dejado en un ataúd rodeado de tierra y un tiro en la frente.
No había nadie. El frío es helado y el silencio mortificante.
E incluso así… incluso sabiendo que ella estaba muerta… yo no podía sentir nada.
Maldita sea, soy su hijo. Lo soy. Llevo su sangre, su apellido, sus jodidos ojos. Y no podía sentir nada.
Ella nunca me quiso, podía excusar mi falta de empatía a su muerte con eso.
Podía excusarlo con que nunca me quiso, nunca pudo hacerlo y nunca lo hará. Podía excusar mi falta de atención a su muerte con que había intentado matar a mi hijo y mujer, con que mató a mi abuelo y por si fuera poco pensaba hacer lo mismo con mi abuela.
Podía…
Pero no tenía que hacerlo. No tenía porque al final del día, cosechas lo que siembras.
Ella lo merecía… y aún así una lágrima se deslizó por mi mejilla.
—Espero… —tomo una profunda toma de aire antes de decir aquello—. Espero que donde seas que estés… recibas lo que mereces por todo el daño que hiciste, Viola. ¿Y sabes qué? Nunca te perdonaré nada de lo que me hiciste a mí y a mis seres queridos. Nunca, Viola Palmer. Y gracias, te agradezco porque tu ambición no tuviera límites y sea esa misma ambición que te matara… porque si le hubieras hecho algo más a ella…
Aprieto la mandíbula, el aire caliente se filtra por mis fosas nasales. No puedo evitar dejar el aire de mis pulmones libres al sentir que me ahogo, trago en seco haciendo una mueca ante el olor a tierra húmeda. Los cementerios nunca serían un buen lugar para visitar.
Tiré el puñado de tierra que había tomado y este cayó frente a la lápida con solo su nombre en ella, sin epitafio, porque no había nada que rememorar para colocar en la piedra.
No había sido una buena madre, y mucho menos una buena hija. No fue una buena persona.
Así que no tienes nada que rememorar cuando todo lo que habías dado en vida fue odio.
—Adiós, Viola.
Y este sí era el definitivo.
(...)
Christine.
Tensa.
Estaba tensa desde que él despertó, como el médico había previsto, Axel duró una semana en coma y luego… las cosas han sido bastante raras.
No hemos hablado al respecto de nosotros y el bebé, y lo entiendo, sé que necesita tiempo porque sencillamente esto era demasiado que digerir. Pero… yo ya no podía durar más tiempo aquí.
Estuve con él en el entierro, esperando afuera del cementerio con Audrey a mi lado, y puede que no haya visto cómo se despedía de ella… pero la mirada perdida en su rostro me había dicho más que suficiente.
Estaba en su apartamento esperando por él desde que nos dijo que nos alcanzaba luego, aparentemente tenía entrada libre por aquí porque ni siquiera tuve que explicarle algo al hombre de recepción. Las cosas en su casa estaban igual que él, apagadas, e incluso el husky que descansaba a mis pies se notaba algo desanimado. Tal vez él también entendía que las cosas en la vida de su dueño habían estado mal.
Muy mal.
Acaricio su cabeza peluda esbozando una sonrisa pequeña, sus orejas se levantan y luego sus patas están corriendo hacia la puerta. Hay un pequeño golpe y luego unas pisadas fuertes resonando, trago saliva al visualizar sus ojos marrones más tristes y cansados que nunca.
Su pecho se desinfla al verme, sonrío amablemente.
—Sé que probablemente quieres espacio ahora mismo, pero tengo que hablar contigo.
Asintió acercándose, en cada paso mi cabeza alzándose más para poder mirarlo a la cara. Relamo mis labios en cuanto su altura intimida la mía, sus ojos recorren mi rostro y luego tengo sus dedos acariciando con lentitud el arco de mis labios. No aparto la mirada de él, de sus cejas pobladas y sus pestañas rizadas ocultando esa mirada marrón que me enloquecía.
—Eres tan preciosa, Christine Mϋller.
Abro los ojos en grande ante el halago repentino, no eran ese tipo de palabras las que esperaba, pero agradecía el gesto. Al igual que mis mejillas rojizas.
—Axel…
—Solo… quiero agradecerte por mantenerte con vida. Gracias por luchar por él y por ti.
Negué con el llanto rozando mis labios.
—Ni siquiera tienes que agradecer eso.
—Tú ni siquiera debiste de pasar por eso, cielo —el tono bajo y roto me mata por dentro, él había estado peor que una pared en estos días, así que el hecho de que me está demostrando algo me tranquiliza—. Lamento mucho no haberte dado la suegra que mereces.
Solté una pequeña carcajada negando, no era algo de lo que debía de lamentarse.
—No elegimos a nuestros padres, Axel.
—Y no sabes cuánto lo lamento por eso también —carcajea secamente, su cabello se remueve y los dedos me pican de solo querer tocarlo.
No lo había hecho desde que despertó, las ganas de abrazarlo se habían maximizado pero era la cobardía en mí que no me dejaba siquiera dar el paso. Sus ojos volvieron a ponerme nerviosa, y el pulgar en mis labios seguía repartiendo caricias leves en el.