La Intérprete: Visiones

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Días después la tormenta prometida azotó Torre Blanca, teniendo algunas repercusiones para Bell Wood y aunque no llegó a nevar, sí hizo un frío capaz de erizar los vellos de los brazos.

Lisey la pasó en casa, leyendo algunos libros que Leonardo le prestara un par de días atrás. Solía pensar en él con mucha frecuencia, pero en lugar de asustarse se sentía dichosa. No era algo normal en ella, pero comprendía el sentimiento. Leo (como le había pedido que lo llamara) la entendía como nunca nadie lo había hecho. Y eso era suficiente para hacerla sentir muy bien.

Esa noche Lisey se encontraba en su habitación, sentada en su cama, con las piernas cruzadas. Un fuerte viento azotaba contra sus ventanas, pero ella apenas y prestaba atención. Tarareaba una canción mientras pasaba las páginas del libro.

A pesar de las advertencias de Leo respecto a que podría ser muy fuerte para ella, a Lisey le encantó. Jamás había imaginado que a lo largo de la historia existieran tantas personas que, como ella, pudieran comunicarse con los espíritus.

Lisey dejó de tararear al toparse con la fotografía de una mujer hermosa, con un largo y poco común cabello plateado y ojos negros.

La pelirroja se acercó todavía más al libro, leyendo con cuidado la inscripción debajo de la fotografía.

Anissa Bissette, año 963.

Decía que era la mujer que popularizó la charla con los espíritus, pero que había desaparecido años después.

Lisey se preguntó si acaso sería a causa de los fantasmas, se recargó en sus cojines, pensativa. Se había envuelto con una colcha azulada que la cubría de pies a cabeza, pero que le evitaba el frío.

Iba a tomar un chocolate del cajón de su buró cuando su teléfono celular empezó a sonar. Era Christopher.

—¿Estás ocupada?

Su voz sonaba un poco apagada y eso hizo que Lisey se alarmara. Cerró el libro de golpe y se levantó.

—En lo absoluto. ¿Necesitas algo?

—¿Puedes venir a mi casa?

Lisey consideró aquella petición. Podía, pero no sabía que tan buena idea sería hacerlo.

—Por favor, te necesito —añadió su amigo con voz suave.

—Por supuesto, Chris. Iré de inmediato —la chica vaciló. —¿Estás bien?

—No.

Y eso fue suficiente para preocuparla todavía más.




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