El poblado consistía en una explanada rodeada por diversas grutas donde vivían todas las familias, Nüe y su hijita se habían instalado en una más pequeña y vivían a su manera, respectando las costumbres de los “seres de la tierra”, pero sin cambiar las suyas propias, por lo que mientras todos iban a cazar, ellas recolectaban frutas y plantaban diversas verduras frente a su refugio.
Los primeros días tuvieron que soportar continuas miradas de soslayo y numerosos comentarios de los demás, pero en seguida el resto de los habitantes de la tribu se habituaron a las dos extrañas.
Mientras los huesos de su ala se soldaban, Nüe procuraba no hacer movimientos bruscos, cogiendo los frutos maduros que caían al pie de los árboles o los que Ashima recogía para ella. La pequeña por su parte se sentía como en su casa, volando de aquí para allá, riéndose de los demás niños centauros que a veces la hacían objeto de sus bromas, fascinados por sus plumas y su capacidad para volar.
Una mañana, al cabo de tres semanas viviendo allí, el apuesto centauro que la llevó en su grupa la primera vez para recoger a su hija, le dijo que iba a enseñarle algo. Ésta lo siguió con dificultad, (ya que éste andaba más rápido), hasta un arroyo. Allí, algunos centauros pescaban con sus lanzas pequeños pececillos, o recogían hierbas medicinales que crecían a la orilla.
Nüe se arrodilló para observar los pececillos, acariciándolos con su mano y Rilik, el centauro que la guiaba, se sorprendió de que éstos no se asustasen.
- ¿Cómo lo haces? No te tienen miedo.- ella se encogió de hombros.
- ¿Es de aquí donde recogéis toda el agua que necesitáis?- éste asintió- nuestra especie solemos bañarnos en pequeñas fuentes que manan de la roca, el agua suele ser templada al provenir del interior de la tierra.
Entonces el centauro le dijo que lo esperara un momento y ella se quedó observando como los demás pescaban y como algunos jóvenes se salpicaban metidas las patas en el agua.
Al poco rato regresó su amigo trayendo algo en las manos.
- Ten, esto es para ti.
La chica cogió los diversos cristalitos de colores, mirándolos a la luz del sol.
- Muy bonitos, ¿qué son?
- Se encuentran en la roca, el agua los separa y se quedan en el fondo del río, brillan mucho, ¿no crees?
En realidad aquellos cristales de colores eran piedras preciosas, sin duda muy cotizados en la civilización una vez bien pulidos, pero aquellas gentes solamente las cogían como adornos, mezclados con plumas de pájaro en la cabeza y en brazos y cuello.
Entonces, aprovechando aquel momento de silencio, el centauro quiso saber más cosas sobre ella.
- Hace días que quiero preguntarte algo… el primer día que viniste, comentaste que vivíais solas en un nido… ¡Como puede ser esto? Es que no tenéis a nadie de vuestra especie cerca para ayudaros?
Ésta no supo qué decirle, le resultaba muy difícil confesarle algo que había pasado hace mucho tiempo. Pero como lo consideraba su amigo, decidió sincerarse.
- Hace mucho tiempo, antes de que naciera Ashima, mi marido cayó al mar durante una tormenta, al morirse él hicimos la ceremonia funeraria aunque nunca se encontró el cuerpo.
Nuestra especie solamente se empareja una vez en la vida, por lo que debía guardarle luto indefinido como es costumbre, pero conocí a otro ser del aire y me enamoré de él, nos veíamos en secreto porque sabíamos que estaba prohibido, fruto de nuestro amor nació Ashima y cuando el resto de nuestra comunidad se enteró, nos desterraron a las dos, por eso vivimos tan apartadas y por eso he de vivir sola, porque soy una vergüenza para los míos.
Decidieron regresar al poblado, ya que la chica se inquietaba por su hija. Éste le dijo que no se preocupara, que por allí siempre había algún guardia vigilando.
- Es que es tan pequeña y le gusta tanto andar por ahí mirándolo todo…
- Es normal, para ella todo esto es nuevo, seguro que antes no salía de su nido, ¿verdad?- ella asintió.
Por la tarde, Nüe solicitó una entrevista con el rey, para decirle que ya había transcurrido el tiempo necesario para la restauración de su ala, que había probado de volar satisfactoriamente y que ya pronto podría regresar a su nido.
- ¡Oh! En este tiempo te hemos cogido mucho cariño, a ti y a tu hijita, ¿por qué no te quedas con nosotros? –le dijo una de las esposas del rey.
- Ella tiene razón, ¿qué harás allá arriba tú sola? Además, hemos hablado con nuestro rey y él está conforme con que te quedes.
- Bueno… es que debería estar con el resto de los de mi especie… - mintió ella con inquietud.
- Rilik nos lo ha contado todo, dice que no tenéis a nadie que os cuide. ¿Acaso no te sientes a gusto aquí?¿Qué no te parecen apuestos nuestros cazadores?- ella se apresuró a contestar:
Editado: 14.10.2024